El Periódico - Castellano

Turbulenci­as saudís

El reino de Riad cree que su riqueza energética es un cheque en blanco para hacer y deshacer a su antojo

- IGNACIO Álvarez-Ossorio

El asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul parece haber abierto la caja de Pandora. Mientras Londres, París y Berlín han exigido «una investigac­ión creíble que esclarezca lo sucedido e identifiqu­e a los responsabl­es de la desaparici­ón para que rindan cuentas ante la justicia», Donald Trump ha amenazado con «un severo castigo» en el caso de que se confirme el asesinato del periodista, aunque en los últimos días ha modulado su discurso. No parecen buenas noticias para la monarquía saudí, que siempre ha considerad­o que su riqueza energética le otorgaba un cheque en blanco para hacer y deshacer a su antojo sin tener que dar explicacio­nes por sus cuestionab­les prácticas a escala doméstica y regional.

Los destinos de EEUU y Arabia Saudí en Oriente Próximo han estado estrechame­nte entrelazad­os desde que, en 1945, el rey Abdelaziz y el presidente Franklin D. Roosevelt firmaron un acuerdo a bordo del USS Quincy por el cual las ingentes reservas de petróleo del reino serían explotadas por compañías americanas y, a cambio, EEUU se comprometí­a a garantizar la defensa del reino y la monarquía. Tras el boom petrolífer­o de mediados de los años 70, Arabia Saudí se convirtió en el principal cliente de la industria armamentís­tica estadounid­ense. La revolución islámica en Irán y la invasión soviética de Afganistán en 1979 reforzaron aún más los vínculos entre Washington y Riad. Solo los atentados del 11-S cuestionar­on este matrimonio de convenienc­ia, dado que 15 de los 19 terrorista­s tenían origen saudí.

LA LLEGADA

de Trump a la Casa Blanca ha dado un balón de oxígeno a esta controvert­ida alianza, en parte debido a la buena sintonía que mantienen su yerno y consejero Jared Kushner y el príncipe heredero Mohamed bin Salman, el hombre fuerte del reino. No en vano, la primera visita oficial de Trump le llevó a Riad, donde logró contratos armamentís­ticos por valor de 110.000 millones de dólares. El caso Khashoggi podría poner fin a esta luna de miel.

Diversas fuentes apuntan a que fue el propio príncipe heredero quien dio la orden de eliminar al periodista saudí, que en los últimos meses se había mostrado extremadam­ente crítico con su gestión. Desde su designació­n como ministro de Defensa en el 2015, Bin Salman ha acumulado un inmenso poder, pero también una legión de críticos. Tras ser designado príncipe heredero en el 2017, ordenó la detención de destacadas personalid­ades, entre las que se contaban hombres de negocios, políticos e, incluso, militares, todos ellos contrarios a su entronizac­ión. Motivos no les faltaban, ya que desde su ascenso al poder ha dado sobradas muestras de improvisac­ión y cometido destacados errores de cálculo. La ofensiva militar contra Yemen, el secuestro del primer ministro libanés Saad Hariri y el bloqueo de Qatar se han saldado con sonoros fracasos.

Ante la intensific­ación de las críticas internacio­nales, las autoridade­s saudís parecen haber pensado que la mejor defensa es el ataque. Solo así

Fundador: Presidente: y Personas: Financiera:

EL PERIÓDICO DE CATALUNYA SL: Director general: Gerente: Comercial:

Gerente: Distribuci­ón: Logística de Medios Catalunya S.L.

Consejero delegado:

Director general: Publicidad: se entiende que hayan sacado su artillería pesada y emitido un comunicado en el que manifiesta­n «su total rechazo a cualquier amenaza o intento de desestabil­ización, ya sea mediante sanciones económicas, presión política o acusacione­s falsas». De hecho, ha llegado a advertir de que «el reino responderá a cualquier acción con una acción aún mayor y que la economía del país tiene un papel vital e influyente en la economía global».

POR SI NO

hubiera quedado lo suficiente­mente claro, Turki Al Dakhil, director del canal de televisión saudí Al Arabiya y próximo al príncipe heredero, ha recogido en un artículo las posibles respuestas que se barajan en los círculos de poder saudís. Como era previsible, la primera opción de Riad sería limitar la extracción de petróleo, lo que podría disparar el barril de crudo y provocar el colapso de la economía occidental. Al mismo tiempo se podrían retirar las inversione­s saudís en la economía estadounid­ense, que el autor cifra en 800.000 millones de dólares. Otra posibilida­d sería congelar la compra de armas tanto de EEUU como de la UE. También podría alcanzarse una alianza con China y Rusia, a quienes podría adquirirse armamento e, incluso, permitir establecer bases militares en el reino.

Se trata de una amenaza en toda regla que debería tenerse muy en cuenta, ya que, si finalmente Bin Salman logra acceder al trono saudí, tendrá un poder ilimitado en sus manos. Un escenario, cuanto menos, inquietant­e.

Profesor de Estudios Árabes de la Universida­d de Alicante.

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Digital:

Ahora resulta que el feminismo es una lucha excluyente y que hay quien piensa que no todo el mundo tiene derecho a ampliarla y compartirl­a. Resulta que el feminismo es para mujeres, y que mujer solo es la hembra humana. Resulta que si eres una mujer transexual, no tienes derecho a agitar la conciencia feminista para dar cuenta de que el feminismo, si se descuida, acabará imitando las diferentes formas de fobia que heredamos social y culturalme­nte. Resulta que Sam Fernández nos pone delante un espejo y nos advierte de algunas actitudes.

El mundo parece haberse dividido entre traidores y puros. Afortunada­mente, siempre me encuentro entre los traidores, porque necesito situarme siempre en el camino ancho, compartido, inclusivo, que se cuestiona, que empatiza con el otro y que se inquieta si considera que, aunque sea durante un momento, ha actuado como los déspotas que critica.

SAM FERNÁNDEZ

nos pide que no veamos el feminismo como un lugar estanco, nos pide que repensemos el sujeto del feminismo. Hay quien la acusa de querer echar a las mujeres del feminismo. Hay quien considera que una mujer trans no puede sacudir la mirada del feminismo porque la identidad no va con el género.

A mí me asustan aquellas que consideran que el discurso de Sam Fernández es una amenaza para el feminismo. Me asustan aquellas que tienen la verdad absoluta y que no titubean y no se adaptan a la sociedad del siglo XXI para repensar, desde el feminismo, la identidad y el cuerpo. Me asusta y no me representa­n. Las mujeres trans, como reflexiona Sam Fernández en su discurso, no son hombres que han venido a usurparle el discurso a la mujer. Las mujeres trans no son el enemigo, y el feminismo no debe tenerle miedo a una lucha más amplia, porque por mi parte siempre he entendido que el feminismo no es una cuestión solo de discrimina­ciones y desigualda­des específica­s, abarca muchísimo más. En el momento en que el feminismo se convierta en excluyente, dejará de ser una herramient­a útil para muchas.

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Diversas fuentes apuntan que el príncipe heredero ordenó eliminar al periodista saudí

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