BLANCA SUELVES
Exmodelo y emprendedora, la nieta del conde de Romanones nos recibe en su palacio, un edificio del siglo XVIII en el que los eventos sociales se convierten en arte. La fórmula: magia, naturalidad y equilibrio.
La socialite, anfitriona de lujo, abre las puertas de su palacio madrileño.
Llegar hasta la Finca Soto de Mozanaque (sotomozanaque.es) es hacer un paréntesis que predispone a la tranquilidad. Situado en plena naturaleza, a 23 kilómetros del centro de Madrid y cerca de Fuente el Saz, el edificio principal de esta propiedad, donde se crían caballos pura sangre ingleses, es un maravilloso palacio del siglo XVIII perteneciente a los duques de Alburquerque. Escenario idílico, exquisitamente conservado y envuelto en una atmósfera country chic, irradia, además de buen gusto, paz. Desde hace más de 20 años este espacio lleno de historia es, en el universo de los eventos, símbolo del savoir-faire. La idea de abrir una casa señorial para celebraciones de sociedad fue, en parte, de Blanca Suelves y Figueroa, nieta del conde de Romanones, exmodelo y socialite, quien, para esta aventura pionera, contó con el apoyo de su marido, Ioannes Osorio, cuya familia había habitado desde siempre en este magnífico terreno.
CON LUJO DE DETALLES
La residencia, en cuya reforma intervinieron el arquitecto Pablo Carvajal, el decorador Pascua Ortega y el paisajista Fernando Caruncho, atesora muebles y objetos de los siglos XVIII y XIX. Y, entre otros detalles, exhibe en el hall –ambientado para nuestro shooting con delicados arreglos florales de Inés Urquijo (inesurquijo.com)– dos magníficas chimeneas llegadas del palacio que los Duques de Sesto y Alburquerque, antepasados de Ioannes, tenían en el madrileño paseo de la Castellana.
Este es el escenario de trabajo de Blanca Suelves, cuya responsabilidad, y la de su mano derecha, Ascensión, consiste en supervisar cada mínimo detalle para que todo luzca impecable y se transforme, en tiempo récord si hace falta, al gusto de quien contrata el evento. Su espacio privado, en cambio, está en una vivienda aparte, escondida entre frondosos árboles dentro de los terrenos de la finca; en
ella Blanca, una mujer que se describe a sí misma como «muy organizada y a la que le gusta hacer las cosas con calma y tiempo», empieza el día temprano. «El desayuno es mi momento preferido. Preparo un buen café con leche, cruasanes con mantequilla y mermelada, pan con jamón y tomate, un poco de cereales… Prefiero despertarme antes para saborearlo sin prisas y, así, disfrutar de cómo, poco a poco, empieza a funcionar la naturaleza y se pone en marcha la energía. Solemos desayunar en una habitación desde la que se ven el jardín y los animales. Es como el punto de reunión», dice.
En la finca la vida en el campo se celebra. Y siempre está presente en los detalles de la Blanca Suelves anfitriona. «De todo el proceso de organizar una cena lo que más me divierte es pensar en el toque floral que quiero darle: si voy a poner planta, hoja verde o flor silvestre. Corto algunas que tengo en el jardín, aunque también compro, sobre todo en Viveros Shangai Madrid –viverosshangai.es–, que están muy cerca». Su capricho en esta materia es, a la vez, su única obsesión: «Nunca pongo flores con olor. No me gusta que su aroma interfiera con el de la comida. Me ocurre lo mismo con las velas si tienen un aroma fuerte».
EN PERFECTA ARMONÍA
Otro detalle deco que hace referencia al entorno en el que viven es vestir la mesa con manteles individuales de paja o de ratán. «Le aportan un punto campestre y contrastan muy bien con la vajilla (blanca en verano y blanca y azul inglesa en invierno) y los cubiertos de plata. Cuando