CON LAS MANOS EN LA MENTE
Los MASAJES son más que un lujo. Forman parte de cualquier estilo de vida saludable: reducen el estrés, calman el dolor y mejoran tu energía.
Canaliza la energía a través de los masajes corporales.
Ha cambiado mi vida», afirma Valeria, una profesora de 45 años. Su situación de hace unos meses quizás te suene: estaba al borde del agotamiento (últimamente conocido como burn-out) cuando recurrió a un masajista terapéutico especializado en la medicina china. No las tenía todas consigo, pero los resultados fueron los que la convencieron: después de tres sesiones, su cuerpo y su mente reconectaron. «Pude reducir los ansiolíticos, y eso no tiene precio», asegura. Este no es un caso aislado, ya que este es un mal que nos afecta en el plano emocional, en el mental y en el físico, y están empezando a surgir ciertos especialistas que lo tratan a través de las manos. ¿Un ejemplo? La técnica chi nei tsang, en la que se parte el abdomen para trabajar los órganos internos, mientras que equilibra las cargas emocionales y el estrés. Se basa en la idea de que cada órgano representa sentimientos y emociones, que se reflejan en el estómago. De este modo, permite que los cuerpos hablen bajo dedos expertos y, en función de la intensidad del procedimiento, es posible que se desencadenen reacciones sorprendentes en el organismo. Es el fuego interno del que habla la tradición china, y la evidencia de que un buen masaje puede tener efectos tanto calmantes como regenerantes.
Por lo general, el sentido del tacto es el primero que desarrolla la mayoría de las especies de animales, y la piel es capaz de transmitirle a nuestro cerebro con una enorme rapidez cualquier tipo de estímulo (Tiffany Field, doctora)
Por esta razón, ya no se consideran como meras cosquillitas para privilegiados, sino como una práctica necesaria para alcanzar el bienestar, a la altura del deporte, de la alimentación sana o de la medicina alternativa. Comienzan a formar parte de lo cotidiano, y la prueba está en que cada vez es más frecuente ver en Europa los que provienen de la tradición asiática, como el tui na, que reestablece el equilibrio energético del cuerpo y calma el sistema nervioso. No te dejes engañar por su exótico nombre: fue creado por guerreros hace unos 3.000 años, para recuperarse tras las batallas. Su fin es prevenir enfermedades, en lugar de curarlas (el objetivo de la medicina occidental), y eso lo convirtió en una de las cinco ramas de la medicina china (junto a la farmacopea, la acupuntura, la alimentación y el ejercicio energético tradicional, el qi gong). De hecho, los expertos coinciden en que recibirlos de manera regular provoca que el cuerpo libere tensiones, que la energía circule y que las defensas se refuercen. El doctor Mark H. Rapaport, director del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la red de hospitales Emory Healthcare de Atlanta, afirma que una sesión de masaje sueco mejora las respuestas inmunológicas y hormonales del organismo, con un descenso en sangre de la citocina (una proteína relacionada con la inflamación) y un aumento de los linfocitos o glóbulos blancos, que juegan un papel básico en el sistema inmunológico.
Sin embargo, ningún especialista afirmará ser capaz de curar en el sentido estrictamente médico del término. Según el último informe del Ministerio de Sanidad (para el cual se analizaron 139 técnicas diferentes), existe un número demasiado escaso de estudios para determinar una evidencia científica. Y la misma tónica se impone en Europa, a diferencia de Japón, por ejemplo, donde el shiatsu fue reconocido como terapia ya en 1964. Si bien la capacidad de algunas técnicas manuales bien ejecutadas para aliviar y para complementar los tratamientos médicos resulta obvia en numerosas patologías (problemas digestivos, insomnio, estrés...), no se puede decir que tengan propiedades curativas en el cuerpo. Eso sí, sus beneficios van
mucho más allá: por ejemplo, es una terapia eficaz para ayudar a las víctimas de atentados a superar el trauma. Los especialistas admiten que el cuerpo es el primero en sufrir esas impresiones y que las traduce a su manera, por lo que tiene lógica que sea tratado de este modo, además de con un apoyo de tipo psicológico. ¿Pero cómo funcionan en la práctica? «El tacto es el primer sentido que desarrollan las especies animales», explica la doctora Tiffany Field, directora del Touch Research Institute de la Escuela de Medicina de la Universidad de Miami, y continúa: «La piel y el sistema nervioso proceden de la misma capa de células embrionarias, de forma que transmiten cualquier estímulo rápidamente al cerebro». Si añadimos que también contiene una gran cantidad de terminaciones nerviosas, el funcionamiento del masaje es claro: tocado por manos expertas, el tejido cutáneo emite señales que liberan las hormonas del bienestar: serotonina y oxitocina. Mientras tanto, la del estrés
(la cortisona) se esfuma. El resultado es que estamos más relajadas, tonificadas y fuertes.
Y, por supuesto, más felices. ■