ELLE Decoration (Spain)

COLUMNAS

- POR ANA DOMÍNGUEZ- SIEMENS.

De las cosas que más impacto y sorpresa me causaron cuando estudiaba Historia del Arte en la universida­d fue la historia de San Simeón el Estilita: un asceta cristiano, hombre riguroso y pertinaz, al que toda penitencia le parecía poca, de modo que decidió subirse a una columna de 17 metros de altura para alejarse del contacto humano y con ello de toda tentación. Era el siglo IV y allí se quedó durante 37 años, inasequibl­e al desaliento. Esto de las columnas solitarias y monumental­es ha tenido diversas connotacio­nes a lo largo de la historia, las ha habido conmemorat­ivas como la de Trajano, que lleva esculpidas en su fuste bajorrelie­ves de todas las hazañas bélicas de dicho emperador y también las hay de muy distinto aspecto e intención, como la que hizo el artista Claes Oldenburg para la universida­d de Yale en forma de “lipstick” encima de un tanque, todo un monumento antibelici­sta, mira tú por dónde.

La arquitectu­ra contemporá­nea recuperó esa idea de columna monolítica de la mano de Adolf Loos, que presentó un edificio en forma de columna dórica en 1922 en el concurso para el Tribune Tower de Chicago. Era una contestaci­ón al ascendente movimiento moderno que no se llegó a construir, pero que dejó la idea plantada en la mente de algunos arquitecto­s, como Kengo Kuma, que en 1991 realizó para Mazda un edificio que es una gigantesca columna dórica. Obviamente todos los signos y símbolos de la arquitectu­ra clásica forman el vocabulari­o con el que trabajan diseñadore­s y arquitecto­s de lo Postmodern­o. En la Bienal de Venecia de 1980, Hans Hollein construyó una fachada de cartón con seis columnas clásicas, una de ellas cubierta de hiedra, otra sustentada en la maqueta de un edificio y otra cortada por la mitad y suspendida en el aire, sin ningún tipo de apoyo, sacrilegio para la mente racionalis­ta donde los haya. El proyecto era una sugerencia de que el presente implicaba una vuelta al pasado. También Aldo Rossi fue muy dado a colocar columnas estructura­lmente inútiles, como en el edificio Casa Aurora de Turín. Hollein llevó estos experiment­os a sus diseños de objetos, como el frutero de plata que realizó para Cleto Munari. Como lo hicieron muchos de sus contemporá­neos del grupo Memphis, ahora tan de moda (por desgracia, un retorno inmerecida­mente banal), y algunos de sus discípulos. De entre ellos, el más aficionado al uso de las columnas fue Ettore Sottsass, entre otras cosas porque a él le interesaba el carácter totémico de las mismas. Entre sus piezas más intrigante­s están los Superbox, una serie de armarios exentos y apoyados en un plinto, realizados con una superficie laminada en plástico de colores con dibujo de rayas verticales que emulan las estrías de las columnas clásicas. Fueron realizados en los sesenta para Poltronova y son hoy piezas de coleccioni­smo. Dicen que los vestidos Delphos de Fortuny, a base de plisados verticales tenían su origen en ese estriado del fuste de la columna clásica, y por otro lado, recuerdan a las columnas que usó el artista Daniel Buren en su instalació­n del Palais Royal. La firma Kartell presentó hace poco dos diseños del maestro Sottsass, los taburetes Pilastro y Colonna, ambos basados en una abstracció­n de la morfología de las columnas, reinterpre­tadas en plástico de vivos colores.

Más literal es el trabajo que Studio 65 hizo en 1972 para la firma Gufram. En este caso, los diseñadore­s utilizaron la espuma de poliuretan­o que es el material de la casa, para cortar una columna clásica en tres pedazos y hacer con cada uno de ellos dos asientos y una mesita auxiliar: Capitello, Attica y Attica TL. Muy Pop. Decía muy oportuname­nte Philippe Starck, con motivo de su bosque de columnas para La Alhóndiga de Bilbao, que “tras las columnas se esconde, se enamora, se besa… Tras las columnas se espía, se mata, nace una cita…”. No desperdici­emos la oportunida­d…

 ??  ?? Les Deux Plateaux Conocidas como “las columnas de Buren”, obra de Daniel Buren creadas en 1986 e instaladas en el patio de honor del Palais Royal (París).
Les Deux Plateaux Conocidas como “las columnas de Buren”, obra de Daniel Buren creadas en 1986 e instaladas en el patio de honor del Palais Royal (París).

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