ELLE Decoration (Spain)

LA PIEZA ÚNICA.

Arquitecto, diseñador y coleccioni­sta, Claude Missir nos abre su apartament­o- galería en París.

- FOTOS: GIORGIO POSSENTI. TEXTO: GLORIA MATTIONI/ BEATRIZ FABIÁN.

El arquitecto y diseñador Claude Missir frma el interioris­mo de este singular apartament­o en el centro de París, situado en un palacete del s. XIX y concebido como una galería de arte privada. Sus estancias pulcrament­e vestidas en blanco exhiben obras de arte y objetos de diseño de ediciones limitadas.

Vistas a la Torre Eifel, un palacete de inicios del s. XIX, un hombre de negocios y un sueño: crear un hogar con elementos únicos. Esta historia, que puede recordar el bosquejo de una novela, se completa con un segundo personaje, el arquitecto, diseñador e interioris­ta Claude Missir. El destacado creador francés y libanés, que comparte orígenes con el propietari­o de este apartament­o, ha interpreta­do el proyecto de rehabilita­ción del mismo como una suerte de galería privada para exhibir piezas de arte y diseño de edición limitada. De corte indudablem­ente haussmanni­ano, en los cuidados interiores se dan cita elementos arquitectó­nicos que identifcan este estilo, a saber: molduras clásicas de escayola, boisseries, altos techos, suelo de tarima de roble blanqueado en espiga y grandes ventanales típicament­e franceses de suelo a techo. Missir ha entrado en escena para tomar como referencia “mis conocimien­tos de historia de la arquitectu­ra y relacionar­los con mi sentido de la originalid­ad y el estilo orgánico”, dice. De este modo, aunque ha respetado la estructura original y, prosigue, “el espíritu de la época tenía que ser preservado en esencia”, los fuidos espacios abiertos y volúmenes aéreos se han puesto en valor gracias a piezas de arte contemporá­neo mezcladas con mobiliario moderno y de época.

Ávido visitante de galerías de arte, ferias, subastas y estudios de creadores, ubicados en toda Europa, América y Asia, e inspirado en maestros de la talla de Prouvé, Le Corbusier, Pierre Jeanneret, Mies y Gio Ponti, Claude Missir ha sabido mezclar una cuidada selección de objetos de arte y diseño para crear espacios únicos. El escenario elegido por el arquitecto, maestro en el dominio de texturas mates y neutras, donde predomina el blanco, es el telón de fondo perfecto para exhibir una colección de sorprenden­tes propuestas. Uno de los mejores ejemplos de ello es la escultural consola de los diseñadore­s londinense­s Fredrikson Stallard, bajo la luz del no menos impactante espejo retroilumi­nado de Nanda Vigo que en el hall reciben al visitante. Toda una declaració­n de intencione­s y el hilo conductor de un interioris­mo con un minimalism­o sofsticado. Desde la instalació­n en plexiglás de Tomás Saraceno a la hipnótica obra de Olafur Eliasson, el asiento-escultura de Wendell Castle o la serie de esculturas de Steen Ipsen, los más diversos materiales se unen a un factor clave en las realizacio­nes de Claude Missir, para quien “el color es el primer punto desde el que comienzo cualquier proceso creativo interior”. Para muestra, un ejemplo, “en el caso de este apartament­o, la lámpara suspendida en azul de los Bouroullec que contrastab­a con la obra de arte de Imi Knoebel en rojo estaba circulando en mi mente de forma persistent­e desde el principio”, indica. El resultado de esta notable rehabilita­ción es que ninguna pieza está donde está por azar. Aunque reconoce jugar en sus elecciones al “prueba y error” y haber tenido cierta carteblanc­he con un cliente para el que ya ha frmado casas en Beirut y Cannes, ha logrado hacer realidad su sueño, un hogar sobrio, masculino y que despierta muchas emociones.

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