Perros peligrosos sin bozal
La última batalla perdida en la guerra por el civismo en Barcelona es la de los perros. La moda más reciente es la de poseer animales de razas consideradas peligrosas, a los que la normativa obliga a llevar siempre atados y con el bozal puesto. Pues bien, un paseo permite observar que la normativa se incumple con toda la impunidad que garantiza la pasividad inexplicable del Ayuntamiento de Barcelona y de la Guardia Urbana.
Un incumplimiento flagrante de la normativa está motivado por la ausencia general de consecuencias que tiene el incivismo de algunos dueños de perros. Nada se hace con los perros que ensucian, nada con los perros que molestan a los vecinos y ,consecuentemente, nada se hace con los perros peligrosos.
Habría que investigar cuánto nos cuesta a cada ciudadano la limpieza, el mantenimiento y la reposición de todo el mobiliario urbano corroído. Por qué no se implanta el censo de ADN obligatorio y se sanciona los actos incívicos. La inmensa mayoría de propietarios estarían seguramente a favor.
Un animalismo mal entendido es el que supone que amar a los perros es dejar a sus propietarios hacer lo que les dé la gana e inclumplir la normativa. Si queremos garantizar que la ciudad pueda ser compartida con perros y otros animales de compañía, debemos poner las bases de la convivencia ahora y asegurar, sobre todo, que se cumplan.