ELLE

FE DE ERRATAS

- @guardian_el_

Me he confundido muchas veces. Demasiadas. He tomado tantas decisiones equivocada­s en mi vida que, como Colón, en ocasiones he terminado llegando a buen puerto sin querer. He roto varios platos, muchas promesas y algún corazón. Sobre todo el mío. Las pocas veces que entoné el mea culpa siempre lo hice desafinand­o y a destiempo. Inventé máquinas del tiempo para intentar corregir errores del pasado, pero acabé tropezando con la misma piedra. He pecado de pensamient­o, palabra, obra y omisión. Aunque tampoco me arrepiento demasiado. Olvidé a quien necesitaba mi atención y no solté a los que querían ser olvidados. Me fui de demasiados sitios sin decir adiós. Dejé cuentas a pagar y escondí bajo la alfombra todo lo que pude. Persistí en la mala dirección e ignoré todas las señales del cielo. Pisé callos al bailar. Perdí el vigor y el rigor. No llegué cuando había que estar y me fui cuando había que quedarse. Quemé con el cigarrillo del humor a personas con la piel muy fina. Perdí trenes, oportunida­des, tickets, carteras, amigos y tiempo. Fui cobarde creyendo que estaba siendo prudente. No esperé. Dejé tantas luces encendidas, grifos abiertos y cosas por decir que aún sigo pagando algunas facturas. Me hice trampas al solitario. No pedí perdón y tampoco perdoné. No devolví libros prestados. Hice trampas al Trivial, robé dinero en el Monopoly y me tiré todos los faroles que pude. Me metí por calles en dirección contraria. Protesté todas las decisiones del juez de línea y el ojo del halcón me fue callando la boca cada una de las veces. Olvidé nombres, caras y cumpleaños. Fui débil con el duro y duro con el débil. Dejé todo para la víspera y el toro me pilló tantas veces que ya me manda christmas por Navidad. Me dejé arrastrar por la marea y formé parte del rebaño. Esta semana recibí de la imprenta mi primer libro: ¿Dónde vamos a bailar esta noche? Lo abrí por una página al azar. Olía bien, a recién hecho. Fui feliz durante unos instantes, hasta que me topé con una inocente errata. Apenas pude dormir esa noche. Al día siguiente, sin embargo, decidí que no la cambiaría en la segunda edición. Hay cierta belleza en la imperfecci­ón. Y es un útil recordator­io: los mejores errores son los que nos mantienen siempre con el motor encendido. Un brindis por las erratas de nuestras vidas.

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