ELLE

Cara a Cara

Su apellido, Delevingne, es sinónimo de talento. Ella desfila, canta, escribe y, ahora, protagoniz­a la serie ‘Carnival Row’. Ponemos a la modelo MÁS EXPRESIVA frente al espejo.

- POR DEREK BLASBERG. FOTOS: LIZ COLLINS

Son las 9 de la noche de un jueves y Cara Delevingne (Londres, 1992) no quiere salir de su habitación. Hemos reservado una cena elegante en el restaurant­e de su hotel de París, pero, cuando llego, me escribe para que suba. Me la encuentro en pijama –bueno, con una camiseta raída y unos leggings negros–, y metida bajo las sábanas. Un contraste enorme respecto a cómo la vi esta tarde, con un vestido rosa de Chanel en el Grand Palais, donde dio su adiós a una de las figuras más decisivas de su vida: Karl Lagerfeld. Cara mantuvo la compostura durante la ceremonia, junto a Pharrell Williams o Helen Mirren; sin embargo, ahora, el desgaste emocional de la despedida finalmente se manifiesta. «Lo que más triste me puso fue que, al final, esperaba que Karl dijera su clásico: “¡Qué gran show!”. Y ahí me di cuenta: “Ah, no, porque ya no está aquí”». La modelo y actriz, que acaba de estrenar su primera serie, Carnival Row (Amazon Prime Video), y es imagen de Dior Beauty, se hizo famosa como la chica sonriente que bien podría ser tu vecina; pero yo he tratado con Cara lo suficiente para saber que, tras su exterior extroverti­do y vivaz, hay alguien capaz de derrumbars­e por la emoción. Con una mirada a sus ojos manchados de negro bajo el edredón, veo que tendré que anular la cena. Echo las cortinas, me acurruco junto a ella y empezamos la entrevista como dos amigos que hablan en la cama. Te conocí con 16 años. Por aquel entonces, la pizza te importaba más que la moda. Aún no soy una fashionist­a; cualquiera lo es más que yo. Supongo que mi familia era más glamurosa de lo normal. Mi padre es muy estiloso (aunque le gusta ir desnudo), y mi madre, igual; es una acaparador­a de ropa. Mi abuela también acumula mucha.

¿Qué tipo de estudiante eras en aquellos primeros tiempos?

Quería ir a una escuela de interpreta­ción, pero terminé en Bellas Artes. Sufría de depresión, así que era consciente de que no iba a hacerlo bien. Luché bastante para estabiliza­rme.

¿Y pensaste que las pasarelas serían un buen lugar para ti?

Lo que jugó a mi favor fue precisamen­te no saber demasiado de esto, por lo que no me intimidaba. Creía que iba a ser como Zoolander o El diablo viste de Prada. Desde luego, lo que no es posible es escapar de la depresión, así que esos sentimient­os volvieron. Eso sí, al principio, la moda me parecía como un universo distinto y algo ridículo.

Te adaptaste en seguida. Tu pandilla la componían Georgia (May Jagger), Kendall (Jenner) y Jourdan (Dunn). Recuerdo que Georgia, que ya estaba acostumbra­da a los

paparazzi, me decía: «Cara, no puedes salir de la discoteca con los zapatos en la mano. ¡Te van a fotografia­r!». Y yo pensaba: «¡Qué va, nadie quiere fotos de mí, no me seas ridícula!». Y, al año siguiente, ya estaban por todos lados...

¿Te fue fácil hacer amistades?

Había puesto pocas esperanzas en esta industria. Primero, porque no creía que nadie estuviera dispuesta a ser mi amiga. Y segundo, porque no sabía si, en el proceso en que yo estaba, las relaciones iban a ser inconsiste­ntes o a parecerme poco reales. ¡Así que me llevé una sorpresa muy positiva! Con Jourdan y Karlie (Kloss) funcionó desde el principio. A Kendall no la conocí hasta unos años más tarde, y también fue sencillo. Me di cuenta de que los esfuerzos que no son reales se ven rápidament­e. Empezaste a fiarte de tu instinto.

Más o menos. A veces, mi instinto funciona perfecto; otras, de pena. Y después, hay cierta gente que intenta desorienta­rlo.

En alguna ocasión te has arrepentid­o de haber publicado cosas en las redes sociales? Jamás. Es como cuando me preguntan si tengo remordimie­ntos de algo. Pues sí, pero no. ¿De qué sirve eso? Estoy aquí, y eso es lo que me ha traído.

¿Cuál es el momento más memorable que recuerdas de tu época como modelo?

Uno de los mejores, y de los peores, fue mi primera campaña para Burberry con Kate (Moss). ¡Estaba aterroriza­da! ¿Cómo haces para salir favorecida junto a ella? Si es como trabajar con una pantera: es la reina del set... y podía comerme. Yo estaba intimidada y, a la vez, trataba de lograr la toma buena. El caso es que siempre me descubría mirándola a ella, en lugar de a la cámara.

¿Las lecciones de la moda te han servido luego para actuar?

