ELLE

MILLA CONFIDENTI­AL

Al volante de su carrera desde niña, la actriz no piensa echar el freno. Polifacéti­ca, incansable, MAGNÉTICA Y LUCHADORA, estrena película y anuncia embarazo. Siempre a mil por hora.

- POR HELENA R. MEDINA. FOTOS: LAURA SCIACOVELL­I

Tiene una belleza helada y heladora. Helada porque parece haberse detenido en el tiempo. A sus 43 años, Milla Jovovich (Kiev, Ucrania, 1975) está tan bien que va a ser madre por tercera vez, mantiene su estatus de icono de la moda y continúa siendo un reclamo en los créditos de cualquier película. Y heladora porque te deja congelada con una sola mirada... o patada. Modelo, actriz, cantante, directora de cine, diseñadora de moda y empresaria –por ese orden primero y todo a la vez después–, en los últimos años –14 nada menos, de 2002 a 2016– el gran público la ha identifica­do por su papel en la saga de Resident Evil, donde interpreta­ba a una superheroí­na con superpoder­es y que le ha dado superpopul­aridad. Pero ella atesora un pasado y atesorará un futuro. Empezó a trabajar en el fashion business a los 11 años, fue musa del fotógrafo Peter Lindbergh, protagoniz­ó films imprescind­ibles como El quinto elemento, The Millon Dollar Hotel y Zoolander, sacó un disco titulado The Divine Comedy y creó, junto a la también top Carmen Hawk, una línea de ropa. Entre sus próximos proyectos se encuentran el estreno de Monster Hunter, Hummingbir­d y Corto Maltés, donde repite patrones: en las dos primeras está a las órdenes de su marido, el d ir ectorPaulW.S. Anderson, y en la última interpreta a un personaje de cómic, again. Y es que, cuando no es una justiciera es una asesina, una guerrera o una mala malísima con denominaci­ón de origen soviética. Es lo que tiene un físico de Europa del Este y esa templanza que impone. Hoy la podemos ver en Paradise Hills, una película de la directora bilbaína Alice Waddington con Emma Roberts en el reparto, en la que se mete en la bonita piel de la Duquesa, una mujer que gobierna con mano de hierro una residencia de lujo para encauzar a jovencitas. Enigmática, fuerte e incombusti­ble, Milla vuelve a dar el golpe, pero, esta vez, de efecto.

Paradise Hills es un alegato por la diferencia. Tú, que empezaste a trabajar muy joven y llegabas de otro país, ¿sufriste alguna vez esa horrible sensación de no encajar?

Sí, de niña me sentía diferente por ser una inmigrante. Además, mis compañeros en el colegio se encargaban de recordárme­lo constantem­ente: como venía de Rusia, algunos chicos se reían de mí y me llamaban la comunista. Yo sólo quería ser una más, pero no fue posible. Ante el rechazo, encontré mi refugio en los libros. Cuando era pequeña, la lectura se convirtió en mi manera de escapar de la realidad. Desafortun­adamente, hoy día son muchas las mujeres que se sienten así. ¿Que les aconsejarí­as para salir adelante?

Les diría que tienen que educarse, formarse. Como he mencionado, para mí la lectura es una gran aliada, además de la mejor manera para estar informada. Y también animaría a las chicas a practicar artes marciales. A diario veo cómo mis hijas sacan cosas buenas de hacer taekwondo: les inculca autoestima y les enseña a respetarse a sí mismas y a respetar a los demás. Y, al mismo tiempo, fortalecen todo el cuerpo. Creo que la disciplina forja el carácter.

Has publicado en tus redes que Paradise Hills «lidia con cuestiones de ansiedad social y la presión de las mujeres de obtener una falsa idea de la perfección». ¿El nuevo feminismo está cambiando las reglas?

Yo pienso que el feminismo es una idea y un derecho natural que se está fortalecie­ndo con los años. Lleva tiempo cambiar las normas, pero tengo la seguridad de que las mujeres, cuando están unidas, pueden arreglar el mundo. Es genial ver que hay más sentimient­o de equipo, aunque aún tenemos un largo camino por recorrer.

Tu madre es actriz, tu marido es director de cine y tú eres una artista multidisci­plinar. ¿Te gustaría que tus hijos siguieran la tradición familiar?

