CHIC BARROCO. Una vivienda en Bruselas llena de encanto que le ha transmitido su dueña, Virginia Lesaffer.
Virginia Lesafer, profesional liberal ajena al interiorismo pero sabia en estilo, ha convertido una deslucida casa en Bruselas en un universo personal fascinante. No solo por la renovación, también por su instinto para los objetos curiosos y el diseño mod
espués de haber vivido en Ámsterdam y São Paulo durante varios años, Virginia Lesafer decidió regresar a su país con sus dos hijos. De origen famenco, esta abogada con el aura de una diseñadora de moda compró en 2014 una casa de cuatro plantas de principios del siglo pasado en la zona de la plaza Brugmann de Bruselas. La vivienda no estaba en muy buenas condiciones, pero en vez de asustarse se lo tomó como un proyecto de disfrute personal, con la idea de montar algún dia una galería de arte en la planta baja. Junto con su amigo empresario Cédric Bertrand y el arquitecto Alexis Froment inició una renovación total, preservando los elementos arquitectónicos originales pero, al mismo tiempo, siguiendo su propio instinto para dotarla de un aire más moderno y personal. “Nunca leo revistas de decoración, simplemente he hecho lo que me gustaba”, cuenta divertida sobre el diseño de su casa esta abogada con alma de artista.
La vivienda era un folio en blanco perfecto para que Virginia pudiera expresarse y mostrar sus múltiples objetos con interesantes historias detrás, adquiridos por todo el mundo en sus innumerables viajes. De este modo, diferentes estilos se suceden por toda la casa, generando un original y creativo compendio de interiores repleto de giros, curiosas perspectivas, rincones, trampantojos y vitrinas de curiosidades, todos ellos dominados por los colores fetiche de su propietaria: negro, para generar una atmósfera de misterio, y dorado, para aportar puntuales notas lujosas. De habitación en habitación, su pasión por los viajes remotos, la naturaleza y los animales se va haciendo cada vez más evidente. Un tocado de bailarina balinesa, otro con plumas azules de origen indígena del Amazonas, fguras y dragones chinos, mariposas bajo una campana de cristal, motivos de cisnes o alcachofas silvestres en los papeles pintados…
Un ecléctico estilo que también se aprecia en cómo se viste, con ropa de segunda mano combinada con una joya de Chanel. De hecho, Virginia hace exactamente lo mismo con sus interiores, mezclando telas, objetos y mobiliario actuales con piezas vintage frmadas por algunos de los nombres más relevantes de la historia del diseño del siglo pasado, adquiridos a coleccionistas como el belga White Interiors. Admite que está muy infuenciada por la sensibilidad y los consejos de su madre, que le ha transmitido su virtud para conseguir un gran efecto con muy poco y el don de encontrar tesoros: el fósil de un calamar incrustado en una piedra con forma de estalactita, una lámpara de araña de cristal de Murano, un kimono hecho con envoltorios de Ferrero Rocher, una bañera de un material vanguardista forrada en su interior con papel de oro… Pragmática e intuitiva, la dueña de esta casa ha conseguido crear un ambiente coherente, íntimo y sereno, verdaderamente fuera de lo común. Qué duda cabe que Virginia es una habilidosa experta en huir de lo común a toda costa.