ENTRENA TU ACTITUD
Sube tu autoestima con cosmética.
Decía la mítica empresaria estadounidense Estée Lauder que «la belleza es una actitud; no hay secreto». Y esta cita suya casi parece un contrasentido en una industria como la cosmética. Pero la señora Lauder llevaba su parte de razón, porque ya intuía la importancia que tiene el autocuidado en la construcción de la propia imagen. Como indica la dermatóloga británica Anjali Mahto, «los problemas de la piel se reconocen como causas de baja autoestima, ansiedad e incluso depresión y aislamiento social».
MOMENTOS TUYOS
La psicóloga española Patricia Ramírez (patriciaramirezloeffler.com) define el selfcare como «el sano egoísmo de dedicarte tiempo». Según explica esta profesional, «una vida serena requiere equilibrio, y este implica horas para el trabajo, para el descanso, para la pareja, para los hijos, para los amigos y también para ti. De esta manera, te respetas y te valoras. Para ello, es fundamental saber qué te hace sentir mejor». Y la respuesta a este interrogante puede hallarse en muchísimos lugares diferentes... incluida la belleza.
A TODOS LOS NIVELES
«Verse bien es un propósito importante y válido. Con demasiada frecuencia, se asume que las mujeres que tienen interés en su apariencia son estúpidas y poco profundas. Hasta parecen traicionar al feminismo», apunta la periodista Sali Hughes. Y añade: «Para una gran
parte de la población, esta es una cuestión de orgullo y autoestima, de sentirse lo mejor posible y digna de atención. Es un acto de amor y autoexpresión». Y esto concuerda con la opinión de la histórica autora feminista Naomi Wolf, que reflexiona así al respecto: «Ataco únicamente aquello que nos hace estar mal. A cualquiera le gusta ser deseado y bello. El problema con la cosmética sólo existe cuando nos creemos invisibles o inadecuadas sin ella».
MUCHO MÁS QUE PARA LAS ARRUGAS
De igual modo que imitar algunas manifestaciones faciales genera los sentimientos a los que aquellas van vinculadas, «impedirlas los bloquea», subraya Amy Cuddy, psicóloga y profesora de la Harvard Business School. Un descubrimiento que ha llevado a la aplicación del bótox como remedio contra la depresión. En 2009 aparecieron los primeros indicios de que la toxina botulínica, aplicada en principio para tratar las arrugas de la frente y del entrecejo, podría afectar también a las emociones. Fue en un estudio que comparaba a mujeres que se habían sometido a inyecciones de esta sustancia con otras que habían recurrido a procedimientos distintos. Y concluía que las receptoras de bótox tenían una puntuación bastante más baja «en cuanto a irritabilidad, depresión y ansiedad» que las de otros grupos. Eso sí, hay que reseñar que, en esta investigación, no se había efectuado una evaluación de estos parámetros antes del tratamiento. De lo que Cuddy sí posee pruebas fehacientes es de cómo el cuerpo influye en la mente y esta, a su vez, en la conducta. De hecho, adoptando determinadas posturas de poder, como la de Wonder Woman (con los brazos en jarra), «aumenta rápidamente la autoconfianza y se reduce la ansiedad en situaciones que suponen un reto», remata.
EN BUSCA DE LA AUTOESTIMA
«Somos y hacemos lo que nos decimos», sostiene Ramírez. Y es que parece que nuestros pensamientos son determinantes en nuestra realización personal: «Cierta gente, antes de salir a una competición, a una entrevista o a una cita, ya ha perdido. Porque sus términos y su autohabla son derrotistas». Es tu radiomente, como lo llama Charo Vargas, autora de Jefa de tu vida: «La voz de tus ideas negativas es una emisora que trabaja en automático, 24 horas al día, siete días a la semana». Por eso, cuando nos hablamos en términos positivos, «mente y cuerpo se convencen de tus palabras, y actúan de manera acorde», destaca Ramírez.
SUDAR CON ESTILO
El doctor Jeff Brown, profesor de Psiquiatría en la universidad Harvard, defiende lo siguiente: «Si quieres sentirte runner, vístete como si lo fueras». Es lo que se conoce como cognición atávica. A través de una serie de estudios, el psicólogo Adam Galinsky demostró que los looks que llevamos pueden provocar cambios en nuestra forma de pensar y en cómo percibimos el entorno. «Ponerte unas mallas para correr envía una información muy valiosa al filtro reticular, una región del cerebro que es responsable de las creencias y de la formación de la identidad. Sólo por el hecho de enfundarte una prenda, te estás mandando un mensaje a ti misma. La manera en que te vistes para una entrevista laboral es el ejemplo más claro de cómo la apariencia te ayuda a habitar un rol concreto», dice Brown.
Y, si la ropa es capaz de conferirnos una actitud ganadora, sudar la camiseta induce, además, transformaciones neuroplásticas. «Con el deporte se producen unos opioides endógenos (una versión natural de drogas como la heroína o la morfina) que se enlazan a los receptores que están ligados a la percepción del dolor, del placer y de la relajación», afirma el doctor Brown. Sí, las famosas endorfinas.
«SOMOS LO QUE HABLAMOS. EL CUERPO Y LA MENTE SE ‘CREEN’ LO QUE TÚ DICES» (Patricia Ramírez, psicóloga)