ELLE

Vuelve la ‘top’ del cambio de milenio.

En pleno reinado de la curva de los 90, llegó y revolucion­ó los cánones de belleza. Hoy la ‘top’ JACQUETTA WHEELER disfruta de su faceta como madre, fotógrafa y modelo.

- POR AMELIA LARRAÑAGA. FOTOS: JAVIER LÓPEZ. REALIZACIÓ­N: BÁRBARA GARRALDA

Si visionáram­os a cámara lenta la llegada de la top Jacquetta Wheeler (Londres, 1981) a nuestra sesión de fotos, se obtendría la idea definitiva de eso tan intangible que es la elegancia. Y no sólo por su estatura. Que también. La delicadeza al moverse, el paso ágil, la posición exacta de la cabeza y una sonrisa tímida, cálida, casi principesc­a, defendiend­o un sencillo suéter a rayas, unos jeans de talle alto y el imprescind­ible botín plano del otoño te hacen comprender al instante lo que debió de suponer su irrupción en la escena de la segunda generación de supermodel­os de los

90, la que siguió a Cindy Crawford, Claudia Schiffer y compañía. Fue descubiert­a a los 15 años, casi ya con sus actuales 1,82 m de altura, en el transcurso de una de las fiestas de verano que acostumbra­ba a dar su madre, la fotógrafa Tessa Codrington, en la fabulosa villa familiar en Tánger, Dar Sinclair. Y así fue como una adolescent­e Jacquetta, la mediana de tres hermanas (Sarah y Charlotte), se topó de bruces con el mundo de la moda. Su vida, la de una aplicada estudiante que iba para antropólog­a, cambió de rumbo cuando el diseñador Stephan Janson pidió permiso a su madre para llevar a la adolescent­e a Milán en septiembre para participar en su desfile. Semanas después, ya estaba en una agencia, y enseguida le tocaría compartir pasarela con la sensualida­d curvilínea de Gisele Bündchen o la de Alessandra Ambrosio. Jacquetta se convirtió en un icono de principios del siglo XXI, rompió la hegemonía de la curva y volvió a poner de moda (como la actriz Audrey Hepburn a finales de los 50 y la maniquí Inès de la Fressange a principios de los 80) el estilo andrógino y ese eterno femenino que huye de toda rotundidad. Tras casi diez años desfilando y posando para los gigantes de la industria, paró el ritmo para ser madre (de Sam, hoy con cuatro años, y Edie Belle, con uno) junto a su marido, el financiero Jamie Allsopp – quien se unió en 2012 en una boda de cuento–, y disfrutar de su otra pasión: la fotografía. La supertop, declarada la modelo del milenio por la revista Face en 1999, regresa al mundo de la moda y se confiesa «feliz de tener 24 horas» para ella en este viaje exprés que ha hecho desde Londres para nuestro shooting con Lloyd’s, la firma de El Corte Inglés con los básicos atemporale­s más deseados.

¿Cuál fue el secreto para convertirt­e en un icono nada más aparecer?

Era muy alta, llevaba el cabello corto, y por entonces no había muchas modelos con ese look. Era el boom de las brasileñas, sensuales y femeninas, y supongo que esa diferencia, ese aspecto un tanto andrógino, debió de tener algo que ver. Mi gran suerte fue ser descubiert­a por alguien importante en la industria como Janson.

¿Qué hay de aquella niña tímida en la Jacquetta de hoy?

Todos nacemos con una personalid­ad concreta, pero cada vez nos vamos sintiendo más cómodos en nuestra propia piel. Sigo siendo aventurera, amable y práctica, y me encanta divertirme. Aunque tengo que decir que me lleva mucho tiempo tomar una decisión, siempre sopeso las dos partes de un debate porque soy leal y aprecio mucho el deber.

Tú eres la prueba de que ser andrógina y femenina es algo compatible...

Por supuesto que sí. Una mujer con el cabello corto y una blazer es tremendame­nte femenina y sexy. Si así se siente ella por dentro, siempre lo va a transmitir hacia afuera.

¿Qué es para ti la elegancia?

Tiene que ver con ser amable con los demás. Saber quién eres, tener un

«LA ELEGANCIA ESTÁ LIGADA A SER AMABLE CON LOS DEMÁS, SABER QUIÉN ERES Y TENER BUEN ESTILO»

«UNA MUJER CON EL PELO CORTO Y UNA ‘BLAZER’

PUEDE SER FEMENINA Y TREMENDAME­NTE ‘SEXY’»

buen sentido del estilo y conocer las prendas que te funcionan.

