ELLE Decoration (Spain)

AQUÍ VIVE.

La escultora Cristina Iglesias nos abre las puertas de su casa- estudio en la sierra madrileña.

- POR CRISTINA GIMÉNEZ. FOTOS: JAVIER SALAS.

Todo en la obra de Cristina Iglesias, una de las artistas españolas con mayor proyección internacio­nal, tiene que ver con pensar espacios donde nada es lo que parece, parajes cargados de poesía y belleza que llevan al espectador a confrontar la ausencia y el deseo, la insatisfac­ción o la imposibili­dad de verlo todo. En su casa-estudio en Torrelodon­es, en la sierra madrileña, ha desarrolla­do la mayor parte de su obra en los últimos treinta años. La casa familiar que creó con su marido -el también artista desapareci­do Juan Muñoz-, donde crecieron sus hijos, inicialmen­te tenía una sola altura y una sencilla planta rectangula­r, y fue absorbiend­o necesidade­s familiares y profesiona­les traducidas en extensione­s, pabellones, estudios, oficinas, una nueva planta… Un crecimient­o orgánico dictado por el ritmo en el que surgían nuevos proyectos artísticos de mayor escala. El lugar donde surge la obra es en la cabeza del artista, pero ¿te influye estar en un lugar o en otro? El hábitat donde vivo me influye sin duda pero el lugar de pensar lo he elegido yo. Vivir en esta casa, al principio, fue una oportunida­d familiar que podíamos utilizar, pero éste ha seguido siendo mi sitio de pensar porque es un entorno cercano y aislado al mismo tiempo, lo que me permite concentrar­me sin las distraccio­nes de la ciudad.

“En mi obra está presente la idea de jardín como concepto poético y filosófico. Poder estar aquí me permite trabajar en estas obras pero, si no tuviera este lugar, lo buscaría, sería un patio de cualquier sitio”

La idea de lo remoto en la ciudad está en tus obras. Actualment­e estoy trabajando en un proyecto que tiene que ver con ello, una obra permanente para el faro de la isla de Santa Clara, en San Sebastián, un lugar único e importantí­simo por mi relación con la ciudad y con el mar. El interior del edificio, hogar del último farero y deshabitad­o desde los 60, está en malas condicione­s. Vamos a vaciarlo y restaurarl­o y construire­mos un gran vaso, un pozo hacia el mar... Aunque sea una ilusión. Es similar a la intervenci­ón que hice en la Torre de Agua en Toledo, ambas cuestionan la idea convencion­al del espacio público. El concepto de recorrido es recurrente. ¿Ir al estudio es como de ir adentrándo­te en tu obra? Estar más en la ciudad y desplazarm­e a las afueras, cerca de la naturaleza, me gusta. Estoy entrando en esa rutina, que se rompe en ocasiones porque viajo mucho. Es el condiciona­nte que tiene hacer cosas en lugares específico­s. Además de las exposicion­es en galerías y museos, hago piezas site-specific. Ahora tengo un proyecto en Houston, en Francia, en Asia..., lugares a los que hay que ir, ver las caracterís­ticas del espacio. Una parte muy importante de mi estudio es la fundición en Eibar. La manera como trabajamos allí ha abierto muchísimo las posibilida­des de mi producción. No lo hago en un modo tradiciona­l reproducie­ndo a partir de un molde, sino con el equipo, muy activament­e combinando maneras de construir. Ejecuto también obras mas pequeñas, en otra escala.

“Estoy al lado de la ciudad, pero en un lugar que a la vez da la sensación de ser salvaje y más alejado de lo que en realidad es”

Has colaborado con arquitecto­s como Foster, Piano o Moneo. ¿Qué retos has encontrado en esos proyectos? En mi trabajo todo está conectado. En el caso de la Fundación Norman Foster tenía que crear un espacio de sombra lo que supone un condiciona­nte pero también un punto de partida. Otro ejemplo es el del encargo de Moneo que me pidió diseñar el portón para la extensión del Prado. Había construido pasajes, pasadizos... Me interesa mucho la idea de un espacio entre un lugar y otro. A partir de esa idea se fue formando la obra, invadiendo el umbral, los lados, introducie­ndo movimiento y secuencia. Estos proyectos y otros me han permitido desarrolla­r partes no solo del lenguaje sino del pensamient­o, de la reflexión sobre qué puede aportar la escultura pública y la no pública hoy en día a la sociedad y sobre como quien se encuentra con la obra, puede relacionar­se con ella. Intento que los condiciona­ntes con los que tengo que trabajar en proyectos públicos hagan que los límites que requieren, sean precursore­s de nuevas ficciones. Que jueguen a mi favor y que pueda hacer de ello una reflexión sobre qué puede ser la intervenci­ón pública hoy en día en una ciudad o en la naturaleza.

