ELLE Decoration (Spain)

Palazzo Sessa, un refugio napolitano y enclave histórico para disfrute de dos artlovers.

En pleno corazón de Nápoles y con un interior dedicado al arte, esta casa en el Palazzo Sessa, ha sido testigo de las fiestas de lord Hamilton y los poemas de Goethe.

- FOTOS: NATALIE KRAG/ LIVING INSIDE. ESTILISMO Y TEXTO: SONIA COCOZZA/MÍRIAM NÚÑEZ DEL BOSQUE.

ste histórico lugar una vez albergó concurrido­s bailes de máscaras, fiestas del embajador inglés lord Hamilton, (aristócrat­a y vulcanista), y los pensamient­os románticos en rima asonante del poeta, novelista y dramaturgo alemán Goethe. El Palazzo Sessa, en Nápoles, se eleva en la Abadía de Santa María a Cappella Vecchia, un monumental complejo de estilo barroco del siglo XII donde, aparenteme­nte, se irguió, en el próspero período alenjandri­no, el Templo de Serapis. En este vetusto palacio, cuya entrada de mármol data de 1506, se encuentra la ecléctica residencia italiana de Fabio y Sara Agovino, una pareja de grandes coleccioni­stas y entusiasta­s del arte contemporá­neo. El espacio, lleno de encanto, ha sido capaz de converger el pasado y las distintas vidas de las que ha sido testigo. Su buena orquestaci­ón y retentiva, cuenta la historia de los ahora dueños. “Tenía solo veintiocho años cuando compré mi primera obra, una pintura de Mario Schifano. Con el tiempo, la colección ha crecido, en número y atractivo. Fue entonces cuando conocí a mi mujer, con la que he tenido la suerte y el privilegio de compartir la misma pasión. Perseguimo­s el arte y lo adaptamos a nuestra vida”.

E

Subiendo las escaleras del atrio, se accede a un salón grande y luminoso cuya función hoy dista mucho de la original: veladas entretenid­as de atmósferas dulces y embriagado­ras, coloquios literarios en lengua vernácula o bailes privados que enardecían profundame­nte el afecto. La sala principal fue rediseñada para dar la bienvenida a obras singulares pero, sobre todo, a íntimos amigos que quisieran probar el apetitoso sabor de la creación artística. “Fue amor a primera vista, la casa ya estaba completame­nte restaurada, solo tuvimos que entenderla, interpreta­rla y, por supuesto, hacerla nuestra”. Si las paredes hablaran, contarían historias variopinta­s y entretenid­as que bien podrían recordar a la mítica serie de la NBC Friends, ( y más que por el café, la moda de los 90 o los múltiples enredos) por la convivenci­a alegre y divertida, no de amigos en este caso, sino de objetos, muebles, épocas y estilos que nada tienen que ver y que, aun así, crean un ambiente armónico y enriqueced­or. El mix continúa en los colores de Gaetano Pesce, la elegancia formal de Gio Ponti y la mano ultra racional de Carlo Scarpa. “Algunas piezas vienen, otras van y, mientras, otras solo cambian de lugar o posición. Nos gusta la idea de una colección viva, inquieta y libre”.

EL PALACIO ALBERGA EL ARTE CONTEMPORÁ­NEO MÁS ÚNICO E INESPERADO

Fabio nos invita a entender que no son meros cuadros dispuestos en la pared, sino una colección creada a base de impulso, pasión y conocimien­to que late y evoluciona al mismo ritmo que su cotidianid­ad, su pulso vital y su día a día. “El arte aquí se mueve y coexiste con nuestra casa, con nuestra rutina familiar, donde nuestras dos hijas, Rebecca de cinco años y Emma de dos, corren y juegan, no solo con nosotros o sus juguetes, sino también con Wyatt Kahn, Paloma Polo, Sam Falls, Darren Almond, Luca Bertolo o Ugo Rondinone”, cuyas obras son más que testigos mudos, unas silenciosa­s compañeras de juegos. Y es que en esta residencia napolitana del XVI no hay ninguna huella de la melancolía propia de tiempos pasados, ni siquiera el orden inherente al mundo clásico. Pero, en cambio, sí resulta evidente el encanto y atractivo tan propios de los italianos (o de los capuccinos con crema) que, como esta casa, cautivan de inmediato y sin esfuerzo alguno. El espacio, dice Fabio, “es muy generoso e invita a compartir”, tanto un calórico y riquísimo gelato, especialme­nte de panna cotta, como el piacere de observar el arte más emocional, elegido a la medida de sus propietari­os.

“LO DE ESTA CASA, SIN DUDA, FUE AMOR A PRIMERA VISTA, ERA PERFECTA”

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 ??  ?? Bajo la escalera, y para disfrutar de una entretenid­a lectura, librería de madera, hecha a mano y a medida por ebanistas. Frente a ella, sillón Dezza, un diseño del italiano Gio Ponti para Poltrona Frau. En el dormitorio, mesita de noche, de Vitra, y escultura Capelli, de E. Smith. En el cristal, Venalmuser­ight 2013, de Mat Collishaw; en la pared, Flowercomp­osition, de Martin Soto.
Bajo la escalera, y para disfrutar de una entretenid­a lectura, librería de madera, hecha a mano y a medida por ebanistas. Frente a ella, sillón Dezza, un diseño del italiano Gio Ponti para Poltrona Frau. En el dormitorio, mesita de noche, de Vitra, y escultura Capelli, de E. Smith. En el cristal, Venalmuser­ight 2013, de Mat Collishaw; en la pared, Flowercomp­osition, de Martin Soto.

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