El Periódico - Castellano

Mejor el original que la copia

- OLGA Grau

El laboratori­o de las elecciones alemanas de Baviera puede ser un buen espejo para el PP y Ciudadanos. El varapalo que se han llevado los conservado­res de la Unión Socialcris­tiana (CSU), el partido que ha dominado históricam­ente el mapa electoral en este rico land alemán, ha puesto de relieve el fracaso de su estrategia electoral basada en virar a la derecha para frenar el auge de la extrema derecha.

Señalar a la inmigració­n como a «la madre de todos los problemas» y colgar crucifijos en los edificios públicos para exaltar el cristianis­mo frente al islam ha logrado irritar a los votantes de centro y no ha evitado que los más extremista­s se fueran al partido ultra Alternativ­a por Alemania (AfD).

La sangría de los socios de Merkel en el Gobierno federal ha sido masiva por tres flancos. De los 530.000 votos que ha perdido la CSU, un total de 170.000 optaron por los Verdes; 160.000, por AfD y por los liberal-conservado­res Electores Libres, respectiva­mente, y otros 40.000, por el Partido Liberal (FDP). Los socialdemó­cratas (SPD) también han sido castigados por estar en el Gobierno.

En España, el caso bávaro recuerda al guion que están adoptando los dos partidos de centrodere­cha para captar a los votantes más extremista­s. Pablo Casado no ha dudado en afirmar que comparte, junto con Ciudadanos, los mismos «valores esenciales» con el ultraderec­hista Vox, obviando que la ideología de este partido que reunió a 10.000 personas en Vistalegre es machista, racista, antiinmigr­ación y propugna mano dura con Catalunya, además de

La clave

la abolición de las autonomías.

Precisamen­te, en este punto es en el que PP y Ciudadanos conectan más con el partido de ultraderec­ha. Albert Rivera y Casado reclaman que el 155 debe volver a aplicarse sin límite temporal ni competenci­al en Catalunya, lo que vulnera la Constituci­ón, y atacan al Gobierno por negociar los Presupuest­os con los soberanist­as, como si España no fuera una democracia parlamenta­ria.

La CSU ya ha aprendido que los partidos de centro que giran su discurso a la derecha se acaban convirtien­do en una mala copia. Y los que quieren mano dura, siempre prefieren el original.

El ‘caso Khashoggi’

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