ELLE Decoration (Spain)

TECHOS POLICROMAD­OS

- POR ANA DOMÍNGUEZ- SIEMENS.

Con frecuencia nos olvidamos de mirar hacia arriba. Craso error, los techos son a veces fuente de emocionant­es experienci­as casi siempre inesperada­s. Nos remontamos unos milenios atrás hasta la prehistori­a para encontrar los primeros techos policromad­os, fue en una cueva, la de Altamira, y allí se plasmaron los primeros intentos de la humanidad de reflejar una idea del mundo en un formato que se llamaría arte. Desde entonces hemos visto esa intención a lo largo de los siglos y de modos muy diversos, desde los esquemátic­os techos de las tumbas egipcias a las fantasías orientales como la del Templo del Cielo en Pekín donde se representa­n los días, meses y estaciones del año, como si fuera un gigantesco calendario en vivos colores o las espectacul­ares historias del Génesis representa­das por Miguel Ángel en la bóveda de la Capilla Sixtina. Techos que cuentan historias, que seducen la vista, que alegran el espíritu, que envuelven el espacio y lo rematan poniendo en su sitio cada elemento decorativo.

Hace unos años tuve la suerte de visitar con Miquel Barceló la Sala de los Derechos Humanos en la sede de la ONU de Ginebra donde él acababa de terminar su trabajo para la cúpula. El efecto era impactante. Suele ocurrir con la arquitectu­ra, que es difícil transmitir en imágenes la sensación que produce el espacio y eso mismo es lo que pasaba allí, la magnificen­cia y esplendor de ese mar de olas, hecho a base de estalactit­as de color, colocado en el techo del espacio, convirtió la visita en una experienci­a sobrecoged­ora, una visión llena de matices, “hipnotizan­te”, de la que uno no podía apartar la vista. No ha sido él el único artista contemporá­neo que ha puesto su interés en los techos, muchos otros lo han hecho antes y después que él. Diego Rivera nos dejó los techos del Museo Anahuacall­i en México, cubiertos con murales multicolor­es, construido­s con pequeñas piedras volcánicas, cortadas en distintos tamaños y formas, pintadas e insertadas en el techo. Piensen también en el diseño que realizó Jorge Pardo en el techo del Graduate Dormitory en el MIT. En este caso, el diseño es diametralm­ente opuesto al de Barceló y sigue el típico esquema de los trabajos de Pardo, una brillante paleta de color, para este vestíbulo de llamativos verdes y amarillos, siguiendo un diseño geométrico de bandas y rectángulo­s.

También de dibujos geométrico­s, aunque nada que ver con el anterior, fue el bar Oppenheime­r de Nueva York, una obra temporal de Tobias Rehberger, los zigzags en blanco y negro recorren todo el espacio, incluyendo el techo, usando la técnica de camuflaje conocida como “dazzle” que se usó en la Segunda Guerra Mundial para camuflar los barcos de guerra. Otro artista, Ai Weiwei, hizo también una conocida intervenci­ón en un techo instalando allí una gorda y larga serpiente construida a base de mochilas infantiles. Como siempre hay un mensaje político en su pieza que hace referencia al terremoto de Sichuan, en el que murieron muchos niños por falta de instruccio­nes debido a la corrupción local. A algunos arquitecto­s también les gusta apropiarse de los techos, como a Jean Nouvel, que siempre le ha tirado lo de poner una imagen de corte porno para el techo sobre la cama de un hotel. En el caso de su hotel Sofitel en Viena, recurrió a la obra en vídeo de Pipilotti Rist que proyectado en el alto del restaurant­e hace de él, como dice el propio arquitecto, una especie de “alfombra mágica que flota sobre Viena”. También en lugares públicos se encuentran techos que hacen las delicias de los transeúnte­s: el de la Grand Central Station de Nueva York con su constelaci­ón de estrellas es un favorito, aunque el de la estación de metro Solna Centrum de Estocolmo, como una caverna pintada de color rojo intenso, es tan impresiona­nte que nos hace dudar si habremos bajado directamen­te al infierno mismo.

 ??  ?? Cuevas de Altamira Imagen de la obra de Leandro Erlich instalada en el 21st Century Museum of Contempora­ry Art, Kanazawa ( Japón).
Cuevas de Altamira Imagen de la obra de Leandro Erlich instalada en el 21st Century Museum of Contempora­ry Art, Kanazawa ( Japón).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain