¡VAYA VISTAS!
1. Pasión por los flecos, como los que decoran el borde de esta descalzadora, modelo Nude, 995 €, en Rue Vintage 74. 2. Geometría en el estampado de esta alfombra, modelo Adana, de 170x240 cm, 689 €, en Boconcept. 3. En rosa y blanco, lámpara de mesa con
Proliferan en internet sondeos de todo pelaje. Normalmente no picas. Pero, recientemente, uno de estos cuestionarios te invitaba a predecir tu libro. Y caí. Por no alargar, resumo. Contesté las preguntas. Con sinceridad. Y este fue el resultado: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? ¿Una novela de ciencia ficción mi libro? Mal encaminados iban... ¿o no? Firmada por Philip K. Dick fue escrita en 1968 e imaginaba el mundo en 1992. Seguro, no me gusta el género.
Haciendo memoria y tirando de Google, que es como nuestro disco duro, llego a Blade Runner. La película de Ridley Scott que se inspiró en la novela de Dick. ¿Cuántas veces la habré visto? ¿Una docena? Obsesivamente intenté atrapar su estética al diseñar una discoteca en Madrid (ver el reportaje en la revista Nuevo Estilo nº168 de marzo de 1992). Era joven y fue un proyecto inmaduro. Intentaba parecerme a los Maestros. Y con permiso de Tadao Ando, en interiorismo –la palabra decoración nos repugnaba– los mentores a seguir eran, en aquellos años de formación, Eduard Samsó y Alfredo Arribas.
Ellos -junto a otros cuantos- habían presentado Barcelona al mundo con una serie de bares y restaurantes. Era la época del “¿diseñas o trabajas?”. Y las copas se solían tomar en Velvet, Nick Havanna, Otto Zutz y Network . Escenarios posmodernos que iban a la zaga de la película. Entonces, descubrí el séptimo arte como prescriptor. Lo sé. A finales de los ochenta esta palabra aún no se usaba.
De Blade Runner, nos quedamos con el apartamento de Rick Deckard (Harrison Ford), que utiliza parte de la Casa Ennis de Frank Lloyd Wright. Un templo -léase, casa- dedicado a la estética maya. Aquel Los Ángeles de 2019 que reflejaba la película de Ridley Scott era una contradicción de altos rascacielos y edificios históricos, donde las instalaciones tomaban las fachadas. Había referencias a los trabajos del estudio Archigram o al Pompidou de Richard Rogers y Renzo Piano. Paredes desnudas y orgasmos de neón. Así era el futuro.