Sabor a verano
Dos actrices, el chef de moda y un tándem ‘fashion’ se reúnen en torno a la barbacoa m‡s ‘healthy & chic’ para recibir la nueva estación.
La ecuación de esta mañana de verano es perfecta: en el jardín de un madrileño chalé de principios del siglo XX, se han dado cita cinco artistas amantes de la buena mesa. Dos de nuestras mejores actrices, Manuela Velasco y Leonor Watling, están encantadas de compartir mesa –y piscina– con uno de los chefs de moda, Nino Redruello, creador y propietario de restaurantes como Las Tortillas de Gabino, La Gabinoteca y el aclamado Fismuler, de inspiración nórdica y con una carta que quita el hipo. «Es el que más se parece al Nino de ahora, con sus mesas corridas, siempre para compartir», reconoce él mismo. A esta barbacoa tan especial también se han sumado las hermanas Elena y Mercedes Zubizarreta, artífices de Zubi, una de las marcas de bolsos más deseadas, capricho de cool hunters. Las ganas de pasarlo en grande son evidentes, y al lugar no le falta sabor: una fabulosa casa con torreón en la mítica colonia de la Prensa, casi el único vestigio de la arquitectura modernista de la capital. El decorado ideal para una soleada jornada estival, con un ambiente en el que mandan el explosivo aroma de las flores y de los deliciosos Potitos trufados de Nino.
CREATIVIDAD A LA QUINTA POTENCIA
Salvo Redruello, por supuesto, y una Manuela que hace mucho más que pinitos a los fogones, Leonor, Elena y Mercedes prefieren ejercer de comensales en su propia casa, y tienen la suerte de contar con parejas que parecen haber sido tocadas por la varita mágica del buen cocinar.
Watling, que ha terminado el rodaje del film de terror Musa, a las órdenes de Jaume Balagueró, y que ya piensa en un nuevo disco con su banda, Marlango, admite que cada vez cocina menos. «Es que a mi chico le encanta, igual que a nuestra hada madrina en casa, Gina. Entre los dos, nos cuidan muy bien». Aunque, de cuando en cuando, se pone el delantal para preparar su especialidad: «La receta de pollo de mi madre. Lo relleno de todo lo que se me ocurre y... ¡al horno! Cuando faltan 10 minutos, lo rocío con miel y queda estupendo». Algo parecido le ocurre a Elena. «Mi marido, Carlos, se pone a cocinar llegue a la hora que llegue, así que yo me limito a ser pinche. Disfruto mucho con sus guisos, como las lentejas. Y me encantan las tortillas jugosas, como las que propone Nino, y el famoso escalope El Armando del restaurante de su familia, La Ancha. Como cocinera soy bastante impaciente, pero, para compensar, soy una top recibiendo en casa. Organizar una cena para nuestros amigos me parece el plan por excelencia». Manuela, que recientemente se despidió del personaje de Cristina Otegui en Velvet y que ahora reanuda gira
con la obra Bajo terapia, se declara feliz de viajar este verano a ciudades como Bilbao y San Sebastián, donde espera premiar a su exquisito paladar. «Adoro los pucheros; de pequeña siempre estaba cacharreando con mi abuela. Cocinar es un arte que va más lejos: es alimentar, nutrir, darse... Personalmente, bordo el cocido madrileño y el cuscús».
GASTRONOMÍA QUE INSPIRA
El perfeccionismo de Nino no se eclipsa por lo espontáneo del encuentro. La manera de tratar los ingredientes y sus emplatados exprés son dignos del nombre que defiende. «Admiramos su talento desde hace muchos años», exclama feliz Mercedes, el otro hemisferio de las Zubis. «Me fascina la creatividad desbordante de los cocineros y cómo moldean los cruces de culturas para conseguir que un sabor te transporte tan lejos… A mí también me gusta investigar; ahora, por ejemplo, me he traído de Israel un condimento maravilloso, el zataar, y se le echo a todo», cuenta a carcajadas. Pero su pasión son los postres: «La tarta de limón y la de manzana, el banana bread, las cookies... ¡Se me dan fenomenal!» .