LA PIEZA ÚNICA.
Arquitecto, diseñador y coleccionista, Claude Missir nos abre su apartamento- galería en París.
El arquitecto y diseñador Claude Missir frma el interiorismo de este singular apartamento en el centro de París, situado en un palacete del s. XIX y concebido como una galería de arte privada. Sus estancias pulcramente vestidas en blanco exhiben obras de arte y objetos de diseño de ediciones limitadas.
Vistas a la Torre Eifel, un palacete de inicios del s. XIX, un hombre de negocios y un sueño: crear un hogar con elementos únicos. Esta historia, que puede recordar el bosquejo de una novela, se completa con un segundo personaje, el arquitecto, diseñador e interiorista Claude Missir. El destacado creador francés y libanés, que comparte orígenes con el propietario de este apartamento, ha interpretado el proyecto de rehabilitación del mismo como una suerte de galería privada para exhibir piezas de arte y diseño de edición limitada. De corte indudablemente haussmanniano, en los cuidados interiores se dan cita elementos arquitectónicos que identifcan este estilo, a saber: molduras clásicas de escayola, boisseries, altos techos, suelo de tarima de roble blanqueado en espiga y grandes ventanales típicamente franceses de suelo a techo. Missir ha entrado en escena para tomar como referencia “mis conocimientos de historia de la arquitectura y relacionarlos con mi sentido de la originalidad y el estilo orgánico”, dice. De este modo, aunque ha respetado la estructura original y, prosigue, “el espíritu de la época tenía que ser preservado en esencia”, los fuidos espacios abiertos y volúmenes aéreos se han puesto en valor gracias a piezas de arte contemporáneo mezcladas con mobiliario moderno y de época.
Ávido visitante de galerías de arte, ferias, subastas y estudios de creadores, ubicados en toda Europa, América y Asia, e inspirado en maestros de la talla de Prouvé, Le Corbusier, Pierre Jeanneret, Mies y Gio Ponti, Claude Missir ha sabido mezclar una cuidada selección de objetos de arte y diseño para crear espacios únicos. El escenario elegido por el arquitecto, maestro en el dominio de texturas mates y neutras, donde predomina el blanco, es el telón de fondo perfecto para exhibir una colección de sorprendentes propuestas. Uno de los mejores ejemplos de ello es la escultural consola de los diseñadores londinenses Fredrikson Stallard, bajo la luz del no menos impactante espejo retroiluminado de Nanda Vigo que en el hall reciben al visitante. Toda una declaración de intenciones y el hilo conductor de un interiorismo con un minimalismo sofsticado. Desde la instalación en plexiglás de Tomás Saraceno a la hipnótica obra de Olafur Eliasson, el asiento-escultura de Wendell Castle o la serie de esculturas de Steen Ipsen, los más diversos materiales se unen a un factor clave en las realizaciones de Claude Missir, para quien “el color es el primer punto desde el que comienzo cualquier proceso creativo interior”. Para muestra, un ejemplo, “en el caso de este apartamento, la lámpara suspendida en azul de los Bouroullec que contrastaba con la obra de arte de Imi Knoebel en rojo estaba circulando en mi mente de forma persistente desde el principio”, indica. El resultado de esta notable rehabilitación es que ninguna pieza está donde está por azar. Aunque reconoce jugar en sus elecciones al “prueba y error” y haber tenido cierta carteblanche con un cliente para el que ya ha frmado casas en Beirut y Cannes, ha logrado hacer realidad su sueño, un hogar sobrio, masculino y que despierta muchas emociones.