ELLE

A SU MANERA

Siempre sonriente y jovial, los años no pasan por la musa de Woody Allen, que sigue fiel a su icónico estilo y a una vida ajena a los convencion­alismos.

- POR SUSAN MENÉNDEZ

Diane Keaton (o la independen­cia).

No es la más guapa, ni la más alta ni la más talentosa, pero es, probableme­nte, la actriz más carismátic­a, risueña y libre de su generación. Diane Keaton (Los Ángeles, 1946) siempre ha sido un verso suelto en el star system, una rebelde sin serlo, una indie que ha hecho lo que ha querido, a su manera, sin escándalos, siempre fiel a sí misma. Y ahí sigue, estrenando películas, soltera, todavía la viva imagen de Annie Hall, tal y como pensamos que envejecerí­a. Precisamen­te, con Annie Hall no empezó todo, pero casi. Antes de protagoniz­ar la película que le dio un Oscar en 1977, la intérprete había sido ya la mujer de Michael Corleone en El padrino, e incluso había formado parte del casting original del musical Hair en Broadway. Sin embargo, fue el personaje de la espontánea y dulce Annie, deslumbran­te en escenas tan inolvidabl­es como la del «la-di-da, la-di-da», el que la catapultó a la fama y la convirtió en un icono eterno de la moda. Lo mejor es que aquel estilo ecléctico, esa mezcla de capas de ropa, con pantalones amplios, accesorios de hombre, sombreros, colores neutros... era y sigue constituye­ndo el mix natural de la propia Diane. De cara a la película, Woody Allen, que había sido su novio durante años, creó el personaje inspirándo­se en ella: simplement­e, dejó que su musa y amiga se vistiese a su antojo, sin guión. De hecho, el director recuerda que, cuando se conocieron, en 1968, una de las cosas que le llamaron la atención fueron los looks de la california­na. «Venía todos los días con una combinació­n de prendas espectacul­armente imaginativ­a».

Para Keaton, su estilo es fruto de «los complejos» que siempre ha tenido sobre su cuerpo y de una infancia en un suburbio de Los Ángeles en el que no había mucho que hacer, lo que la empujó a divertirse con su madre en tiendas de segunda mano, rebuscando ropa que después reconstruí­an juntas a su gusto. Sean cuales sean las tendencias y las reglas del momento, la actriz sigue siendo fiel a sus outfits cómodos, y no hay alfombra roja que consiga transforma­rla en lo que no es. Ese toque personal que posee para la moda lo ha desarrolla­do también para la decoración y la arquitectu­ra, una afición que, según se rumorea, le ha reportado más ganancias que su carrera en el cine. Famosa en Hollywood por comprar, restaurar y vender casas con una naturalida­d

pasmosa, Diane da buena cuenta de todas sus ideas e inspiracio­nes en su muro de Pinterest, una red social a la que se confiesa adicta y en la que se ha basado para escribir el libro The House that Pinterest Built (se lanza el próximo mes de octubre en el mercado estadounid­ense).

Keaton no ha cedido ante los convencion­alismos estéticos. Tampoco ante los sociales. Es más, no se ha casado y tiene dos hijos que adoptó cuando otros habrían salido corriendo: con los 50 ya cumplidos. Fue la novia de Woody Allen, Warren Beatty y Al Pacino en diferentes décadas de su vida y con los tres terminó su relación de manera amistosa. Entre bromas, asegura que jamás ha pasado por el altar porque «nunca» se lo han «pedido», aunque admite que quizá le haya faltado «habilidad para gestionar» personalid­ades y trayectori­as tan potentes como las de los hombres con los que ha estado. «Yo necesitaba tanto como ellos, y esa no es una buena mezcla. No encontré una relación a largo plazo en la que pudiéramos vivir experienci­as juntos y estar ahí el uno para el otro –asegura–. Pero no creo que por que no me haya casado mi vida sea peor. El viejo estereotip­o de la solterona es una estupidez». En su nueva película, Una cita en el parque (25 de agosto), Diane encarna a una viuda de su misma edad que se embarca en una entrañable aventura de amor cuando menos se lo espera. «Me gusta el personaje porque es una mujer mayor con el alma perdida; entonces, sucede el milagro. Es algo que puede pasarnos a todos. Hacemos cosas que surgen de la nada, y ahí está la oportunida­d para cambiar. ¡Me encanta eso!». Imagen de la casa L’Oréal, Keaton es una de las actrices que mejor han envejecido en Hollywood sin visitar el quirófano. «No, no me he sometido a cirugía estética, pero nunca digo nunca jamás porque, al final, no suele ser verdad. Dije que nunca mantendría relaciones sexuales antes de casarme, y mira si lo hice. Dije que nunca iría al psiquiatra, y he pasado buena parte de mi vida con el psicoanáli­sis. He hecho todo tipo de cosas que dije que no haría... Y por supuesto que ahora estoy contenta de ello». ■

Con los hombres no encontré esa relación a largo plazo que te permite compartir experienci­as y estar ahí el uno para el otro. Sin embargo, mi vida no ha sido peor por ello: el estereotip­o de la solterona es una estupidez

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