ELLE Decoration (Spain)

JUEGO DE FORMAS.

En esta vivienda, ubicada en Mérida, México, el arquitecto Ludwig Godefroy une tradición y vanguardia convirtien­do al cemento en una línea constructi­va que crea curvas y pliegues. Un brutalismo del siglo XXI, sensible y con carácter, que no pierde las raí

- FOTOS: RORY GARDINER/PHOTOFOYER. REALIZACIÓ­N: LUDWIG GODEFFROY. TEXTO: MARISA SANTAMARÍA.

Una oda al brutalismo traído al siglo XXI, así es esta vivienda mexicana del arquitecto Ludwig Godefroy, un espacio donde lo que predomina es el jardín.

La desnudez del cemento muestra toda su cruda textura en esta casa mexicana situada en el centro urbano de Mérida, en la península de Yucatán, México. El lenguaje arquitectó­nico se acerca a los sentidos por su caracterís­tica estructura de ondas, pliegues y juego de planos superpuest­os con los que ha jugado el arquitecto Ludwig Godefroy. El brutalismo fue un estilo arquitectó­nico derivado del movimiento moderno que tuvo su auge en México entre los años 60 y los 80, el acabado “en bruto” de los materiales de la obra marcó a toda una generación de arquitecto­s como Teodoro González León, Orso Núñez Ruiz-Velasco, Pedro Ramírez Vázquez y Abraham Zabludovsk­y. La Ciudad de México cuenta con reconocido­s ejemplos como el Auditorio Nacional, el Centro Cultural Universita­rio o el Museo Rufino Tamayo. Casa Mérida, la casa diseñada por Ludwig Godefroy, arquitecto de origen francés que vive y trabaja en esta ciudad desde hace años, sigue los parámetros brutalista­s, una forma de construir y acabar sus edificios que señala parte de su carrera profesiona­l. “Esta casa sigue toda la tradición de la cultura maya, un lenguaje sintético y lleno de sencillez. La estructura no olvida la tradición pero deja un poso contemporá­neo basado en mi visión de conexión de espacios abiertos”, explica Ludwig Godefroy.

El aire circula, se mueve de una parte a otra de la casa, de patio en patio se abre paso entre algunos juegos geométrico­s formales. “El Sacbé es un camino blanco trazado por los mayas con piedras que conectaban partes de la ciudad, los templos, las plazas, los cenotes o las pirámides. Esa línea de conexión sagrada unía cientos de kilómetros, esa visión señala también las conexiones de la casa”, señala el arquitecto. Influencia­s arquitectó­nicas históricas y vernáculas que llegan al siglo XXI tamizadas por la funcionali­dad de una casa familiar dotada del misticismo de las conexiones, a través los espacios abiertos y del impacto de los materiales más humildes. Desde el centro de la ciudad, Casa Mérida logra poner una distancia física del movimiento urbano, gracias al aislamient­o que proporcion­a un muro que se abre hacia dentro del patio. Una casa abierta, flexible y sensible al contacto con la naturaleza y el aire. “La vida natural forma parte de cada rincón de la vivienda, el ambiente está determinad­o por la luz natural, el cambio de estaciones y de las diferentes horas del día. No es una casa abierta a la naturaleza, he dejado que la naturaleza se abra paso en cada parte de la estructura.

• Una casa para la paz y la serenidad”, concluye Ludwig Godefroy.

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La conexión de los espacios de Casa Mérida con el exterior señala toda la circulació­n interna de aire, naturaleza y vivienda en uno. “No es una casa con jardín, es un jardín con casa”, comenta el arquitecto Ludwig Godefroy.
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