Mi hija mayor se ha sentido atraída por la actuación desde los 4 años. Yo no le permití asistir a audiciones hasta que aprendió a leer. Conozco los problemas que supone empezar tan joven a trabajar y, sinceramen­te, la animé a que esperara a ser más madura. Pero su pasión pudo con todo. Mi papel como madre es apoyar los sueños de mi hija y, mientras mi marido y yo seamos cautelosos y ella saque

Quiero transmitir a mis hijas la seguridad necesaria para recurrir a su fuerza y confiar en sí mismas sin buscar la aprobación de los hombres. Deben sentir su propio poder. Espero que entiendan que su voz tiene peso

buenas notas en el colegio y entienda el valor del trabajo duro, no tengo ningún problema en dejarla hacer películas o meterse en cualquier otra profesión que implique empezar muy joven. Estoy sorprendid­a por su talento natural y, al verla perseguir sus sueños, me siento muy orgullosa.

¿Y temeraria? Ever es la hermana mayor de Dashiel y del bebé que esperas. Como actriz y futura madre de tres niñas, estarás conciencia­da, y preocupada, con el #MeToo... ¿Con qué armas te gustaría ponerlas a salvo?

Yo he sido muy afortunada en mi carrera por no haber sufrido los abusos que han tenido que soportar otras mujeres. No estoy segura de qué es lo que me protegió a mí y no a otras compañeras, pero siempre he sentido que tengo voz y rara vez me he visto intimidada para no usarla. Intento transmitir a mis hijas la seguridad necesaria para recurrir a su fuerza y confiar en sí mismas sin buscar la aprobación de los hombres. Deben sentir su propio poder. Ellas son afortunada­s por tener un padre que respeta a su madre y que las apoya. Eso también les ha enseñado empatía. Espero que entiendan que su voz tiene peso. Yo todo lo que puedo hacer como madre es recordarle­s los derechos humanos básicos las veces que sea necesario.

No has sufrido abusos, pero sí les has declarado la guerra con el programa Respect, para mantener la industria de la moda libre de acoso sexual. ¿Cuál es tu papel ahí?

He sido testigo de episodios sexistas, algo que me asquea. Que como modelo me haya librado también de pasar por eso no significa que no reaccione cuando veo algún caso. He hablado con chicas que están en el mundo de la moda para decirles que tienen el derecho de dejarlo todo e irse, que pueden hablar y decir no tan fuerte como quieran y sin pasar vergüenza. También me he visto obligada a decir no

en nombre de otras personas. Trabajo con Models Alliance en esta iniciativa porque hay mujeres que necesitan un apoyo extra para salir de un ciclo de abusos. Algunas veces la gente requiere la fuerza de otros para encontrar la suya.

En Paradise Hills eres la más dura de las malas, en la saga de Resident Evil eres una heroína, en Juana de Arco

eres una guerrera... Tú siempre pareces segura y fuerte.

Supongo que irradio una fuerza natural que hace que me elijan para interpreta­r ese tipo de papeles en el cine. Yo, por mi parte, admiro a muchas mujeres fuertes; sin embargo, es a las solteras que consiguen mantenerse a flote con sus hijos mientras se ocupan de su carrera profesiona­l y de su vida personal a las que llamo guerreras.

Ellas, en su día a día, sí que son dignas de admirar.

Has trabajado con grandes nombres del cine, como Wim Wenders, Paul W. S. Anderson y Spike Lee. ¿Qué piensas de Alice Waddington, la directora de Paradise Hills?

Ha sido muy interesant­e trabajar con una directora tan joven (no ha cumplido los 30 años) en la que es su ópera prima. Alice es muy calmada y muy cerebral, disfruté muchísimo en el rodaje con la energía que ella genera. Hay una voz interior potente en Alice, y cuando estás a su lado la comunicaci­ón fluye sola. Enseguida supe lo que esperaba de mí para su película.

En 2020 tienes varios proyectos, uno de ellos, Monster Hunter, de nuevo a las órdenes de tu marido. Eres una absoluta experta en cine de fantasía... En la vida real, ¿eres soñadora o mantienes los pies en la tierra? Cuando buscaba ese refugio que necesitaba de pequeña, me encantaba leer novelas fantástica­s. Supongo que eso de dejar volar tu imaginació­n es una buena manera de alejarte de las complicaci­ones que todos encontramo­s en la vida real, ya sean sociales o personales. Pero en el mundo de hoy están pasando cosas que ninguno de nosotros podemos obviar. Tenemos que hacer nuestra parte y ayudar con nuestra voz a que se produzca el cambio. Yo creo que hay que trabajar la habilidad de soñar despiertos para mantenerno­s en calma cuando estemos con los pies en la tierra. Es el equilibrio lo que nos permite sentirnos completos. ■

Peter Lindbergh no solamente era un genio de la fotografía: era también un genio del espíritu humano. Él hacía sentir especial a todo el mundo cuando estaba a su lado. Ese era su regalo, y lo compartió siempre de una manera generosa

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