ELLE

KATE MOSS Cara a cara con la ‘top’ entre las ‘tops’.

La ‘top’ más ‘top’ del siglo XXI vuelve a entrar en escena por obra y gracia de Calvin Klein. Nos encontramo­s con ella en Londres.

- POR PAOLA SÁEZ DE MONTAGUT

Hola, Paola. Encantada de conocerte». «Hola, Kate, igualmente. Para empezar, quiero darte las gracias por habernos dejado ser uno de los tres únicos medios de comunicaci­ón de todo el mundo a los que concedes una entrevista. He de reconocert­e que estoy un poco nerviosa». «Yo también. ¡Venga, tómate una copa de vino blanco!». «Si no te importa, prefiero un abrazo. Acabo de conocer a Honorine Blanc, la perfumista de la fragancia a la que pones imagen –Obsessed, de Calvin Klein–, y me ha explicado que su creación habla del contacto físico». «Entonces, ven. Es una buena idea para que nos quitemos los nervios». Durante el abrazo, me doy cuenta de lo estrecha y angulosa que es. Más que en las fotos. De que el vestido babydoll de color rosa que lleva resulta perfecto para ensalzar sus piernas y olvidarse del resto. De que su pelo está más rubio, casi platino, que en las últimas fotos que vi. Por último, me detengo en su olor. Bastante más dulce de lo que me esperaba. Muy floral. «Ahora sí, hay que darse prisa, porque sólo tenemos diez minutos. ¡Centrémono­s!». Así es como Kate Moss (Croydon, Reino Unido, 1974) toma las riendas de nuestra conversaci­ón, en la que busca mis ojos para no perder en ningún momento el contacto visual. Más tarde, caeré en la cuenta de que es su arma infalible para seducir y –me da la sensación– el escudo de seguridad que impide que las infinidad de miradas que la escrutan a diario la intimiden. Estamos en Londres, en la fiesta de presentaci­ón del nuevo perfume de la firma neoyorquin­a, la misma que en los años 90 cubrió las vallas publicitar­ias de medio planeta con las polaroids de una jovencísim­a Kate, semidesnud­a y retratada por su (en aquella época) novio, el fotógrafo Mario Sorrenti. Las imágenes, además de lanzar al estrellato la carrera de la pareja, rompieron con la excesiva estética de los 80, en pro del sempiterno effortless chic. Esa ansiada naturalida­d por la que suspiramos a la hora de ser, de vestir o de desdibujar­nos el eyeliner de un ojo cuidadosam­ente descuidado. Hoy, algunas de las estampas nunca vistas de la sesión más mediática del mundo de la fotografía de moda y un vídeo inédito del shooting (forma parte de la campaña de lanzamient­o de Obsessed y se emite en la televisión desde el 15 de septiembre) salen a la luz para revivir la legendaria historia de amor.

Año 1993. Sorrenti y tú sois la pareja del momento y el diseñador Calvin Klein os alquila una casa en la playa con la única condición de que Mario te haga fotos para utilizarla­s en la publicidad de la fragancia Obssession.

¡Así fue! Estuvimos diez días en las islas Vírgenes. No dábamos crédito ante la idea de que alguien pudiera pagarnos por irnos solos a un lugar idílico. Mario se tomaba muy en serio su trabajo; por eso, días antes de que nos marchásemo­s, recibió clases para aprender a utilizar bien la cámara. ¡Era su primer trabajo como fotógrafo profesiona­l! Cuando llegamos, la casa estaba llena de carretes y cintas de vídeo, con lo que nos pusimos manos a la obra. ¡Mario me perseguía por todas partes para retratarme y yo sólo quería que me dejase en paz! Nos lo pasamos muy bien, yo era tan jóven...

Esas fotos fueron el comienzo del éxito.

Nosotros no éramos consciente­s. Hasta llegamos a pensar que ni se valorarían.

Conservas muchos recuerdos de aquellos días en el paraíso? Me acuerdo absolutame­nte de todo. No parábamos de repetir tomas: ¡menudo trabajo! También tengo grabado el olor de Mario; creo recordar que llevaba White Musk,

de The Body Shop (no es de extrañar que el almizcle también sea una de las notas clave de la nueva creación de Calvin Klein). Pero lo que me parece increíble es que, 25 años después, nos llamen para volver a trabajar en la misma campaña y, encima, nos paguen por ello. Lo mejor ha sido reencontra­rse con Mario, aunque está muy serio (risas).

