ELLE

¿TE VIENES A BAILAR?

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¡Que empiece la fiesta! Ellos chasquean los dedos y marcan el ritmo: son jóvenes, comprometi­dos y talentosos. Emblemas de una nueva generación que agita la noche, mueven el mundo y contagian glamour. Lo llevan en los genes, ya que pertenecen a dos míticas sagas familiares. Modelo y actriz, la polifacéti­ca Dree desprende energía en estado puro y es tremendame­nte divertida, con un punto gamberro y algo irreverent­e. Le viene de serie, pues es bisnieta del gran Ernest Hemingway, el hombre que hizo de la literatura su razón de ser y de las veladas interminab­les y los cócteles, una forma de vida. Desde la portada de ELLE, Dree sonríe e invita a bailar (y a celebrar) a Levi Dylan, enigmático, misterioso y reservado protagonis­ta de la cover de Esquire. Él es nieto de Bob, el gran bardo de la música, alguien que ha conseguido convertirs­e en el primer y único cantante premio Nobel de Literatura. Un genio que ha hecho que, si piensas en Don’t Think Twice, su voz resuene en tu cabeza con un It’s All Right. ¿Cómo se puede crecer detrás de sombras así?

Lo comentamos con otra famosa heredera que nos acompaña en este número, Charlotte Gainsbourg, hija del cantante francés Serge Gainsbourg y de la mítica artista británica Jane Birkin. Bajo la mirada del fotógrafo Jean-Baptiste Mondino y a punto de estrenar su película más reciente (realizada junto a su hijo y su pareja), la intérprete y cantante se sincera con ELLE y desvela cómo vivía la exposición mediática cuando era pequeña: «En los momentos felices, no me hacía daño. Sin embargo, cuando vinieron las separacion­es, los instantes difíciles..., entonces sufrí la otra cara de la moneda». De ahí que se propusiese ahorrarles a sus hijos una experienci­a parecida y que apostase por protegerlo­s y alejarlos de los focos. Y no por eso ha dejado nunca de querer y admirar profundame­nte a sus padres. Si pudieras elegir algo de tu familia con lo que quedarte, ¿qué sería? A bote pronto, se me ocurre el collar largo de perlas que siempre llevaba mi abuela, el piano de cola de mi tía María y el Kelly negro del que nunca se separa mi madre. Qué curioso: cuando pensamos en heredar, tendemos a fijarnos en objetos, casi siempre de lujo. Pero, ahora que recapacito, no tengo duda: preferiría recibir el duende de mi tía para tocar el piano, la elegancia discreta que distinguía a mi abuela y la desarmante bondad de mi madre. Porque, como confirman los gurús del nuevo lujo a los que hemos reunido en nuestras páginas, hoy algo está cambiando en el mundo de la exclusivid­ad. Valioso no es sólo sinónimo de inaccesibl­e, caro u ostentoso. El lujo no reside en lo que tienes, sino en lo que sientes. Es decir, en lo intangible. Lo explica Miguel Milá, maestro indiscutib­le del diseño industrial en España, defensor de «lo esencial» y de la «emoción» como elementos imprescind­ibles para crear y ser un poco más felices. Con él coincide Nélida Piñón, expresiden­ta de la Academia Brasileña de Letras y premio Príncipe de Asturias: «La emoción es la conexión con la vida. La emoción lo es todo».

«La Navidad es la única época que conozco en la que hombres y mujeres parecen ponerse de acuerdo en abrir sus corazones», insistía Charles Dickens. No puedo estar más de acuerdo. Para mí, es tiempo de sentir, emocionar y emocionars­e. De celebrar, cantar, brindar, besar, abrazar y ver amanecer. De hacer una reserva de alegría que luego dure todo el año. De aceptar la invitación de Dree Hemingway y saltar a la pista... ¿Bailamos?

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@benedettaE­LLE @benedettae­lle
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