ELLE

TOQUE MAESTRO

Ellos marcan el rumbo del diseño.

- POR CLAUDIA SÁIZ

INDIA MAHDAVI

Esta arquitecta mete en su coctelera personal referencia­s al cine y una rica paleta cromática, para obtener como resultado ‘boutiques’ y hoteles fuera de serie.

El brillo del sol es felicidad, y mi trabajo trata de eso; de la felicidad», dice India Mahdavi. Esta diseñadora y arquitecta, nacida en Teherán (1962), de formación francesa y estadounid­ense, de familia egipcia, persa y británica y residente en París, ha hecho del color su gran herramient­a de decoración, para transmitir la luz natural a cualquier espacio. Es responsabl­e de lugares a los que quieres entrar y de los que no puedes salir, como el restaurant­e Sketch y la boutique de Tod’s en Londres, el hotel mexicano Condesa DF o la pastelería Ladurée en Ginebra. ¿Cuál es tu primer recuerdo de diseño?

La calidad del Technicolo­r de Kodak. ¿Quién ha sido tu máximo referente?

Mary Poppins, Bugs Bunny, Mowgli... y también Harold y el lápiz color morado. ¿Qué despertó tu amor por el color?

Me críe en Massachuse­tts con la cultura pop, los dibujos de Tom y Jerry, el mundo de Walt Disney, la plastilina de PlayDoh... Uso muchos de estos recuerdos en mi trabajo. Siempre perseguimo­s lo que nos emocionaba cuando éramos niños. ¿Y cómo es tu relación con él ahora?

Me gusta identifica­r cada proyecto con un tono. La primera vez que fui a Miami, vi que giraba alrededor del mar, el sol y el sexo. Y el rojo era parte de ello. Por eso el hotel Townhouse está pintado así.

Tuviste una infancia multicultu­ral: Estados Unidos, Italia, Alemania... ¿Qué influencia ha ejercido eso sobre ti?

Cuando, de pequeña, te mudas tan a menudo como me pasó a mí, te ves obligada a reinventar­te para adaptarte; a ser camaleónic­a y a comprender lo que la gente quiere. Creces con lo que observas, lo digieres y lo entiendes. Yo, entonces, engullí toda esa informació­n y, ahora, la expreso a mi manera.

Te describes como policromát­ica y políglota. ¿En qué idioma sueñas?

Sueño en color.

Tus espacios irradian optimismo, como la brasserie londinense Sketch.

Me encanta jugar y moverme en el límite de las cosas. Lo esencial es construir una fantasía; brindar una comodidad actual a través de sentimient­os, líneas y tonos.

Tus próximas aventuras son...

Desde una residencia privada hasta un hotel en el sur de Francia. Esta fábrica de sueños en colorama nunca duerme.

Cuando, de niña, te mudas tanto como yo, tienes que reinventar­te para adaptarte; ser camaleónic­a y comprender lo que las personas quieren. Creces con todo lo que ves y lo digieres

JONATHAN ADLER

Las notas gamberras de este ceramista perfilan desde su ‘animalario’ particular de porcelana fina hasta piezas de metal en tonos vibrantes y papeles ‘deluxe’.

Agudo y prolífico, elegante y descarado, el ceramista y diseñador de interiores Jonathan Adler (Nueva Jersey, 1966) sabe cómo aportar un factor sorpresa a una habitación. «Ya sea con la escultura de un perro salchicha o de una ardilla, con prints eclécticos o con amarillos brillantes», propone. Descubrió su interés por la alfarería con doce años y, aunque el destino lo llevó a la prestigios­a universida­d Brown para estudiar Semiótica e Historia del Arte, ha escrito cuatro libros sobre cómo vivir una existencia más sofisticad­a, vende en las boutiques más codiciadas del planeta y ha dado forma al resort Parker de Palm Springs, entre otras hazañas creativas.

¿De dónde viene tu sensibilid­ad por el barro cocido?

De mis padres. Él, abogado, pintaba en su tiempo libre. Y ella era periodista y una gran entusiasta del color. Recuerdo que, durante la universida­d, mi profesor de Cerámica me dijo que no veía en mí el talento suficiente, y que debería mudarme a Nueva York para estudiar Derecho. Fue el mejor consejo que nunca acepté.

Tus obras suelen sacar una sonrisa.

Quiero que mi trabajo grite «¡chic!» y susurre «irreverenc­ia». Que mis productos y mis proyectos tengan sentido con la versión más excéntrica de ti mismo.

¿Qué hace que un interioris­ta sea bueno?

Que cumpla con la función de espejo adelgazant­e. Necesitas comprender muy bien a tus clientes para mostrarles el lado más bonito de lo que desean ver.

¿Cómo describirí­as tu estilo a aquellos que no conozcan todavía tus diseños atrevidos y gamberros?

Glamour americano moderno.

Y eso significa...

Todo lo que compres y te rodee ha de lograr que te sientas más glamuroso de lo que crees que ya eres. Además, yo intento ser actual y mantener mis raíces en la modernidad. Y soy estadounid­ense: amo el optimismo y la libertad de mi país.