¿En qué te inspiras al vestir?

Soy una chica de jeans y camiseta, pero disfruto muchísimo de las buenas editoriale­s de moda de las revistas, como las de ELLE. Me encantan las red carpets, aunque sólo como espectador­a.

¿Cómo recuerdas aquella época en la que eras más que una espectador­a?

Lo mejor fue viajar y conocer a tantas personas tan interesant­es. Aunque era un trabajo solitario para alguien tan joven, mi mundo se abrió.

¿Influyó en tu carrera el hecho de que tu madre fuera fotógrafa?

¡Mucho! Cuando comencé a desfilar, hicimos juntas una divertidís­ima sesión de fotos en la que ella me dio muchos tips. Por ejemplo, ahora recuerdo el de simular caminar para conseguir una buena fotografía. ¡Funciona! Y me enseñó a no dejar de poner los pies en la tierra.

¿Ves muy diferente el mundo de la moda ahora? ¿Qué opinas del fenómeno de Instagram?

Ahora que regreso a la industria tras dedicarme a mis hijos, ¡encuentro tantas diferencia­s! Por un lado, me encanta esa oportunida­d que te dan las redes sociales como plataforma­s para hacer campaña por los derechos humanos, los de la mujer o el medio ambiente. Pero también hay mucha presión por estar posteando

todo el tiempo. Cada vez que estamos en una sesión o en el backstage

de un programa o desfile, creemos que debemos documentar­lo todo, y estamos pendientes de cómo el mundo lo va a percibir en lugar de limitarnos al trabajo en cuestión y relajarnos, concentrar­nos y disfrutar con lo que hacemos. Pensar en cuántos likes obtendrás en Instagram hace que las personas no estén presentes, y lo peor es que me da la sensación de que la mayoría de la gente se siente culpable por ello.

Además de cuidar de tu familia, llevar tu cámara siempre al hombro y trabajar como modelo, gestionas la villa familiar, Dar Sinclair, en Tánger, con la que además haces una labor solidaria...

Dar Sinclair es ahora mi happy place. Cuando murió mi madre, hace tres años, mi hermana y yo nos hicimos cargo de la reforma que ella estaba llevando a cabo. Fue bastante desalentad­or al principio, pero un día me di cuenta de que la única manera de disfrutarl­o era meterme de lleno en ello, en cuerpo y alma. Ahora la alquilamos para mantenerla, aunque también la vivimos. Además, nos permite colaborar con Darna, una ONG local para niños sin recursos que de otro modo vivirían en la calle.

La política ha estado presente en tu familia gracias a tu padre, John Stuart Wheeler, un reputado financiero y activista político. ¿Cómo ves el Reino Unido en unos años?

Mi perspectiv­a es muy positiva. No tengo ni idea de qué ocurrirá, pero espero que seamos un país feliz pase lo que pase con el Brexit. Creo que estaremos bien, el crisol de culturas es parte de nuestro éxito. Por eso no estoy muy preocupada... ■

 ??  ?? Gabardina clásica ‘camel’, de Lloyd’s.
Gabardina clásica ‘camel’, de Lloyd’s.
 ??  ?? Abrigo de lana y blusa con estampado ‘liberty’, ambos de Lloyd’s.
Abrigo de lana y blusa con estampado ‘liberty’, ambos de Lloyd’s.
 ??  ?? Jersey ‘oversized’ de punto y parka impermeabl­e, de Lloyd’s, calcetines, de El Corte Inglés, y sandalias marrones, de Birkenstoc­k.
Jersey ‘oversized’ de punto y parka impermeabl­e, de Lloyd’s, calcetines, de El Corte Inglés, y sandalias marrones, de Birkenstoc­k.
 ??  ?? Abrigo de lana de espiga, jersey de punto, camisa blanca y ‘jeans’ negros, todo de Lloyd’s, y botas de Hunter y manta de cuadros, de Indi & Cold.
Abrigo de lana de espiga, jersey de punto, camisa blanca y ‘jeans’ negros, todo de Lloyd’s, y botas de Hunter y manta de cuadros, de Indi & Cold.

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