ELLE Decoration (Spain)

EL ARTE ENTRE COSTURAS.

Obras contemporá­neas y alta costura en el piso de Madrid del modisto Jan Taminiau.

- FOTOS: PABLO SARABIA. REALIZACIÓ­N: MERCEDES RUIZ- MATEOS. TEXTO: ANA RODRÍGUEZ FRÍAS.

Sus vestidos enamoran a aristócrat­as, empresaria­s, celebs, princesas y reinas, -como Matilde de Bélgica y Máxima de Holanda, y a popstars, como Lady Gaga, Beyoncé y Rihanna, quienes los han lucido. A Taminiau no le interesan las modas ni las tendencias, y sus creaciones encuentran inspiració­n en la naturaleza, en la huella del tiempo o en la elegancia innata de las mujeres. Si entras en su casa-estudio en el barrio de las Letras de Madrid, lo entiendes todo. En el hall de entrada te recibe una escultura de Juan Muñoz, en un rincón, y otra de Tobias Rehberger colgada del techo, y más obras junto a dos de sus bellísimos diseños. El diálogo entre arte y haute couture sigue en todas las habitacion­es de una casa con techos altísimos decorados con molduras y amplias habitacion­es bañadas de luz. De 475 m2, este piso de mediados del s. XIX esconde tesoros e historias. A fnales del s. XX vivió aquí Sonsoles de Icaza, marquesa de Llanzol, amiga, musa y clienta de Balenciaga. Décadas más tarde, la alta costura ha vuelto de la mano del couturier holandés, quien llegó hace cuatro años, para vivir con su pareja, el coleccioni­sta y experto en arte antiguo Juan Várez. No solo es el lugar donde crea, sueña y se inspira, sino también un espacio clave para su marca JANTAMINIA­U. Aquí es donde presenta sus coleccione­s, dos veces al año en exclusivas reuniones con no más de 50 invitados. Y lo hace en el salón, en pases íntimos con deslumbran­te puesta en escena. Los prefere a los desfles multitudin­arios. “Me gusta que haya intimidad y poder explicar personalme­nte cómo está hecho cada vestido”.

“LA BASE ANTIGUA DE ESTA CASA DANZA CON EL ARTE CONTEMPORÁ­NEO. ES UNA MEZCLA ENTRE PASADO Y FUTURO, ENTRE LO VIEJO Y LO NUEVO. Y ME ENCANTA”

“Estos modelos se hacen a mano y no en cinco minutos. Así el público puede entenderlo­s, tocar las telas…”, señala mientras nos enseña sus criaturas. Son vestidos únicos con bordados, paillettes, cuentas, estampados de fores, plumas, cristales, tules, sedas, organzas... Cada uno es resultado de un trabajo de meses y recoge su pasión por técnicas artesanas tradiciona­les de bordado y costura, aderezadas con su sello personal. Los encontramo­s en el salón y en el despachoat­elier contiguo, donde también exhibe su colección de broches, colgantes y pendientes con formas de insectos, piezas únicas en latón y metacrilat­o. Pero la mayor concentrac­ión de vestidos está en la biblioteca, que hasta hace poco albergó al comedor –este último se ha trasladado a la “sala del ping pong”- que ahora exhibe, en una instalació­n a base de espejos, 40 de los 140 vestidos que se expusieron en 2018 en una retrospect­iva en el Centraal Museum de Utrecht, y que abarcó toda su trayectori­a como creador, incluida su infancia. Esta historia empezó cuando era un niño en la tienda de antigüedad­es de su abuela, quien no le permitía jugar allí, pero sí en el ático donde guardaba los objetos antiguos y rotos, chandelier­s dañados y un sinfín de piezas que él veía como grandes tesoros y que despertaro­n su temprana sensibilid­ad por los objetos con alma y pasado, embellecid­os por el tiempo. De muy joven pensó que sería anticuario, como su abuela y su bisabuelo, aunque fnalmente optó por la moda. Precisamen­te el vestido que le dio renombre fue el que vistió Máxima de Holanda en 2009 al inaugurar la Bienal de la Moda en Arnhem, y que Jan diseñó y cosió con la tela de viejas y parchadas sacas de correo holandesas, que habían transporta­do cartas, emociones e historias humanas durante años. También él diseñó el modelo en azul klein con capa que la reina llevó durante la investidur­a de Guillermo de Holanda en 2013, y que le consagrarí­a mundialmen­te. El éxito, los premios, y la fama no le han hecho perder esa sensibilid­ad de artista y su personal mirada. Disléxico desde niño, nos cuenta que las letras y los libros no le han sugerido mucho.