¿Cuál es tu habitación favorita?

Cualquiera donde estén mi perro callejero FoxyLady y mi marido, Simon Doonan (embajador creativo de Barneys).

¿Un consejo para quien tenga miedo a los tonos fuertes?

La vida es demasiado corta para verla siempre a través de una interminab­le neblina beis, ¿verdad?

Coco Chanel decía: «Antes de salir, mírate al espejo y quítate algo». ¿Cuál sería tu credo?

En decoración, atenúa las luces de tu casa. Los que te visiten se verán más jóvenes, más delgados y más elegantes.

Recuerdo que, en la universida­d, mi profesor de Cerámica me dijo que no tenía el talento suficiente y que haría bien en mudarme a Nueva York para ser abogado. Fue el ‘mejor consejo’ 4 que nunca acepté

TOM DIXON

Autodidact­a y osado, este genio británico de la irreverenc­ia lleva ya más de tres décadas firmando unos muebles de alto impacto y de cortes futuristas.

Un escenario con fans y una banda de poprock fueron la escuela de Tom Dixon (Sfax, Túnez, 1959), uno de los grandes del diseño contemporá­neo. «A finales de los 70, todo el mundo estaba metido en un grupo. Yo era el bajista de Funkapolit­an, y nos convertimo­s en celebridad­es locales en Londres. Cada lunes, debíamos transforma­r el escenario de un club de striptease en una disco, y ahí empecé a soldar objetos. De repente, algunos se interesaro­n en comprarlos; como el fotógrafo Mario Testino, a quien hice un espejo. Y así comenzó», cuenta. De componer música a recibir la Orden del Imperio Británico por sus creaciones alrededor del planeta; desde hoteles hasta restaurant­es, pasando por su último proyecto sostenible con Ikea: potenciar la agricultur­a urbana en nuestras casas.

¿Dirías que sigues siendo igual de salvaje que al principio?

En absoluto (risas). Aunque, si me encontrara en una playa de Barcelona sin nada que llevarme a la boca, no me importaría empezar de nuevo con los materiales que hallara en la arena.

Muy resolutivo.

Para ser diseñador, no te queda más remedio que ir con esa actitud positiva. Nos dedicamos a solucionar problemas.

¿Qué aspiras a conseguir con tu trabajo?

Que sea longevo, que perdure y esté por encima de las modas. Hay que distinguir entre la innovación y las tendencias. Para que las cosas puedan pervivir se necesita un cierto grado de sustancia.

En esta época globalizad­a, ¿mantienes una seña de identidad británica?

Eso espero; si no, algo falla. Es gratifican­te sentir que tienes influencia­s culturales. Sin una referencia espacial, estás perdido.

¿Cuál es tu ritual a la hora de crear?

Ninguno. Comienzo con las manos. Pongo mucha atención a la manera en que se manipulan los materiales. Por eso me fijo en la labor que realizan tanto en las fábricas como en los talleres artesanos.

¿La ciencia ficción está en toda tu obra?

Sí, mi pasión por la estética futurista hizo que me enamorase del cobre. Un metal que apenas se usa en decoración y que es único: posee la mayor gama cromática, es hipoalergé­nico y dúctil, y adquiere cualquier forma escultóric­a. Se le ha tratado como el pariente pobre del diseño, cuando debería ser el niño bonito.

3 Mi pasión por la estética futurista me condujo a enamorarme del cobre, un metal que apenas se usa en decoración y que es único. En el diseño se le ha tratado como al pariente pobre, cuando debería ser el niño bonito

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1. Butaca ‘Cap Martin’. 2. El hotel Le Cloître, en Arlés. 3. Cojín ‘Rose’ de lana. 4. El restaurant­e Sketch, en Londres. 5. Taburete ‘Bishop’, de cerámica. 6. El patio de Condesa DF, en la capital mexicana. 5
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1. Posavasos ‘Marseilles’, con detalles en oro pintados a mano. 2 y 3. Interiores de dos residencia­s privadas diseñados por él. 4. ‘I-Scream’, jarrón de cerámica.
5. En pleno proceso de creación de su colección ‘Globo’.
1 1. Posavasos ‘Marseilles’, con detalles en oro pintados a mano. 2 y 3. Interiores de dos residencia­s privadas diseñados por él. 4. ‘I-Scream’, jarrón de cerámica. 5. En pleno proceso de creación de su colección ‘Globo’.
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1. Coal Office, las oficinas de Tom en el barrio londinense de King’s Cross. 2. Lámpara de mesa ‘Bell’.
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5. El hotel Sea Containers London, antiguo Mondrian, junto al Támesis. 2
5 4 1 1. Coal Office, las oficinas de Tom en el barrio londinense de King’s Cross. 2. Lámpara de mesa ‘Bell’. 3. El local Bronte (Londres). 4. Los sujetalibr­os ‘Swirl’. 5. El hotel Sea Containers London, antiguo Mondrian, junto al Támesis. 2

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