ARTY. Jesús Cano rescata al escultor y fotógrafo Félix González-torres que dará contenido a ARCO 2019.
Una pila de caramelos se ha convertido en un éxito en las redes sociales. Son 80 kilos amontonados en una esquina. Los envoltorios son de colores brillantes. Es el fondo preferido para “selfies” de los visitantes. Ni un par de lienzos de Picasso le hacen sombra. El museo MET Breuer de Nueva York te invita a tomar un dulce. Fue deseo del artista. Pocos hacen caso a la cartela. Dice “Untitled (Portrait of Ross in L.A.) 1991”. ¿Nos hacemos una foto? Ross era la pareja del escultor y fotógrafo Félix González-torres. Murió por las complicaciones del SIDA en 1991. Y cada caramelo que te llevas al bolsillo –o a la boca– refleja el deterioro y la pérdida de peso durante su convalecencia. Cinco años después de esta obra, González-torres también muere por la epidemia. Tenía 38 años.
Caramelos para retratar a una persona. Piccaso –y otros– desvirtuaron la figura para enseñarnos el interior del personaje. González-torres fue más lejos. En otra de sus obras, “Untitled” (Portrait of Marcel Brient) son 90 kilos de caramelos azules. Es el peso de Brient, un coleccionista de arte francés. De pequeño guardaba los envoltorios de golosinas en un libro. Su hermana se lo tiró. Cuando su amigo González-torres escuchó la historia, se conmovió. Le pidió que buscara de nuevo sus caramelos favoritos. De los presentados, eligió éstos que le recordaban al azul del mar y el cielo de las vacaciones con Ross. En el interior del envoltorio estaba escrita la palabra “pasión”. Es un homenaje íntimo. Solo el artista sabe el significado. Es, a la vez, hermoso y conceptual, privado pero generoso. Esta obra superó en 2010 los 4 millones de euros en subasta. Otra obra con caramelos se vendió por 7 millones cinco años después. “Untitled” (Double Portrait), también de 1991, es otro de sus trabajos más conocidos. En este caso pasamos del caramelo al papel impreso. Una pila de pósters se amontona en el suelo. Miden 1.001 milímetros por 698. El montón alcanza unos 26 centímetros. Es la altura propuesta por el artista. Y, como en el caso de las chuches, el visitante se puede llevar una hoja a casa. E incluso enmarcarla. El museo irá reponiéndolas. Es una obra sin fin. El motivo impreso en tinta dorada son dos anillos que se tocan ligeramente. Podrían ser dos alianzas de bodas que nos hablan de los amantes perfectos. Un ocho como símbolo de la eternidad. Una simetría exacta que también refleja el amor homosexual. Recuerden que estamos en los años noventa. Reinan Reagan y Bush, el SIDA es un arma de destrucción masiva, los derechos civiles están en cuarentena y nadie se plantea el matrimonio gay.
Existe la versión de los círculos en latón. En este caso, no te la puedes llevar. También en dos espejos o dos relojes que marcan la misma hora al unísono. Pura poesía –por no decir belleza– para reivindicar, para denunciar. “El más exitoso de todos los movimientos políticos es el que no parece ser político”, dejó escrito. “Dos relojes, uno al lado del otro, son mucho más amenazadores para los poderes que la imagen de dos hombres que realizan sexo oral”, sostenía. No buscaba la confrontación. Su arma era una abstracción seductora para atraer al espectador más hostil. Pero sigamos recorriendo la obra de este cubano de nacimiento (1957), criado en Puerto Rico que, instalado en Nueva York, se convirtió en pocos años en uno de los más representativos de su generación con una obra influenciada por el minimalismo y el arte conceptual. Hay unas cortinas de cuentas rojas y blancas que nos vuelven a hablar del SIDA –“Untitled” (Blood), 1992– u otras amarillas que evocan prácticas sexuales –“Untitled” (Golden), 1995–. Sus guirnaldas de bombillas narran vidas, solitarias o entrelazadas. La vida útil de las bombillas, como la de una persona, es de una duración limitada. Es el propietario de la obra quien decide si sustituirla o no. Incluso cómo colocarlas.
Este creador de metáforas poderosas dará discurso a ARCOmadrid 2020. El primero en solitario de su nueva directora, Maribel López. No habrá país invitado sino un tema “It’s Just a Matter of Time” (Es solo cuestión de tiempo). “Porque toda su obra ha transformado el presente artístico de manera silenciosa y contenida. Sin violencia, trató los asuntos más difíciles”, explica. Félix GonzálezTorres pensaba que su arte no era solo para personas que leen la teoría posmoderna sino también para aquellas que ven “Las chicas de oro”.