DESIGN. Alfonso Arbolí reflexiona sobre los iconos de diseño más copiados y sobre la apuesta por lo original.
Michael Thonet revolucionó el mercado doblando listones de madera de haya a 100º C, prensándolos en moldes de hierro y dejándolos secar a 70º C durante 20 horas. Estamos en 1854. Nace la silla 14. Unas décadas después, el director de ebanistería de la Bauhaus, Marcel Breuer, provoca una conmoción al construir una butaca con tubos de acero imitando la construcción de la bicicleta. La silla Wassily abrió un nuevo camino en la fabricación de mobiliario. En 1960, Verner Panton diseña la primera silla de plástico fabricada en una sola pieza. Tarda 7 años en conseguirlo. Las tres piezas son iconos del diseño. Un trío que tienen en común que son “best-sellers” y que han sido copiadas hasta la saciedad. El trabajo y el esfuerzo de Michael, Marcel o Verner, pisoteado.
No hay industria que se escape a la plaga de la copia. Viajamos al siglo XVIII, a la ciudad de Colonia. Allí, Giovanni Maria Farina – o Johann Maria Farina– registra, por primera vez, una marca de perfumes, Original Eau de Cologne. Hoy un perfumista o nariz trabaja con 5.000 componentes disponibles para crear un perfume. Una sola fragancia puede contener hasta 80. Farina fue el primer perfumista moderno y con él llegó una legión de imitadores que querían aprovecharse de su ingenio y visión. También hoy, los casi 170 lanzamientos al año de nuevos perfumes tiene un mercado negro que copia las fragancias, sin pasar los controles necesarios del sector y simplificando composiciones complejas y únicas en apenas 20 ingredientes de baja calidad. Recuerden, una copia no tiene detrás todo el esfuerzo de investigación de una gran marca.
Hoy aquel original se sigue fabricando bajo la etiqueta Farina 1709 Eau de Cologne. París contrataca y una casa fundada en 1828, Guerlain, lanza Eau de Cologne Impériale para Su Majestad la Emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III. Su frasco estaba decorado con un enjambre de abejas bañado a mano en oro fino. A partir de ese momento, tanto la fragancia como el frasco tienen la misma importancia para la industria perfumera. Lalique y sus frascos de cristal tallados son el objetivo a copiar. E s en los años 40 de la posguerra española cuando Antonio Puig (1889–1979) desarrolla el primer mito de las fragancias españolas, Agua Lavanda. Junto al perfumista francés Segal, Puig creó un aroma bucólico y campestre. Pero otra de las claves del éxito fue su “packaging”, el primer frasco con forma de garrafa va protegido con una funda de rafia y tiene un característico tapón de madera. Desde ese momento, Puig se caracteriza por cuidar tanto la fragancia como el envoltorio, incorporando en su ADN el diseño que le valió, en 1988, ser la primera empresa en recibir el Premio Nacional de Diseño. El frasco del original lo hereda otro bestseller de la casa, Agua Brava, que es rediseñado por André Ricard en 1963. El diseñador catalán sería el padre de frascos-joya como Quorum o Abril (de Vittorio & Lucchino), mientras creaba piezas emblemáticas como el cenicero Copenhague, el exprimidor eléctrico Moulinex o el buzón de correos Tatay.
El director de arte neoyorquino Fabien Baron –autor del último logo de Zara o del libro Sex de Madonna– ha creado algunos iconos de la perfumería de las últimas décadas. A mitad de los noventa diseña 212 de Carolina Herrera. Un tapón de imán en la versión masculina y dos frascos unidos en la femenina que revolucionan el sector. Para convertir un lingote de oro en un frasco de perfume, Paco Rabanne contrató al francés Noé Duchaufour-lawrance y su estilo retro futurista convirtió la fragancia 1 Million en la más vendida de las últimas décadas. En 2018, Good Girl de Carolina Herrera se lleva el premio al Packaging del Año en los premios del sector –Fifi Awards– con un stiletto convertido en frasco. Lo firma Carolina Herrera, la hija de la mítica diseñadora. La agencia Aktiva le echó una mano. Otro éxito de ventas. Puig –la primera empresa española del lujo– ha creado iconos y best sellers como éstos uniendo “savor fair” y diseño. Sea una silla o una fragancia, el mejor homenaje para sus creadores es apostar por el original.