CON SELLO PROPIO.
El inconfundible estilo del interiorista español Loreno Castillo queda reflejado en este piso madrileño donde impera la mezcla más chic.
Tan refinado como creativo es este piso reformado y decorado por el estudio de Lorenzo Castillo. El interiorista ha volcado su personalísimo estilo en un pied a terre familiar, situado en Madrid, al que ha envuelto en tapizados y glamour. El mix de épocas y un moderno clasicismo, resuelto con equilibrio, es la marca de la casa.
Los cánones clásicos mandan en esta elegante casa, ubicada en un selecto barrio de Madrid. La propietaria es una familia americana de origen español que deseaba disponer de un pied a terre en la capital, para reunir a su numerosa familia cada vez que fuera posible. Después de realizar una intensa búsqueda -querían un inmueble antiguo en una zona céntrica y señorial-, este piso resultó perfecto por lo espacioso y bien situado. Lo acoge una planta completa en un edificio noble de finales del siglo XIX que presenta la fisonomía característica de la época: fachada de ladrillo y piedra, techos muy altos y espacios compartimentados en salones, grandes zonas de servicios y numerosos dormitorios. La vivienda, sin embargo, necesitaba una reforma completa de todas las instalaciones y una adaptación para su nuevo uso que incluyera las comodidades necesarias... Y, como no podía ser de otra forma, una decoración de alto standing, a la medida de tan magnífico contenedor. El sello inconfundible del interiorista y anticuario Lorenzo Castillo, al que los dueños encargaron el proyecto integral, se adivina nada más traspasar la puerta de entrada. “Es puramente mi estilo, ya que mis clientes delegaron en mí y todo fue muy fácil. He intentado plasmar el clasicismo heredado de los maestros del siglo XX, pero puesto al día, refrescado y modernizado”, explica. Una paleta cromática neutra, cálida, salpicada solo por alguna mancha vibrante de los muebles, materiales o de las tapicerías, crea el marco idóneo para poner en valor un mix fascinante de épocas, donde se combinan joyas de anticuario con piezas icónicas del diseño contemporáneo de la forma más natural. >
Los propietarios no aportaron ninguna pieza, por lo que el mobiliario fue también una elección del estudio. “Los muebles son una mezcla de lo mejor de cada periodo, aclara Lorenzo. En el salón, por ejemplo, hay una pareja de librerías increíbles de Gio Ponti en metal junto a espejos de ébano Felipe III. También he seleccionado algunos diseños míos, como las mesas auxiliares de laca y bronce, o la del comedor, de bronce en varios acabados y texturas. Y en este último espacio, hay que destacar el aparador, pintado por entero a mano simulando el material de carey”. Para iluminar el valioso contenido, se recurrió a luz general baja, de pantallas, y a candilejas ocultas en el juego de bandejas del techo, así como bañadores de pared y suelo. Algún foco tipo spot se usó para remarcar un cuadro -las obras de los pintores Salvador Maella y Vicente López lucen en las paredes-, o un objeto de anticuario, elementos siempre presentes en los interiores del decorador. Pero si hay un capítulo en el que se haya derrochado imaginación ese es el de las telas. Casi todas las paredes se forraron con lanas frías y algodones tranquilos que no agobian y contrastan con carpinterías en tonos más oscuros. Ponen fondo y “la impronta Castillo” a una escenografía envuelta en tapizados, en cojines y cortinas donde el eclecticismo es leit motiv. La mayoría de los textiles son de la colección Lorenzo Castillo, de venta en Gastón y Daniela. “Hemos mezclado estampados que imitan una piedra de ágata con otros de inspiración oriental, por ejemplo. Todas son telas frescas, no muy invernales -tuvimos en cuenta el origen de mis clientes- y muy suaves: linos gruesos, terciopelos de lino, cashmere, franelas rayadas, cut velvets, etc”... Una vez más, el interiorista ha dado una
• lección de alta decoración en este pied a terre madrileño de lujo.