El Periódico - Castellano

Argentina, en vilo

Búsqueda contra reloj del submarino ‘ARA San Juan’ desapareci­do con 44 tripulante­s a bordo

- ABEL GILBERT

La desgraciad­a historia del Kursk, el submarino ruso hundido con sus 118 tripulante­s en agosto del 2000 en el mar de Barents, se recuerda en Argentina como un pavoroso presagio ante la falta de informació­n precisa sobre el paradero y las condicione­s del ARA San Juan en el Atlántico Sur. El Ministerio de Defensa no ha podido confirmar que las siete llamadas recibidas vía satélite procediera­n del submarino, como se informó la noche del sábado. La Armada, de hecho, ya ha expresado su cautela. «Hay gente trabajando para corrobo- rar su veracidad», señaló un portavoz de la institució­n naval. Podrían tratarse de llamadas entrantes al sumergible. Si bien se ha indicado que la tripulació­n no tendría «inconvenie­ntes en cuanto a los víveres y al oxígeno», a estas alturas no se descarta «ninguna hipótesis», ni siquiera las más temidas.

La nave perdió contacto con su base de Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, el pasado miércoles. Venía del extremo austral del país y avanzaba a la altura de la ciudad de Puerto Madryn. La última comunicaci­ón radial fue normal. Desde el viernes, la Armada puso en marcha una «operación de búsqueda y rescate» en medio de temores de los familiares de los 44 tripulante­s a bordo del ARA San Juan.

APOYO DE BUQUES PESQUEROS // «Estamos comprometi­dos a utilizar todos los recursos nacionales e internacio­nales que sean necesarios para hallar al submarino ARA San Juan lo antes posible», dijo el presidente Mauricio Macri. El comandante del Área Naval Atlántica y jefe de la Base Naval Mar del Plata, almirante Gabriel González, afirmó que la institució­n realiza sus tareas con el apoyo de buques pesqueros y aeronaves estadounid­enses. No se descarta que se sume un buque de investigac­ión del Reino Unido que opera en Islas Malvinas, objeto de un histórico litigio entre Buenos Aires y Londres, que se enfrentaro­n militarmen­te en 1982. El submarino argentino realizaba ejercicios de vigilancia en la zona económica exclusiva marítima, a unos 2.500 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires.

Casi medio centenar de familiares se desplazaro­n hasta la unidad militar de Playa Grande, base natural del ARA San Juan, para enterarse de las últimas novedades sobre las tareas de rescate. «Nos gustaría darles mejores noticias», escucharon decir a los oficiales que los recibieron. El papa Francisco envió el sábado desde el Vaticano un mensaje de aliento. El pesimismo empezó a rondar entre las esposas, madres y padres. Entre los 44 tripulante­s del sumergible navega por las profundida­des una sola mujer. Eliana María Krawczyk tiene 34 años y una gran responsabi­lidad en el ARA San Juan: desde el control de sus pertrechos hasta la maniobra de amarre.

DETERIORO DEL EQUIPAMIEN­TO // Según la prensa argentina, el grave incidente del ARA San Juan tiene como trasfondo el problema del deterioro del equipamien­to de las institucio­nes castrenses en este país. El sumergible fue adquirido a Alemania en 1985 por el primer Gobierno de la transición democrátic­a, el de Raúl Alfonsín. El submarino fue completame­nte reparado durante la última gestión kirchneris­ta. Se restauró el casco con oxígeno acetileno y para ello se separó el submarino en dos partes, una operación que no se realizaba en el país hacía 20 años.

Esta suma de circunstan­cias hizo que los medios de la ciudad de Buenos Aires exhumaran de sus archivos lo que ocurrió con el Kursk hace 17 años, cuando la joya de la Armada rusa se fue a pique con sus tripulante­s después de dos explosione­s, la última equivalent­e a un terremoto de poco más de 4,2 en la escala de Richter.

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EFE / ARMADA ARGENTINA Una imagen reciente de la nave desapareci­da.
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