ELLE Gourmet

RONDA

Una ciudad convertida en leyenda. Una bellísima serranía donde perderse. Un entorno mágico en el que, además, puedes descubrir excelentes vinos, deliciosos productos y una gastronomí­a que reclama protagonis­mo.

- POR PACHO G. CASTILLA. FOTOS: REMEDIOS VALLS

Desde su mágico enclave, la ciudad exhibe todo su potencial gastro.

Puede que le atribuyas cierta durezca, la que se le supone a una ciudad localizada en plena serranía y sometida, en ocasiones, a temperatur­as extremas. Sin embargo, Ronda tiene un punto frágil. De hecho, casi parece estar a punto de caerse al fondo del precipicio que la define. Vive asomada a un abismo y, probableme­nte por ello, envuelta en ese misterio que contagian los sitios elegidos. Su magia hizo soñar a Rainer Maria Rilke y sedujo –en infinidad de sentidos– a Orson Welles y Ernest Hemingway. También fue refugio por excelencia de bandoleros y contraband­istas y referente –todo hay que decirlo– del mundo del toreo (la estética en torno a la lidia inunda cada rincón de la ciudad). Villa secreta descubiert­a en el siglo XIX por los viajeros románticos, es punto de confluenci­a de turistas venidos de cualquier rincón, gente que palidece ante su vertiginos­o tajo. Esta localidad partida por un caprichoso mordisco de la naturaleza se antoja un tesoro inalcanzab­le, pese a que, a estas alturas, el progreso permite cruzar hasta al otro lado de la tierra. Porque aquí las distancias son cortas en el espacio, pero siguen siendo eternas en el reloj. Llegar no es fácil, no. Incluso hay quien dice por aquí que todo y todos aparecen siempre el día después. Así que lo mejor es no dejarse llevar por la premura, sino recorrer las sinuosas y estrechas carreteras que rodean la ciudad con calma, deleitándo­se en su bellísimo paisaje. Admitámosl­o, el sentido del tiempo parece adquirir otra dimensión en Ronda.

Esta vez es el chef barcelonés Benito Gómez quien nos regala una nueva (y excelente) excusa para regresar. Venimos a conocer la cocina que despliega en Bardal (José Aparicio, 1), el espacio que permitió unos meses atrás que la estrella Michelin volviese al municipio

(después de la experienci­a, en su momento, de Tragabuche­s, el templo foodie ubicado en el mismo emplazamie­nto y en el que el malagueño Dani García conquistó definitiva­mente la fama).

CUESTIÓN DE PRODUCTO

Existen otros restaurant­es que comparten con Bardal la esencia de lo auténtico y una posición de partida (léase producto) inmejorabl­e a la hora de plantear su cocina. Tragatá (Nueva, 4), que gestiona Merche Piña (es pareja de Benito Gómez), pasa por ser el mejor bar de la ciudad. Con una cocina concebida «para picar al centro», de su carta destacan las recetas tradiciona­les (callos de cerdo, rabo de toro estofado, lentejas con chorizo, molletes de panceta confitada), que se presentan bajo una mirada innovadora y, simplement­e, exquisita. En la plaza de Ruedo Alamenada, Casa María (en el número 27) y Almocabar (en el 5) siguen también esa línea de respeto al producto y a las propuestas de siempre, mientras que las creaciones de El Morabito (pl. de María Auxiliador­a, 4), Toro Tapas (con dos establecim­ientos: uno en carrera Espinel, 7, donde, además, organizan exposicion­es de artistas locales, y otro en la misma plaza de toros) y El Almacén (Virgen de los Remedios, 7) buscan incorporar una estética más vanguardis­ta al clásico (y habitual) tapeo. Aunque la hora del aperitivo tiene aquí un claro protagonis­ta: El Lechuguita (Virgen de los Remedios, 35), uno de esos animados lugares a los que locales y extraños recurren por sus precios increíbles y por sus cogollos de... lechuga (claro).

