ENTRA EN CINTURA
Ya no necesitas un corsé para presumir de vientre plano. Te decimos cómo luchar contra las variaciones hormonales, la mala circulación y los trastornos digestivos que conspiran para que tu tripa se hinche. Todo bajo CONTROL.
¿Quieres un vientre plano?
Asúmelo: aunque la naturaleza nos ha concedido una distribución repartida de la grasa ginoide –aquella que se distribuye en las caderas, los muslos y los glúteos–, esta parece empeñada en concentrarse en el vientre. ¿Por qué? «A partir de los 50 años de edad, bajan los estrógenos y toma mayor protagonismo la testosterona, lo que hace que la acumulemos en el abdomen, como los hombres», asegura la médico estético Paula Rosso (Madrid, tel. 913 60 08 53). Pero ¿qué es lo que ocurre previamente? Pues que no es sólo grasa, sino también líquido –linfa–, lo que hincha nuestra tripa. «Las variaciones hormonales durante la ovulación y la regla y la toma de anticonceptivos orales, sumadas a un mal drenaje linfático y venoso en las piernas –un problema que afecta a siete de cada diez mujeres españolas–, provocan inflamación abdominal y retención de líquidos», asegura Rosso. También influyen los trastornos digestivos. «Las intolerancias –que no alergias– al gluten, la lactosa y la fructosa provocan digestiones pesadas e hinchazón», apunta la endocrino y nutricionista Cristina Rodríguez (Madrid, tel. 917 02 46 27). Además, el estreñimiento produce atasco de heces y gases.
Sin embargo, existe otra razón (que va más allá de lo obvio) para tener tripa: el embarazo. «Durante esta etapa, acumulamos grasa en la barriga y las caderas para la lactancia y se separan los músculos rectos del abdomen: en un 60 por ciento de los casos, no vuelven a su sitio espontáneamente y se produce la llamada diástasis –se rompen–», explica Paula Rosso. No desesperes, hay formas de ganarle la batalla al michelín sin recurrir a la faja de látex a lo Kim Kardashian. ■