TU OASIS PARTICULAR
FINION, LA COLECCIÓN PREMIUM DE VILLEROY & BOCH Lavabos, muebles, espejos, luces... Con Finion lo tienes todo a tu alcance para conseguir un baño de lujo. Muebles volados. La opción inodoro y el bidé montados en la pared no solo mejoran el ambiente del ba
La nueva colección de baños premium de Villeroy & Boch apuesta por un diseño purista, sin excesos y mimimalista, donde la premisa “menos es más” es toda una declaración de intenciones. Finion, que así se llama esta línea, combina a la perfección muebles llenos de estilo, con un concepto muy particular de iluminación, que proporciona un ambiente único, y una cerámica exclusiva que le aporta a tu baño calidad, elegancia y un toque moderno. Además de convertirlo en tu particular oasis de calma y relajación. ¿Se le puede pedir más a un baño? Le puedes pedir lo que tú quieras porque Finion te ofrece la posibilidad de personalizarlo a tu gusto: puedes elegir el tamaño de tu lavabo, el color... ¡tienes hasta 10 modelos! Y lo mejor, se adaptan a todo tipo de espacios. ¿El resultado? Un baño perfecto que responde a tus necesidades.
récords en las subastas. Una mesa fundida entre 1976-1978 fue vendida por tres millones y medio de euros en Nueva York en el otoño pasado. Los hermanos eran inseparables. Trabajaron y vivieron uno al lado del otro casi todo el tiempo. Para Alberto, tener a Diego era como tener cuatro manos.
Nacieron con un año de diferencia, estrenando el siglo XX. Uno en 1901, el otro al año siguiente en una aldea del valle Bergell en Suiza. No había luz, ni agua corriente. “No era la Edad Media, era la prehistoria”, comentó Diego en alguna ocasión. Alberto era extrovertido y el otro podía pasar horas sin mediar palabra. El primero, era un ave nocturna, y el segundo hacia horario de obrero. El mayor llegó a París en 1922 tras sus estudios de arte en Venecia y Roma. El pequeño, tres años más tarde. Y empezó su asociación. Diego colaboró con su hermano en la creación de sus esculturas. Ayudando con los moldes de yeso o patinando los bronces. También duplicaba en piedra algún yeso de su hermano. Alberto llegó a confesar a Henri Cartier-bresson: “No soy el escultor, es Diego”. En los ratos libres, Diego se pluriempleaba como modelo para su hermano. Era su favorito.
En 1966, Alberto Giacometti muere prematuramente de un paro cardíaco a los 63 años. Es el inicio de la aventura creativa de Diego. Lentamente, empieza a trabajar para la señora Mellon, Hubert de Givenchy, Georges Geffroy, Aimé Maeght... En la década de los setenta no da abasto con la demanda. Solo liberado de la servidumbre de su hermano empieza la transformación del artesano en artista. Y rematamos, cómo no, con Pablo, “un pintor es un hombre que pinta lo que vende, un artista, en cambio, es un hombre que vende lo que pinta”. La próxima vez les hablaré de las consolas de Fornasetti o del colectivo Von Pelt, otros artesanos barra artistas. Las musas llegaron.