SIMPLE MIND.
Pura expresión personal es este piso de principios del XX en Copenhague, el nido de la diseñadora Britt Sisseck, donde atesora sus elecciones más signifcativas: diseño vintage y contemporáneo, arte y los objetos de su vida.
El minimalista y refinado refugio en
Copenhague de la diseñadora de moda Britt Sisseck.
El artista danés Vilhelm Hammershøi (1864-1916) participa también, de algún modo, en la historia de amor entre la diseñadora de moda Britt Sisseck y este piso de 350 m2 en un edificio protegido de Copenhague. Situado en la zona de Østerbro, fue construido entre 1900 y 1902 en estilo renacentista holandés, sobre la base de un diseño del arquitecto Philip Smidth. La primera vez que Britt entró en él, debió de sentir que estaba dentro de un cuadro de este artista, conocido como “el pintor del silencio”. Las amplias estancias dotadas de altos ventanales le recordaron las escenas de interior que el danés pintó obsesivamente en su propia vivienda en el siglo XIX, y que se han convertido en obras de culto por su desnudez y minimalismo. En muchas de ellas no hay casi muebles ni personas, tan sólo ventanas, puertas y una nostálgica luz natural, y sin embargo, expresan profundos conceptos, como el paso del tiempo, el silencio y la soledad individual. “El piso me recordó las pinturas de Hammershøi, con sus puertas abiertas y blancas, y un interior de tonos suaves”, nos cuenta la diseñadora de moda, poseedora de un personal estilo a la hora de idear ropa de mujer. Crea exclusivas camisas, blusas y americanas, combinando el corte masculino clásico con un look femenino y refinados algodones y sedas italianas. Aunque ella asegura que no es consciente, es evidente la relación que hay entre la manera en que ha decorado su piso y la estética de sus diseños.
> La amplitud del espacio es vital para este apartamento habitado por Britt Sisseck y su familia numerosa, y en el que, además la diseñadora suele trabajar. A ella le encanta que la estética de cada habitación sea simple y que su propósito esté bien definido, y aplica la misma actitud que para diseñar sus emblemáticas camisas. “Prefiero una decoración sin pretensiones. Y quiero que mi familia y mis invitados tengan esa misma experiencia sin pretensiones en casa. Esto no implica desorden, por el contrario. Un hogar muy personal significa mucho para mí, así que no me relajo a menos que me sienta cómoda en él”. En busca de la calma y el equilibrio, la diseñadora ha optado por tonalidades claras en todas las habitaciones, en las paredes y techos, puertas y ventanas. Esto hace que destaquen las piezas elegidas por ella: arte, mueble vintage, piezas de la casa de su infancia, otras heredadas, mobiliario de diseño y objetos que ha comprado en sus viajes y que tienen un significado, en un mix que tiene como eje conductor su experiencia personal. No hay nada ostentoso ni superfluo, reina el espíritu nórdico en esencia, con su sobria calidez. “Se trata de conseguir una expresión personal a través de poner la belleza y la funcionalidad a partes iguales. Siento que mi propia expresión estética es un intento de identificar y entender mi propio ser interior. Como una danza en la que constantemente uno se desafía y trata de definirse a sí mismo”, concluye.