¡ QUÉ OSADÍA! Jacques Hervouet ha transformado este apartamento parisino con audacia y buen humor.
El interiorista francés Jacques Hervouet consiguió un reto importante: transformar por completo este apartamento en la rive gauche parisina, a base de propuestas audaces y una mezcla de muebles de autor de mediados del siglo XX, obras de arte y detalles con mucho sentido del humor.
Las pautas fueron clarísimas. Cuando la propietaria de este apartamento de 230 m2 en la rivegauche parisina le pidió a Jacques Hervouet que lo redecorara, le confesó un deseo muy profundo de cambio. “Me dijo, quiero que sea radicalmente diferente”, cuenta Hervouet, “que no haya nada que me recuerde cómo era antes”. Y verdaderamente le tomó la palabra. Lo que había sido una vivienda de estilo de Napoleón III, con parquet chevrón, numerosas molduras, elaboradas decoraciones en el techo, baños revestidos en mármol de Carrara y sofás “un poco al estilo Christian Liaigre” se convirtió en un espacio completamente distinto. Con la ayuda de la arquitecta Odile Burnod, redujo a la mínima expresión la arquitectura original, eliminando todos los toques recargados, redimensionando las puertas y fusionando la cocina y el comedor en un solo ambiente. Después, presentó algunas propuestas bastante audaces. Quizá la más intrépida fue sugerir para el vestíbulo un esquema casi futurista inspirado en las decoraciones icónicas de la película de Stanley Kubrick, 2001:Unaodiseadelespacio, con paneles de pared lacados y con tiras de luces LED, así como alfombras de pared a pared con motivos entrecruzados. Para Hervouet, el efecto es muy cinético. “Quería probar a mi cliente para ver hasta dónde estaba dispuesta a llegar”, afirma. “Hay algo casi místico en el resultado. Te sientes casi como si estuvieras en una capilla”. ¿Y cuál fue su reacción? “Ella estaba muy entusiasmada”, afirma, con cierta satisfacción. “Me dijo, estoy muy contenta porque cuando entro en el piso, inmediatamente tengo la sensación de estar en otro lugar”. Su cliente (una mujer de negocios y ex doctora) tenía, sin embargo, un requisito: integrar en ese espacio tan futurista una reliquia familiar, un pianoforte de caoba que data de 1795. La idea de mezclar algo clásico en un entorno tan vanguardista no solo no le disuadió sino que le hizo evocar su amor por la música (comenzó a tocar el piano a los cinco años e incluso consideró la posibilidad de dedicarse a ello de manera profesional).
Los interiores que crea Hervouet generalmente tienen puntos en común. Evita usar cortinas siempre que puede. “Las odio”, declara. “En el mejor de los casos, son aceptables, y en el peor, absolutamente horribles. Nunca son rectas y absorben toda la luz natural”. Prefiere las salas de estar de tono neutro (“No quiero crear una lasitud visual”), pero introduce destellos brillantes de color en los espacios secundarios. También le encanta integrar curvas y círculos, como demuestran la mesa de centro Flaque, de Jean-royère, los sillones de Federico Munari en el salón y los motivos redondos en el baño principal. “Para mí, el círculo representa la plenitud, la suavidad y la renovación perpetua”, afirma. Su inspiración para el baño opalescente proviene de dos fuentes. La primera son los baños de mosaico de oro y plata del Ministerio de Asuntos Exteriores francés, creados en 1938 para una visita de estado del Rey Jorge VI y la Reina Isabel de Inglaterra. La segunda es simplemente Japón. Otro guiño a Asia se aprecia en la sala de televisión, donde utilizó un papel pintado panorámico llamado Yunnan que evoca un eterno paisaje chino. Uno de los constantes objetivos estéticos de Hervouet es poner a prueba los límites del buen gusto. “Para mí, la verdadera elegancia implica un sentido de libertad”, explica. Aquí, revistió las paredes del tocador de invitados con un motivo de pantera de gran tamaño y hay otros toques de humor en otros lugares. “En cada habitación”, opina, “debería haber algo un poco incongruente, para demostrar que no te tomas a ti mismo demasiado en serio”. En el salón, la lámpara de pie, de Hubert Le Gall, con su base en forma de pájaro alargado te hace sonreír. En el dormitorio principal, mientras tanto, una chaiselongue antropomorfa, de Olivier Mourgue, se encuentra muy cerca de un dibujo de John Lennon desnudo visto desde atrás. La difunta estrella del pop parece estar mirando por encima de su hombro hacia la cama, que se asienta sobre una alfombra celeste y se viste con una colcha cuyo motivo tropical recuerda a Hervouet a las pinturas de Gauguin. Encima cuelga un aplique de Liane de Royere, cuyo diseño recuerda a una planta trepadora. “Quería que mi cliente se sintiera como si estuviera en el cielo o en una isla del Pacífico”, señala Hervouet. Donde sea que se
antes.• transporte cuando se acuesta, es sin duda un mundo lejos del apartamento que conocía