Pues no, la verdad es que esta profesión me jodió bien a la hora de interpreta­r. En mi primera película –Anna Karenina, en la que ni siquiera hablaba–, nada más entrar en plano, el director (Joe Wright) venía y me comentaba: «Cara, ya estás posando de nuevo». Yo le respondía: «No entiendo

La moda no me hacía bien, ni a nivel emocional ni físicament­e. Las fotos en que estaba guapa eran lo único que me gustaba de mí... Y no pensaba que yo lo fuera, sino la persona que salía en el cartel con mi cara. Era una manera retorcida de ver el mundo

Me gusta escribir música y poesía, y eso viene del dolor que viví de niña, con las adicciones de mi madre. Ella me dio el regalo de poder ser una persona torturada

qué quieres decir». Y él: «No estás metiéndote en el papel, sólo intentas estar guapa». Yo no me había dado cuenta. Tu serie, Carnival Row, tiene que ver con las crisis que vivimos en el momento actual. ¿Qué debemos saber de ella? Es una fantasía de aires neovictori­anos, y yo soy un hada pansexual, llamada Vignette. Trata sobre la inmigració­n y los refugiados, aunque en un mundo aparte. Hay diversas líneas argumental­es y un montón de personajes y criaturas. Es para frikis, para aquellos que se sumergen en otros universos; siendo honesta, si no hubiera leído el guion, ¡no sé si yo hubiera comprendid­o ni la premisa!

Aqué actores admiras? Por ejemplo, a Tilda Swinton, a Helen Mirren, a Jennifer Lawrence, a Phoebe Waller-Bridge...

Sólo has mencionado a mujeres. ¿Resulta positivo trabajar en Hollywood en este momento en que ellas están ganando poder?

Sí. Aunque, a veces, parece que no ha cambiado nada. Sobre todo con estos movimiento­s, en cuanto creamos un hashtag, nos da la impresión de que ya lo hemos logrado, y no es así. Es un inicio, pero debemos recordar que la discrimina­ción se sigue dando constantem­ente.

Has contado públicamen­te que Harvey Weinstein te pidió hacer un trío con otra mujer.

¿Fue terapéutic­o sacarlo a la luz?

Ni siquiera me había parado a pensar en ello en cinco años, hasta que la actriz Rose McGowan relató su historia. Lo realmente extraño es que sí lo fue, a pesar de que yo no lo había afrontado antes. No sabía ni lo que era el abuso. Y resulta que casi todas las mujeres que conozco lo han sufrido. Sólo que yo no era consciente de ello.

¿Cómo te desestresa­s?

Me encanta ser espontánea. Porque el resto de mi vida está muy planeada.

¿Cuál ha sido tu última experienci­a espontánea?

Ir hasta Big Sur (California). Y montar veladas cinéfilas.

¡Ver películas! ¡Vives a tope, Cara!

Ya, ya, ¡espera a que me coja unos días libres! Me voy a volver loca. Este año no he ido a Glastonbur­y ni a Burning Man. Qué tristeza. Antes, era capaz de desfasar y trabajar al mismo tiempo. Ahora, ya no.

Tienes una relación con la actriz Ashley Benson, y tú has confesado que estáis enamoradas. ¿Cómo siente el amor Cara Delevingne?

Estoy mejor cuando me enamoro. Y eso no siempre implica querer a otro; puede ser a mí misma. Aunque es un sentimient­o increíble cuando no estás sola, cuando te enfrentas al mundo junto a otra persona.

Las mujeres creemos que con un ‘hashtag’ ya lo hemos logrado, y no es así. Es un inicio, pero hoy sigue habiendo discrimina­ción

¿Por qué has sido reacia a hablar de tu vida personal en la prensa?

Porque es sagrada. Pero entiendo que a la gente le importe, y no quiero ser tan reservada que piensen que me avergüenzo de nada. Nunca he tenido una relación tan pública como esta, ni en la que yo publique fotos con la otra persona. Esta vez es diferente. Hemos pasado el punto de guardarlo en secreto, o al menos de no querer atención, y ahora siento que no puedo no estar orgullosa. Y eso tampoco es igual que querer posar juntas en una alfombra roja... Se hacen muchas conjeturas, lo que me preocupa. Porque, cuando tienes algo tan especial no quieres que alguien lo cambie. ¡Aunque nadie debería tener ese poder! Has dicho que tu lema es: «Abraza tus rarezas». ¿Y tú, cómo lo haces?

Eso significa abrazar lo que no te gusta de ti. Durante una época, para mí eso era casi todo. Pero he aprendido a aceptar lo que descubro de mí, bueno o malo. Al fin y al cabo, si me enamoro de alguien, es por sus defectos. Y he aprendido a amarme a mí también por mis defectos. ■

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 ??  ?? En ambas páginas, guantes de Dior.
En ambas páginas, guantes de Dior.
 ??  ?? Vestido palabra de honor y sombrero, de Dior.
Vestido palabra de honor y sombrero, de Dior.
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Vestido, de Dior.

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