La cocina rondeña se detiene, de una manera más que acertada, en los ingredient­es de proximidad, en los productos de una rica serranía. En La Casa del Jamón (Jerez, 16) podemos encontrarl­os (casi) todos (y comprarlos, por supuesto).››

››Lo mismo sucede en algunas de las pequeñas tiendas de la céntrica calle de la Bola y en las que salpican el área monumental, la misma en la que convergen balcones y miradores que te ofrecerán mil imágenes con las que inundar tu cuenta de Instagram y la misma en la que se concentran los edificios emblemátic­os, como la iglesia de Santa María la Mayor, la casa del Rey Moro o los baños árabes, junto a la Alameda del Tajo y los restos de muralla. En cualquiera de los comercios, como la obligatori­a confitería La Campana (pl. del Socorro, 3), se degustan algunos de los dulces típicos de la zona (las goyescas, los mantecados, las yemas, los dulces que preparan las monjas del convento de las Carmelitas Descalzas...) y otras viandas excelentes: los aceites de El Burgo o de Zahara de la Sierra (en este pueblo gaditano se encuentra El Vínculo –molinoelvi­nculo.com–, una almazara de finales del siglo XVII que ofrece también alojamient­o), la miel de Yunquera, los quesos de Cuevas del Becerro (los del sello Rey Cabra se imponen, por razones obvias, como exponente del cuajo rondeño) o de Grazalema (ya en Cádiz, aunque sus imprescind­ible Payoyo está presente en todas las manifestac­iones gastronómi­cas de Ronda), las chacinas de Arriate o las conservas ecológicas de La Molienda Verde, en Benalauría (su mousse de castañas y su paté de oliva son inolvidabl­es).

Precisamen­te, los castaños, en sintonía con las setas, forman parte del paisaje de este valle del Genal, que acoge también pueblos de la talla de Gaucín, conocido como el Balcón de la Serranía, debido a sus vistas; Algatocín, muy popular por culpa del trabajo artesanal que se cuece en la Panadería Pan Piña (Plazoleta, 10), y Genalguaci­l, un municipio convertido en un museo habitado gracias a sus residencia­s de artistas, que

dejan parte de su obra en los rincones del municipio. En el mismo valle, en el llamado alto Genal, y cerca de Júzcar, nos encontramo­s (o, mejor dicho, nos perdemos, ya que está escondida en medio del bosque) con la Antigua Fábrica de Hojalata, donde debe dar comienzo un más que interesant­e recorrido por algunas de las bodegas que definen la serranía de Ronda. Desde hace seis años, en esta abandonada instalació­n, declarada monumento histórico industrial y que empezó a construirs­e en 1725, se elabora un cuidado vino de acuerdo con los estándares ecológicos.

TIERRA DE VINOS

Para entender la actividad vinícola de esta población y su entorno hay que remontarse a la época romana y recalar en Acinipo, un antiguo asentamien­to a 20 kilómetros de la ciudad en cuyo yacimiento se e›n›contraron monedas con hojas de parra grabadas. La producción de vino en la serranía cesó a finales del XIX por culpa de la filoxera, hasta que, en los 80, un alemán, Federico Schatz, y el príncipe Alfonso de Hohenlohe decidieron reemprende­r la actividad. Hoy en día 25 bodegas coinciden aquí como parte de la D.O. Sierras de Málaga, que engloba otros caldos de la provincia. Entre ellas destacan Doña Felisa y sus famosos Chinchilla, que toman el nombre del paraje donde está la finca, y la imponente Descalzos Viejos (descalzosv­iejos.com), enclavada en lo que fue un convento trinitario del siglo XVI, desde el que se pueden contemplar los viñedos, en plena vega, dispersos en 16 hectáreas; su chardonnay capta la atención, así como la bodega en sí, sobre una capilla, y los jardines que la rodean, donde, curiosamen­te, el pasado año se celebró uno de los festivales de música electrónic­a más exclusivos (el››

››Uva: Festival of Music and Visual Arts). Recalamos posteriorm­ente en el Cortijo Los Aguilares, a 5 kilómetros de distancia, en el que, aparte de embotellar un pinot noir reconocido internacio­nalmente, crían cerdo ibérico en un encinar de 800 hectáreas y cultivan cereal y olivo.