Si te hubieran pedido que volvieses a encerrarte en una casa perdida con él para participar en un nuevo proyecto, ¿te habrías dejado de algún modo?

¡En absoluto! Yo ya estoy out of the box (expresión inglesa que sirve para expresar que algo o alguien está al margen

Me pasan cosas malas, como a todo el mundo. Así es la vida. No puedes ser feliz siempre, pero sí debes pensar que lo positivo se repite más a menudo y que lo mejor está por venir. ¡No soy Yoda!

de posibles encasillam­ientos). ¡Vivo fuera de ella! Y debo admitir que este es el sitio donde realmente se está bien...

¿Eres feliz?

Sí. Soy feliz. Casi siempre. O, por lo menos, lo intento. Fundamenta­lmente, he dejado de obsesionar­me con la felicidad. Con la idea de que tenemos que perseguirl­a todo el tiempo y, más aún, con las cosas que se supone que debemos hacer para llegar a ella. Sencillame­nte, hay que permitir que la existencia fluya, dejarse llevar. Por supuesto que me pasan cosas malas, como a todo el mundo, porque así es la vida. No puedes ser feliz constantem­ente, pero sí debes pensar que lo positivo se repite más a menudo y que lo mejor siempre está por venir. ¡Yo no soy Yoda! (Pronuncia con énfasis el nombre del mítico personaje de La guerra de las galaxias, haciendo resonar su expresiva y caracterís­tica voz quebrada).

Tampoco te obsesiona la felicidad de tu hija, Lila? No, ya no. Mi máxima a la hora de educarla es que sea libre. El mejor consejo que compartió conmigo la madre de una amiga cuando nació Lila fue: «Si, algún día, la niña pega una patada en la puerta, dile que, la próxima vez, la pegue más fuerte». ¡Qué bien me habría venido a mí que me hubieran tratado así! Eso no quiere decir que mi hija haga lo que le dé la gana; a veces, no me queda más remedio que ponerle límites: está a punto de cumplir 15 años. ¿Tú tienes hijos?

Sí, dos niñas. Una de 3 años y otra de 1.

¡La que te va a caer! Dos adolescent­es en casa. Espera a que tengan 14 años y ya verás (ríe a carcajadas).

Eres uno de los grandes iconos de nuestros días. ¿Sientes algún tipo de responsabi­lidad ante este estatus?

Ninguno. Si notas ese peso, dejas de ser libre. Mi hija sí es responsabi­lidad mía sólo por el hecho de serlo, aunque yo no puedo ser responsabl­e de sus actos.

¿Es ese deseo de libertad la razón de que no te hayas creado una cuenta en ninguna red social?

¡Tengo el Instagram de mi agencia (@katemossag­ency)! Pero nada de perfiles personales. Odio ver a la gente hablando o mirando compulsiva­mente el móvil. A los que van a cenar y dejan el teléfono encima de la mesa. ¿Por qué, si estamos sentados juntos, no mantenemos una conversaci­ón? Hay una adicción horrible al teléfono. (Han pasado diez minutos. Se abre la puerta y nos interrumpe­n con la típica frase: «Última pregunta». Kate me mira). Quedamos en la mesa del DJ. Y dame otro abrazo». ■

«Soy feliz. O, por lo menos, lo intento. Lo más importante es que ya he dejado de obsesionar­me con la idea»

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 ??  ?? ICONO DE ESTILO
ICONO DE ESTILO
 ??  ?? De izq. a dcha., con Suki Waterhouse, Cara Delevingne, Sienna Miller y Naomi Campbell KATE & Co.
De izq. a dcha., con Suki Waterhouse, Cara Delevingne, Sienna Miller y Naomi Campbell KATE & Co.
 ??  ?? En 1997 KATE & MARIO
En 1997 KATE & MARIO
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En 2017
 ??  ?? Con Stella McCartney
Con Stella McCartney
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Con Jean Paul Gaultier
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Con su última pareja, Nikolai von Bismarck

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