EL CIELO Y LA TIERRA.
La galerista Liliane Fawcett ha unido sus dos pasiones, el mobiliario mid-century y la cultura marroquí, al crear su edén cerca de Marrakech, una aventura en la que ha tenido como aliado al arquitecto Imaad Rahmouni, autor de un moderno proyecto que hace
La galerista Liliane Fawcett y el arquitecto Imaad Rahmouni han creado una vivienda racionalista rendida al paisaje bereber.
En cada montaña hay un camino”, dice un proverbio bereber. Y ha sido cerca de los montes del Atlas donde la galerista Liliane Fawcett descubrió el lugar ideal para levantar su paraíso privado en Marruecos. Precisamente en el valle de Ourika, unos 30 km al sur de Marrakech, esta francesa, fundadora de la galería y tienda londinense Themes & Variations, encontró una fnca poblada de olivos con vistas a esta cadena montañosa que recorre el norte de África. Pero su historia de amor con Marruecos empezó mucho antes: era una estudiante la primera vez que sintió el magnetismo del lugar, y más tarde, después de casarse, regresaría cada año. Tras adquirir la propiedad, el siguiente paso fue buscar a un arquitecto para edifcar un recinto inspirado en las construcciones y la cultura tradicional marroquíes, pero en un estilo moderno. Liliane, su marido Christopher con sus hijas Camilla y Rita, eligieron al argelino Imaad Rahmouni. “Es muy dinámico y tiene una idea cada dos segundos. Nos gustó su manera de introducir ritmo y vida en el interior de la casa; y también cómo consigue fltrar la luz, que aquí puede ser muy fuerte, con la arquitectura en sí misma, en lugar de cortinas y de persianas”, señala la propietaria. Rahmouni creó una reinterpretación contemporánea de la kasbah en esta casa volcada al exterior e integrada en el paisaje circundante, rodeada de terrazas y zonas de estar y de comer al aire libre. Con una cálida fachada en color terracota, la edifcación cuenta con varios
bloques conectados que albergan la casa de dos plantas. La vivienda principal tiene 1.200 m2, también se edifcó un pabellón de piscina y cinco villas para huéspedes, ya que Azaren, “higuera” en lengua bereber, como se ha bautizado al recinto, está disponible como hospedaje para quienes quieran disfrutar de unas vacaciones marroquíes de lujo. Tras una majestuosa entrada, enmarcada con arcos y fanqueada de altísimos cactus, la primera estancia es un recibidor de generosas dimensiones. Un largo pasillo se extiende a lo largo de toda la casa, a modo de eje central, que da acceso a todas las estancias: la sala de juegos, la sala multimedia y los cuatro dormitorios.
El sello marroquí está presente en la arquitectura de la casa, en sus albercas, arcos, en la textura de sus muros, en el hammam-spa, la ducha al exterior, así como en sus cuidados jardines, diseñados por los paisajistas Eric Ossart y Arnaud Maurières, quienes se recrearon con especies autóctonas que requieren de poca agua. Cactus, algarve, lechos de hierbas aromáticas, además de olivos, palmeras y cultivos de trigo, cebada y alfalfa completan el exuberante vergel de Azaren. El diseño de interiores, sin embargo, es obra de la experta mano de la propietaria. Nació en Francia y se formó en París como abogado. Fundó un estudio jurídico en Londres, pero a los pocos años dejó el derecho por el diseño y las artes decorativas y en 1984 abrió la exclusiva galería Themes & Variations en Westbourne Grove, en el barrio de Notting Hill, especializada en mobiliario de la posguerra y en diseño contemporáneo.
Este espacio se convirtió en uno de las pioneros en introducir mobiliario mid-century en la capital inglesa, y también de las primeras en apoyar en los años 80 el diseño contemporáneo, apostando por Tom Dixon y Ron Arad. En la casa vemos un delicado mix de arquitectura moderna marroquí con alfombras bereberes Beniourain, piezas clásicas de los 50, 60 y 70, de fguras icónicas como los Eames, Gio Ponti, Vladimir Kagan, y también obras de artistas y diseñadores procedentes de la galería, como Tom Dixon, Jérome Abel Seguin, Benedetta Mori Ubaldini... Forman una amalgama cálida y nada recargada. Liliane introdujo pinceladas de color en una pared de cada estancia, sobre todo en los dormitorios. “Adoro el color pero hemos decidido no abusar”, indica.
Uno de los retos fue encontrar la pieza adecuada para el enorme recibidor. “La parte más difícil del diseño de interiores fue encontrar el sofá correcto para el hall. Por pura casualidad encontramos este sofá de Vladimir Kagan en una subasta en Nueva York y por error lo enviaron a Mónaco. Finalmente llegó, pero es un sofá muy viajado”, cuenta. En Azaren conviven el diseño y el arte y está preparada para brindar descanso y placer en calma, pero también para concurridas reuniones sociales. “Afortunadamente, la casa no es nada pretenciosa”, señala. “Aquí hay tantos artesanos asombrosos que, sin darte cuenta, de pronto te encuentras poniendo más de esto y más de lo otro”. Sin embargo, resistió tentaciones y optó por la simplicidad para la casa, cuidando ciertas premisas: conservar un refrescante aire de campo, conectarla a la tierra e integrarla en el paisaje.