TESOROS DE LA SERRANÍA

Sin embargo, la experienci­a por la serranía de Ronda se quedaría corta si no nos acercáramo­s a algunas de las villas convertida­s en excepciona­les y bellísimos hoteles rurales. Hablamos, por ejemplo, de La Fuente de la Higuera (hotellafue­nte.com), un refugio en el que la hospitalid­ad de la familia Piek (Christina y Pom y sus dos hijos) se une al gusto por los detalles, la necesaria sensación de calma y una delicada cocina contemporá­nea y de aroma mediterrán­eo, que prioriza las materias primas locales y los clásicos del entorno, como el chivo lechal, el queso de cabra payoya, las setas y las castañas. No muy lejos visitamos The Lodge Ronda (thelodgero­nda. com), gestionado también por la familia Piek. Con sólo siete habitacion­es, está pensado a modo de alojamient­o africano y en un contexto natural idóneo para olvidarse, por momentos, del mundo. Es lo que hizo, entre otros, el mediático chef Jamie Oliver cuando decidió trasladars­e hasta aquí para escribir su libro sobre la gastronomí­a andaluza.

Nuestra ruta termina rozando los límites de la serranía, en el ecoresort Finca La Donaira (ladonaira.com), un increíble cortijo de filosofía slow asomado a una dehesa de caballos lusitanos (los ejemplares de montar más antiguos) y vacas pajunas (en vía de extinción). Es, sin duda, un epílogo que resume con precisión la esencia de un destino rico en paisaje, producto e historia y que parece haber sido creado por un poeta.

 ??  ?? Queso Payoyo. Bodega Cortijo Los Aguilares. Escaleras de la iglesia de Santa María la Mayor. Patio del Museo Municipal de Ronda, en el Palacio de Mondragón. Vista de la vega desde Santa María la Mayor. Una de las obras de arte que salpican Genalguaci­l....
Queso Payoyo. Bodega Cortijo Los Aguilares. Escaleras de la iglesia de Santa María la Mayor. Patio del Museo Municipal de Ronda, en el Palacio de Mondragón. Vista de la vega desde Santa María la Mayor. Una de las obras de arte que salpican Genalguaci­l....
 ??  ?? Plaza de toros de Ronda, una de las más antiguas de España. Tajo y vega de Ronda. Mosaico dedicado a los viajeros románticos. Bodega Doña Felisa. Plaza de toros.
Plaza de toros de Ronda, una de las más antiguas de España. Tajo y vega de Ronda. Mosaico dedicado a los viajeros románticos. Bodega Doña Felisa. Plaza de toros.
 ??  ?? Los aceites La Oliva Roja se produce en El Burgo.
Los aceites La Oliva Roja se produce en El Burgo.
 ??  ?? Mousse de Castañas, de La Molienda Verde. Arco de Felipe V, en el puente Viejo. Detalle del Museo Municipal de Ronda. Panorámica de Ronda, con su muralla a la izquierda. Embutidos Melgar. Jardines y piscina de The Lodge.
Mousse de Castañas, de La Molienda Verde. Arco de Felipe V, en el puente Viejo. Detalle del Museo Municipal de Ronda. Panorámica de Ronda, con su muralla a la izquierda. Embutidos Melgar. Jardines y piscina de The Lodge.
 ??  ?? Interior de Bardal. Exterior del ecoresort de lujo Finca La Donaira. Finca de olivos próxima a Arriate. Uno de los salones de la Antigua Fábrica de Hojalata. Exterior de la Antigua Fábrica de Hojalata. La Casa del Jamón.
Interior de Bardal. Exterior del ecoresort de lujo Finca La Donaira. Finca de olivos próxima a Arriate. Uno de los salones de la Antigua Fábrica de Hojalata. Exterior de la Antigua Fábrica de Hojalata. La Casa del Jamón.
 ??  ?? Vista de Ronda desde el puente Nuevo.
Vista de Ronda desde el puente Nuevo.
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 ??  ?? Ayuntamien­to de Ronda, en un cuartel del siglo XVIII. Productos de Grazalemeñ­os Licores Artesanos. Restaurant­e El Morabito. Sala de cata del Cortijo Los Aguilares.
Ayuntamien­to de Ronda, en un cuartel del siglo XVIII. Productos de Grazalemeñ­os Licores Artesanos. Restaurant­e El Morabito. Sala de cata del Cortijo Los Aguilares.
 ??  ?? Restaurant­e Casa María. Salón del Hotel Catalonia Ronda.
Calle de la zona monumental.
Restaurant­e Casa María. Salón del Hotel Catalonia Ronda. Calle de la zona monumental.

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