PISCINAS Y PAISAJE
Desde Samoa a Aruba, desde Islandia a Australia o a la Isla de Skye, son múltiples y diversos los lugares del mundo donde la propia naturaleza ha creado unas piscinas que se han convertido en lugar de peregrinaje. Siempre que hay agua involucrada es algo innato al ser humano el querer incorporar el paisaje alrededor. Ya sean las grandes vistas a montañas, bosques, grutas o al mar, el paisaje tiene que formar parte de la experiencia piscinil para que ésta nos parezca completa y revivificante, que si no, no merece la pena el lance. Así que ha sido misión de arquitectos la recreación de estos lugares, intentando emular la experiencia que suponen. Los hay para todos los gustos.
En Lanzarote, por ejemplo, tenemos el modelo de piscina integrada en una gruta en los Jameos del Agua. Es una creación de los años sesenta de César Manrique, que es quien mejor entendió nunca ese matrimonio avenidísimo de piscina y naturaleza. César, que fue un feroz defensor de la integración de arquitectura y medioambiente, realizó allí un ejercicio magistral que a través de una dramática iluminación nocturna y el uso del cemento blanco que contrasta con la negra piedra volcánica, hacen del lugar un sitio en el que el espectáculo está servido incluso antes de que empiece la actuación (aquel espacio es también una sala de fiestas). Para ser justos y rigurosos, allí no estaba permitido bañarse, aunque es seguro que algún atrevido/afortunado se saltó las normas para gozar de ese privilegio. Yo no fui. Los que sí se bañan y además de un modo comunal son los que visitan las Termas de Vals en Suiza, una obra de Peter Zumthor que según todos los que pasan por allí es un prodigio de comunión con las montañas que las rodean, especialmente si es en invierno y el paisaje está nevado. ¡Ooohm! Mucho más modesto pero igualmente interesante resulta el proyecto de Kengo Kuma para los baños Kogohi de Japón. Una simple plataforma que flota entre el follaje y que incorpora grandes bañeras de madera, de modo que uno se sumerge a la vez en la naturaleza y en el agua caliente.
El mismo arquitecto está construyendo un centro acuático en Copenhague donde el baño se convertirá en una auténtica experiencia existencial, con una construcción a base de pirámides y piscinas en terrazas escalonadas que bajan hasta el mar, con vistas panorámicas al puerto, tanto si estás en el interior como en el exterior. Una idea parecida pero integrándolas en las rocas naturales del entorno y que se llenan con agua de mar fueron las envidiadas de Siza Vieira en Oporto. Sin embargo, también se puede colocar una piscina de estas características en el centro de la ciudad, como es el caso de la de Martorell-Bohigas-mackay en el parque de la Creueta del Coll, en el distrito de Gracia de Barcelona, con una piscina-lago rodeada de vegetación.
No me olvido de la que han ideado Herzog & De Meuron, la Naturbad Riehen, que también tiene ese punto de parque y lago natural, y que está construido en madera como las tradicionales piscinas del Rhin. Pero Copenhague se lleva la palma en este tipo planes de intervenciones que facilitan la comunión con el líquido elemento. Otro proyecto para su puerto fue el Blu Plan de Tredje Natur con PK3, que pensaron para la zona en una serie de islas artificiales con un área donde se mezclan las piscinas calientes y las saunas en total armonía con el entorno. Está clarísimo que el agua y la línea del horizonte tienen poderes que desconocemos en lo químico pero con evidente impacto en lo físico.