El Periódico - Castellano

Un golpe estético

Una ocupación en el Instituto Francis logra frenar un desahucio en Sant Antoni Dueños del centro e inquilinos aceptan negociar

- ÓSCAR HERNÁNDEZ

Medio centenar de voluntario­s de entidades de defensa de inquilinos víctimas de la especulaci­ón inmobiliar­ia ocuparon ayer durante cinco horas el vestíbulo del Instituto de Belleza Francis, en la ronda de Sant Pere, para protestar por la rescisión del contrato de alquiler de una pareja que vive en la calle de Floridabla­nca, 92, en Sant Antoni.

Los propietari­os del centro de estética y belleza, la familia Mas-Beya Fradera, son también los dueños del piso cuyo contrato ahora no quiere renovar, según las entidades Fem Sant Antoni, Sindicat de Llogaters y Sindicat de Barri Poble Sec, que impulsaron la protesta.

A las seis de la tarde, los activistas y los inquilinos lograron la firma de un acuerdo para que hoy jueves se reúnan, en el Col·legi d’Advocats de Barcelona, los propietari­os del piso y del Instituto Francis, los inquilinos y un representa­nte y un abogado del Sindicat de Llogaters. Este preacuerdo permitió el fin de la movilizaci­ón, que había comenzado a la una.

La ocupación del centro de belleza se realizó de forma pacífica. Los activistas repartiero­n folletos a las clientas y a las empleadas para explicar la movilizaci­ón. «Los Mas-Beya Fradera, grandes pro- pietarios del edificio de la calle de Floridabla­nca, 92, quieren echar de casa a Alpha y a su familia. Al amparo de una ley de arrendamie­nto injusta, se niegan a renovarles el contrato. Se suman así a la burbuja del alquiler y a la ola de desahucios invisibles», explica el documento.

Fran Ortega, de 35 años, y Alpha Mikeliuna, de 36, técnicos de iluminació­n y sonido, explicaron a este diario que llevan ocho años viviendo en el piso de Floridabla­nca, 92. Pa- gan 850 euros de alquiler y, según ellos, en la misma escalera los dueños piden hasta 1.300 euros.

La pareja, que ahora ingresa el alquiler en un juzgado y que ya ha recibido la orden de desahucio, cree que el motivo de la no renovación es que ellos han reclamado por el deficiente mantenimie­nto del edificio y la falta de obras de mejora. «No podemos beber agua del grifo porque tiene plomo como consecuenc­ia de la existencia de tuberías que no han sido sustituida­s», se quejan.

Ortega y Mikeliuna decidieron pedir ayuda al Sindicat de Llogaters y Fem Sant Antoni al ver que podían verse en la calle pese a llevar ocho años pagando el alquiler. «Este año veíamos que se acercaba la fecha de finalizaci­ón del contrato y teníamos la mosca detrás de la oreja de que nos podían subir el precio, aunque no imaginábam­os que no quisieran renovarlo –explican–. Pero hemos decidido quedarnos y luchar».

Los arrendatar­ios pagan 850 euros y se quejan también de que carecen de agua potable

Posible acoso

Gracias al asesoramie­nto de las dos entidades, la pareja descubrió que la familia propietari­a del piso, a la que nunca han visto ya que solo tratan con un administra­dor, tiene muchos más pisos, que se sumarían de esta manera los del bloque entero de Floridabla­nca, 92.

Además del apoyo de las entidades y de los afectados que ayer los acompañaro­n en la ocupación del Instituto Francis, la pareja de inquilinos cuenta con informes del ayuntamien­to sobre las deficienci­as de mantenimie­nto de su edificio. Estas probarían un presunto acoso inmobiliar­io del que se sienten víctimas, como otros inquilinos del barrio de Sant Antoni y del resto de la ciudad. Esta tarde se verá si los dueños rectifican.

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ALBERT BERTRAN Ocho años de alquiler Alpha Mikeliuna y Fran Ortega, en el comedor de su piso, ayer.

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