“SIEMPRE ESTAMOS CAMBIANDO LA DECORACIÓN Y EL ARTE. ASÍ REDESCUBRO LA CASA Y VARÍAN MIS SENSACIONE­S”

Pero ha aprendido “a mirar” con sensibilid­ad y lucidez. Hacerlo bien es para Jan el verdadero lujo. “He estado tan ocupado que, a veces, no he tenido bastante tiempo para mirar. Y tienes que darte el tiempo para no pasar por alto ciertas cosas, como el rocío de un amanecer, ver a tus padres hacerse mayores...” Una de las cosas que más le gustan de la casa es su versatilid­ad, que pueda ser a la vez showroom, atelier y también el lugar donde encuentra la calma para crear. Está siempre cambiando las cosas de sitio, modifcando su decoración, renovando las obras de arte, recolgando cuadros... Ávido consumidor de revistas de decoración, el interior de las casas le inspira. Y en España ha descubiert­o casas que le fascinan. “Desde que estoy en este país, el color ha entrado en mi mundo”, señala. “Y aquí he encontrado una combinació­n de lo nuevo y lo viejo que jamás había visto antes”, señala.

El año que empieza está cargado de planes que le ilusionan. Ahora se encuentra entusiasma­do formando a su propio equipo en Madrid –tiene otro taller y equipo en Holanda- con el que seguirá confeccion­ando sus vestidos de boda y sus soñadas coleccione­s de alta costura. Este mes de febrero presentará su nueva colección. Y en marzo, lanzará su primera línea de prêt-à-porter. Entre otros planes que acaricia para los próximos meses, nos confesa, está una línea de diseño de mobiliario e ítems relacionad­os con la decoración, de cara a 2020. “Esto supone trabajar con materiales diferentes, que no son telas. Y eso es apasionant­e”, dice. Al preguntarl­e si ha barajado diseñar ropa para hombre, contesta: “Alguna vez he pensado diseñar algo para mí, pero al fnal, voy y lo compro” (se ríe). Y concluye: “Es que solo las mujeres tienen la habilidad de hacer “una entrada”, es decir, entrar en una habitación y adueñarse de ella. Tienen esa cosa bella de que con un solo movimiento, se recogen el pelo o lo dejan caer; o de mover con sutileza la mano o los ojos, y todas las cosas que hacen las mujeres y que me hacen enamorarme de ellas todo el tiempo para crear los vestidos. Yo veo esa magia solo en ellas”.

“EL ARTE TE DA UNA MANERA HERMOSA Y DIFERENTE DE VER LAS COSAS, Y SER CONSCIENTE DE ELLAS”

“EL VERDADERO LUJO ES SABER MIRAR BIEN, A LAS PERSONAS, A LA VIDA...TU PUEDES VER, PERO SI NO MIRAS BIEN, TE PIERDES LAS COSAS”

“CUANDO LLEGUÉ A ESTA CASA, DE HOLANDA SOLO TRAJE... ¡VESTIDOS! SON MI VIDA Y LO QUE AMO”

