ELLE Decoration (Spain)

EL PARÍS VERDE.

- FOTOS: STEPHAN JULLIARD. REALIZACIÓ­N: IAN PHILIPS. TEXTO: MIRIAM NÚÑEZ DEL BOSQUE

El original apartament­o de JeanChrist­ophe Aumas, director artístico de firmas de lujo.

En este apartament­o parisino de 120m2 en Pigalle vivió, en el siglo XIX, un adivino y hechicero. Hoy, sin embargo, lo habita Jean-christophe Aumas, el director artístico de las grandes casas del lujo, como Céline o Dior. Es su propio País de las Maravillas, con una naturaleza disparatad­a, vidrieras de colores, espejos azules y paredes a medio pintar.

Nada permanece para siempre en el apartament­o de Jean-christophe Aumas, allí las cosas rotas no se reparan, los cuadros y obras de arte se apilan en el suelo, unas encima de otras, y el techo de la cocina, de un color rosa pálido, ha quedado a medio pintar. Aumas es director artístico, (de los mejores), entre sus clientes se encuentran frmas como Céline, Boucheron y Dior. Si le preguntas por sus trabajos más inverosími­les mencionará aquella vez que introdujo un rebaño de ovejas en Le Printemps de París, además, le gusta contar cómo llenó la tienda de John Galliano con una montaña de papel hecho trizas. Vive en un apartament­o de 120m2, en el barrio parisino de Pigalle, ( hoy uno de los hotspots de la ciudad), que estuvo habitado por un hechicero y adivino durante el siglo XIX. Desde la entrada, un largo corredor conduce hasta una puerta esculpida y continúa hasta la sala de estar donde Aumas manifesta lo mucho que le atrae la naturaleza salvaje y disparatad­a. La arquitectu­ra clásica francesa, como las chimeneas de mármol o las molduras, conviven con claraboyas y vidrieras cuyos colores, en los días soleados, se proyectan en el interior. “Es como una pequeña catedral” dice Aumas. Su obsesión por la luz le llevó a cambiar las puertas parcialmen­te de madera que daban al patio por otras de cristal, más tarde llenó el lugar con multitud de plantas de hoja verde. “Quise crear una especie de jungla en miniatura, al azar y con un espíritu desordenad­o”. (Y a sólo veinte metros de las calles de París).

Entre sus grandes talentos está su inteligent­e y original forma de usar el color, pintó la zona entre el recibidor y la estancia principal de tres tonos diferentes y eligió el cerúleo para el dormitorio. En cambio, el azul de las paredes del salón es tan leve que en ocasiones es confundido por un simple blanco. “Me gustan esa clase de sutilezas”, admite, no sin cierto halo de satisfacci­ón y regocijo. La cocina y el baño son reminiscen­cias de una casa tradiciona­l griega. Aumas creció en Aix-en-provence, al sur de Francia, de ahí la infuencia mediterrán­ea de muchos de sus rincones. Pocos muebles le acompañaro­n desde su antiguo piso, aun así, seis sillas de hierro y piel de los años 70, adquiridas en un mercado de Bruselas, consiguier­on colarse y ocupan la mesa vintage del comedor, un diseño de Marcel Gascoin. Destaca, además, un sofá de Vincenzo De Cotiis, una de las posesiones favoritas del director artístico. “Es como una escultura, me sorprende su capacidad de soportar el paso del tiempo”. Otra de sus pasiones es la cerámica; una pieza intrigante es la del alfarero danés Frederik Nystrip Larsen, un trofeo en arcilla de la serie Not a Sports Club. “Es como si lo hubiera hecho un niño”, se divierte diciendo. Una deliberada dosis de imperfeció­n es evidente en el resto de la casa, el espejo de cristal sobre la chimenea parece haber sido cortado incorrecta­mente, sus bordes irregulare­s son, no obstante, cabalmente intenciona­dos. La verdad que en este apartament­o nada tiene un contrato indefnido, “puede que en seis meses esta casa ya no sea la misma que estáis viendo ahora, quizás pinte las paredes de rojo”, concluye Aumas.

“EN MI CASA CREO Y EXPERIMENT­O, LAS COSAS NO DURAN MUCHO EN UN MISMO LUGAR”

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