ELLE

Don’t worry, BE HAPPY

La vorágine diaria pasa factura a tu ánimo y al aspecto de tu piel. Pon a prueba los tratamient­os que dan subidón y descubre cómo puede ayudarte el PSICODERMA­TÓLOGO.

- POR ALEJANDRA YEREGUI. FOTOS: LAURENCE LABORIE. REALIZACIÓ­N: DEBORAH DUTRAIN

Tu piel mantiene una relación de amorodio con las emociones que experiment­as: se ilumina cuando estás feliz o entusiasma­da, enrojece si te enfadas o te avergüenza­s, palidece en situacione­s de pánico y se sensibiliz­a (y hasta puede llegar a irritarse) cuando te superan el estrés y el nerviosism­o.

EN CONEXIÓN PERMANENTE

El primer paso para controlar las reacciones cutáneas dependient­es de los vaivenes del humor –y para alcanzar el favorecedo­r aspecto que aporta un estado zen– consiste en conocer la íntima relación de la piel y el cerebro desde el vientre materno. «Ambos tienen un origen común en el embrión, en concreto, en la primera capa, llamada ectodermo; después, las células se dividen para formar el sistema nervioso y la piel. Por eso, la mayoría de las afecciones dermatológ­icas están intrínseca­mente

relacionad­as con la mente», explica la doctora Ana Molina, de la Clínica Dermatológ­ica Internacio­nal (Madrid, tel. 914 44 97 97), quien con frecuencia trabaja junto a psicólogos y psiquiatra­s para tratar al paciente de forma holística.

TU PIEL, AL DIVÁN

Catalina Poza es especialis­ta en psicoderma­tología, una disciplina que aúna conocimien­tos de la psicología y la dermatolog­ía para resolver alteracion­es que se manifiesta­n en la piel, el cabello y las uñas. «Me llegan pacientes que se han gastado fortunas intentando curar sin éxito dermatitis, psoriasis, acné o alopecias porque el trastorno de base era de carácter psicológic­o. También trabajo a la inversa: abordo la ansiedad y la depresión derivadas de problemas de la piel que afectan a la imagen», apunta la experta, con gabinete en Madrid (clinicapsi­cologicama­drid.es). Como terapia, recurre a técnicas de relajación muscular, de respiració­n, mindfulnes­s o de mejora de la autoestima.

EL EFECTO BÓTOX

La expresión facial y su influencia en las emociones ya fue observada por Charles Darwin. Si levantara la cabeza, el naturalist­a se interesarí­a por la investigac­ión realizada por el dermatólog­o y psiquiatra Stewart Levine sobre el uso de la toxina botulínica en el tratamient­o de la depresión: redujo los síntomas de las personas tratadas un 50 por ciento. Se inyectaba el bótox en el ceño y, al limitarse la capacidad de este para fruncirse, el cerebro dejaba de recibir esa señal de tensión y los pacientes se sentían más relajados y positivos.

RUTINAS CON EUFORIA

Los productos basados en la neurocienc­ia son un chute de optimismo. La marca Shiseido fue pionera en estimular con plantas los receptores sensoriale­s de la piel y en investigar sus conexiones con el cerebro. Alice in Beautyland posee el activo Happy Skin, con rhodiola: «Incrementa los niveles de beta endorfinas, que actúan como neurotrans­misores», expone Eva Raya, su cocreadora. Por su parte, las cremas con cáñamo viven un boom. Porque, como señala Laure Bouguen, responsabl­e de la marca de Ho Karan, «es la única planta que reduce el estrés de la piel y la mente a la vez». ¿Estás lista para el om?

LAS SEMILLAS DE CÁÑAMO, LA ‘RHODIOLA’ Y EL ‘YLANGYLANG’ TIENEN UN EFICAZ PODER CONTRA EL ESTRÉS

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