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 ??  ?? Arte y moda en el salón. En la estantería, una serie enmarcada de Franz Erhard Walther; y papel de Adolfo Schlosser, que es el boceto de su escultura sobre la mesa. A continuaci­ón, dos obras con marco, muletas, jaulas y un collage, todas de Pepe Espaliú. En la pared, a la derecha, carboncill­o y pastel sobre papel de William Kentridge, una de las favoritas de Jan. Alfombra portuguesa años 30, de la colección de Duarte Pinto Coelho, subastada en Christie’s Londres. Sofá, mesa y butacas, de Antonio Citterio para B&B Italia. SillasTorn­asol, de Pepe Andreu.
Arte y moda en el salón. En la estantería, una serie enmarcada de Franz Erhard Walther; y papel de Adolfo Schlosser, que es el boceto de su escultura sobre la mesa. A continuaci­ón, dos obras con marco, muletas, jaulas y un collage, todas de Pepe Espaliú. En la pared, a la derecha, carboncill­o y pastel sobre papel de William Kentridge, una de las favoritas de Jan. Alfombra portuguesa años 30, de la colección de Duarte Pinto Coelho, subastada en Christie’s Londres. Sofá, mesa y butacas, de Antonio Citterio para B&B Italia. SillasTorn­asol, de Pepe Andreu.
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 ??  ?? Impacto visual. En el hall de entrada, escultura del alemán Tobias Rehberger en el techo. En la pared izda., obra de Adriana Varejã; a la derecha, otra de Francis Alÿs. Entre dos vestidos de Jan, una escultura de David Zink Yi.
Impacto visual. En el hall de entrada, escultura del alemán Tobias Rehberger en el techo. En la pared izda., obra de Adriana Varejã; a la derecha, otra de Francis Alÿs. Entre dos vestidos de Jan, una escultura de David Zink Yi.
 ??  ?? Juego de reflejos. En el pasillo, la escultura del artista Juan Muñoz “Sarawithbl­uedress,1996”, en cuyo espejo se refleja la obra mural de Esther Ferrer. Galería de estrellas. La habitación que hasta hace pocas semanas albergaba al comedor y a la biblioteca, se ha modificado con una instalació­n con espejos, de Ramiro Jofre, para exhibir algunos de los modelos de alta costura de Taminiau que se expusieron en “Reflection­s”, una retrospect­iva en el Centraal Museum de Utrecht.
Juego de reflejos. En el pasillo, la escultura del artista Juan Muñoz “Sarawithbl­uedress,1996”, en cuyo espejo se refleja la obra mural de Esther Ferrer. Galería de estrellas. La habitación que hasta hace pocas semanas albergaba al comedor y a la biblioteca, se ha modificado con una instalació­n con espejos, de Ramiro Jofre, para exhibir algunos de los modelos de alta costura de Taminiau que se expusieron en “Reflection­s”, una retrospect­iva en el Centraal Museum de Utrecht.
 ??  ?? Tesoros en la biblioteca. Además de los diseños del modisto, butacas de cine de principios del siglo XX, compradas durante Decoraccio­n 2015, y apliques de resina imitando ámbar, del artista Joaquín Blanco. Zona de trabajo. En el despacho (izda.), escultura “Wethepeopl­e” 2011, uno de los 300 fragmentos de la réplica de la Estatua de la Libertad, hecha por el artista Danh Vö, obra que fascina a Taminiau y le hace pensar en “la fragilidad de la libertad”. Sobre la mesa, joyas Insecto, piezas únicas en latón y metacrilat­o, y tacones, diseños del holandés.
Tesoros en la biblioteca. Además de los diseños del modisto, butacas de cine de principios del siglo XX, compradas durante Decoraccio­n 2015, y apliques de resina imitando ámbar, del artista Joaquín Blanco. Zona de trabajo. En el despacho (izda.), escultura “Wethepeopl­e” 2011, uno de los 300 fragmentos de la réplica de la Estatua de la Libertad, hecha por el artista Danh Vö, obra que fascina a Taminiau y le hace pensar en “la fragilidad de la libertad”. Sobre la mesa, joyas Insecto, piezas únicas en latón y metacrilat­o, y tacones, diseños del holandés.
 ??  ?? Zona de relax. El estar en el dormitorio de Taminiau transmite calma y exhibe piezas de arte, como la serie de fotos de Anri Sala que rodea a la acuarela “Young Boy-lostblack”, de Marlene Dumas. Escultura de bronce, de Mariano Marini. Chaiselong­ue“landscape”, de Jeffrey Bennett para B&B Italia; sofá de cuero en Mercedes Urquijo. Candelabro­s de bronce, de Casa Muñoz. De estreno. Antes fue la sala del pingpong y ahora es el comedor (izda.). En las paredes, proyecto del artista peruano Fernando Bryce “Visióndela­pinturaocc­idental,2002”. La mesa de nogal, de Mercedes Urquijo, se fragmenta y permite múltiples composicio­nes. Sillas de Roberto Lazzeroni para Ceccotti. Esculturas en bronce del marqués de Aytona y Olivares, de Francesco y Virgilio Fanelli, circa 1635, en Christie’s Londres.
Zona de relax. El estar en el dormitorio de Taminiau transmite calma y exhibe piezas de arte, como la serie de fotos de Anri Sala que rodea a la acuarela “Young Boy-lostblack”, de Marlene Dumas. Escultura de bronce, de Mariano Marini. Chaiselong­ue“landscape”, de Jeffrey Bennett para B&B Italia; sofá de cuero en Mercedes Urquijo. Candelabro­s de bronce, de Casa Muñoz. De estreno. Antes fue la sala del pingpong y ahora es el comedor (izda.). En las paredes, proyecto del artista peruano Fernando Bryce “Visióndela­pinturaocc­idental,2002”. La mesa de nogal, de Mercedes Urquijo, se fragmenta y permite múltiples composicio­nes. Sillas de Roberto Lazzeroni para Ceccotti. Esculturas en bronce del marqués de Aytona y Olivares, de Francesco y Virgilio Fanelli, circa 1635, en Christie’s Londres.
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