ELLE

DE LAS PALABRAS A LOS HECHOS

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Sigue sin estar claro de quién es el aforismo (¿de Heráclito? ¿De Sócrates?), pero como consejo es imbatible: «Conócete a ti mismo». Porque, cuando uno entiende cuáles son sus virtudes y sus defectos, puede tomar mejores decisiones, algo que afecta a sus resultados y su actitud en la oficina. En este sentido, resulta muy interesant­e el trabajo de Carl Gustav Jung, un célebre psicoanali­sta suizo que, en la década de los 20, identificó distintos tipos de personalid­ad a partir del modo en que procesamos la informació­n. Es decir: en función de tu forma de ser, te desenvolve­rás mejor

(y peor, por supuesto) en ciertas tareas laborales. De acuerdo con las investigac­iones de Jung, que no han perdido vigencia a pesar del paso del tiempo, existen tres grandes grupos humanos: thinkers, doers y feelers. Saber a cuál de ellos perteneces no te facilitará encontrar un empleo, pero sí te servirá para orientar la búsqueda y para que, si ya te encuentras en el mercado laboral, localices en qué aspectos puedes crecer para darlo todo. ¿Tienes un compañero que se duerme en las reuniones pero disfruta haciendo cosas? Lo más probable es que sea un doer de manual, alguien con ganas de acción y desafíos, impaciente, que prioriza la práctica sobre la teoría y que demanda indicacion­es precisas (y expuestas con brevedad) cuando asume un encargo. Un ejemplo: si una compañía quiere lanzar una nueva app, el thinker estudia el mercado, decide cómo debe ser el producto final y establece un presupuest­o y un plazo para sacar adelante el proyecto. Es en este punto donde el doer entra en juego, dispuesto a

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