“Ésta ha sido la casa familiar donde han crecido mis hijos, pero ahora es un estudio con una parte habitable esporádica­mente”

“Intento que los condiciona­ntes con los que tengo que trabajar en proyectos públicos jueguen a mi favor y haga de ello una reflexión sobre qué puede ser la intervenci­ón hoy en día en una ciudad o en la naturaleza”

¿Cuando creas tienes presente que tus obras terminarán viviendo en contextos residencia­les? Algunas tienen la dificultad de encontrar su lugar en un ámbito doméstico, pero muchas viven en casas de coleccioni­stas sin problema. Es cierto que existen condiciona­ntes que influyen en que sean más adecuadas en unos espacios que en otros. Una escultura bidimensio­nal puede vivir en muchos más lugares que una tridimensi­onal, pero incluso éstas, a veces, apenas necesitan una pequeña esquina. ¿Qué implica para tí vivir con arte? La mayor parte de las obras con las que convivo tienen un vínculo personal, son de artistas amigos como Roni Horn, Fischli and Weiss, Thomas Schütte o Struth… Muchas otras, también de gente joven que, a veces, me gusta comprar. Rodeando el estudio hay una pieza de Lawrence Weiner, cargada de simbolismo pues formó parte de la última exposición en la galería Marga Paz, una de las pioneras en Madrid en los años 80. Aunque la obra la compramos tiempo después en la galería Mariam Goodman. Weiner vino personalme­nte a montar la obra y decidió él donde instalarla. Quiso que fuera rodeando la arquitectu­ra de mi estudio.

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 ??  ?? En la otra página, Cristina Iglesias trabajando en su casa- estudio de Torrelodon­es. El horizonte de Madrid, desde la terraza de la casa (izquierda), se siente alejado, pero a la vez está presente. Obra en bronce Conversati­onpieceiii,2001, de Juan Muñoz. La vivienda (abajo), situada en la sierra madrileña y de planta sencilla, se ha ido transforma­ndo y ampliando a la medida de los proyectos artísticos de la escultora, una de las más cotizadas en el ámbito internacio­nal.
En la otra página, Cristina Iglesias trabajando en su casa- estudio de Torrelodon­es. El horizonte de Madrid, desde la terraza de la casa (izquierda), se siente alejado, pero a la vez está presente. Obra en bronce Conversati­onpieceiii,2001, de Juan Muñoz. La vivienda (abajo), situada en la sierra madrileña y de planta sencilla, se ha ido transforma­ndo y ampliando a la medida de los proyectos artísticos de la escultora, una de las más cotizadas en el ámbito internacio­nal.
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 ??  ?? Cada proyecto que acomete la escultora necesita su espacio y cuenta con su propia mesa para llevarlo a cabo. Sobre estas líneas, Acuariumii­i,2001(estancias Sumergidas), título de la maqueta que ayudó a Cristina Iglesias a desarrolla­r el proyecto que realizó en el fondo del Mar de Cortés, en Baja California.
Cada proyecto que acomete la escultora necesita su espacio y cuenta con su propia mesa para llevarlo a cabo. Sobre estas líneas, Acuariumii­i,2001(estancias Sumergidas), título de la maqueta que ayudó a Cristina Iglesias a desarrolla­r el proyecto que realizó en el fondo del Mar de Cortés, en Baja California.
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 ??  ?? Su exposición Entreespac­ios, en el Centro Botín de Santander, se podrá visitar hasta el día 3 de marzo de 2019.
Su exposición Entreespac­ios, en el Centro Botín de Santander, se podrá visitar hasta el día 3 de marzo de 2019.
 ??  ?? Las serigrafía­s sobre acero con impresión digital (bajo estas líneas, Monotipoii­i,2017), es una de las líneas de trabajo que ha estudiado. Desde la cocina se aprecia una obra suya en el jardín, donde desarrolla elementos a nivel de detalle, aunque muchos de sus proyectos están en una escala que no tiene nada que ver con la de ese espacio exterior.
Las serigrafía­s sobre acero con impresión digital (bajo estas líneas, Monotipoii­i,2017), es una de las líneas de trabajo que ha estudiado. Desde la cocina se aprecia una obra suya en el jardín, donde desarrolla elementos a nivel de detalle, aunque muchos de sus proyectos están en una escala que no tiene nada que ver con la de ese espacio exterior.
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