EL PASEO DE LA FAMA
Un encuentro íntimo con Marta Etura y Leonardo Sbaraglia.
Amis padres, que son grandes devoradores de libros, les tengo dicho que me avisen cuando encuentren un buen personaje. Por eso un día mi ama me llamó para comentarme que estaba leyendo una obra con una protagonista que debía hacer yo. Investigué y descubrí que los derechos de la novela los tenía el productor de Millennium. Así que le dije que se olvidara del tema, que, de hacerse una película, sería internacional. Pero el director Fernando González Molina también se estaba leyendo el mismo bestseller...». Así recuerda Marta Etura cómo llegó a su vida la inspectora Amaia Salazar, la mujer que resuelve casos misteriosos, acaecidos en el valle del Baztán, en la saga de misterio de la escritora Dolores Redondo. Ahora se estrena Legado en los huesos (5 de diciembre), la segunda entrega cinematográfica de la trilogía, donde la actriz vuelve a darle el gusto a su madre. A su lado, otro conseguidor:
Leonardo Sbaraglia (Buenos Aires, 1970). Él siempre cargado con su mate y ella con su sonrisa hacen un equipo perfecto. Ambos debutaron en el cine español en 2001 –Etura con la comedia Sin vergüenza y Sbaraglia con Intacto, film por el que se llevó el Premio Goya al Mejor Actor Revelación– y desde entonces se han labrado una carrera repleta de trabajos honestos bajo las órdenes de grandes directores. Además, los dos se han comprometido con su profesión más allá de la actuación: Leonardo fue miembro fundador de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina en 2004 y Marta, la vicepresidenta primera de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España del 2011 al 2014. Lógico que, al conocerse en este proyecto, el flechazo fuera instantáneo... ¿El rodaje de Legado en los huesos fue duro?
Marta Etura: ¡Uf! Yo pasé un frío terrible, pero venía mentalizada y la vida hay que afrontarla con humor. Leonardo Sbaraglia: Con lo chiquitita que parece, Marta es muy fuerte. Recuerdo que mi primer día de trabajo, con un viento infernal, ella llevaba puesta una blusita y decía: «Es que soy vasca». Y yo mientras estaba muerto de frío con leotardos debajo de los pantalones.
En busca de la autenticidad... ¡Cine a flor de piel! Marta: ¡Sí! (Risas).
En este thiller se tratan muchos temas diversos, pero destaca uno especialmente: la maternidad.
Marta: Y contada de una manera maravillosa, porque muestra cómo compaginar la vida laboral con la familia.
Los dos tenéis hijos. ¿Os cambió la vida ser padres? Marta: Por supuesto. Dejas de tener el foco en ti y pones todo tu amor en otra persona que está descubriendo el mundo y depende de ti. Siempre he querido ser madre, y la experiencia ha superado con creces mis expectativas. Es como enamorarte, aunque a un nivel estratosférico (se le empañan los ojos con unas lágrimas de emoción). Pero es duro. Una cosa no quita la otra.
Leonardo: Yo tengo sólo una nena, y la vida con ella es maravillosa. Trato de ser un buen padre. Es difícil y más con la distancia de por medio. Ella vive en Argentina y por eso trabajo todo lo posible allí. Y, aunque de momento no tengo pareja, me encantaría tener más hijos en el futuro.
Después de esta confesión, me da que tendrás muchas proposiciones... Leonardo: (Risas). No me cierro las puertas como esa gente que dice: «Ya cumplí». Yo no. Dolores Redondo siempre agradece públicamente a su marido todo lo que hace por que ella pueda centrarse en escribir. ¿Os sentís identificados? Leonardo: Sí. Yo estoy agradecido a la mamá de mi hija. Si no fuera por ella, hay muchas cosas que no podría hacer. Marta: Yo he podido hacer esta película gracias a que mi marido me apoya en todo y se vino con mi hija a Elizondo y Barcelona, donde filmamos. Durante esos seis meses de trabajo, en los que era normal que las jornadas fueran de 14 horas seguidas, llegar a casa y poder ver a mi niña, cenar con mi marido y charlar me daba la energía suficiente para emprender otro intenso día de rodaje a la mañana siguiente. Aunque estuviera dormida, tocar y oler a mi pequeña era suficiente para coger fuerzas.
Con la maternidad dejas de tener el foco en ti y pones todo tu amor en otra persona que está descubriendo el mundo. Es como enamorarte, aunque a un nivel estratosférico. Pero una cosa no quita la otra: es duro (Marta Etura)
A tu personaje le sucede lo mismo, ¿no? Marta: Sí. Es doloroso separarte de un bebé para ir a trabajar. Todas las madres que vean Legado en los huesos se sentirán muy identificadas. Así es la realidad. En la generación de nuestros padres y abuelos, los roles eran diferentes. El marido trabajaba y la mujer se quedaba en casa cuidando a los niños. Ahora nosotras lo hacemos todo: el trabajo, la casa, los hijos...
Habíais leído los libros de Redondo antes de embarcaros en este proyecto? Marta: He de reconocer que no, pero ahora soy muy fan. Dolores es maravillosa, muy generosa, y se ha involucrado en cada parte del proceso. Leonardo: ¡Y tanto! Ella tuvo que dar su bendición para conservar mi acento argentino. En la novela, mi personaje es un juez vasco y, aunque he interpretado el acento español en otras ocasiones en la gran pantalla, me parecía que el mío personal podía aportar otros matices.
La película habla del mal, ¿creéis en él?
Marta: Sí. Hay personas sin empatía que lo utilizan a su antojo. Señores que matan a sus propios hijos para vengarse de sus esposas. Una persona que atropella, viola y quema a una mujer. Un grupo de chavales que secuestran a una chica, la revientan y le destrozan la vida. El mal existe y estamos rodeados de él. Y, aunque afortunadamente hay más gente buena que construye, los que destruyen manchan más. Leonardo: Yo prefiero hablar del miedo. A medida que he ido creciendo, me he dado cuenta de que me he alejado de lo que me daba miedo instalándome en el confort. Si quieres trabajar como artista, tienes que estar conectado con tus dolores, con tu propio infierno. Crecer es ir venciendo los prejuicios. Ahora, la gente joven viene con la cabeza y el alma mejor acomodadas.
¿En qué lo notas? Leonardo:
Soy de la generación postdictadura argentina y nadie me dijo cómo ser yo mismo. Me enseñaron a protegerme, a no exponerme, a no hacer el ridículo y a no hacer el mal. Y al crecer aprendí que no eres feliz si no eres tú mismo.
¿Cuál es vuestro mayor miedo? Leonardo:
Hay miedos que son inexplicables y a mí me gusta mantener ese misterio poético... Yo sigo tratando de averiguar de dónde vienen algunos de mis grandes temores y por qué terminé eligiendo esta profesión. Sólo sé que empecé a estudiar teatro a los once años y encontré en él un lugar donde me protegía del mundo.
Marta: Elegimos nuestra profesión por algo. Mi personaje quiso ser policía porque cuando era pequeña nadie pudo defenderla y ahora quiere ella defender a los que sufren.
Marta, ¿por qué te hiciste actriz?
Marta: A los actores nos gusta contar la historia y crecemos como personas a través de estas narraciones.
Leonardo, se te ve un hombre tranquilo. ¿Qué te cabrea? Leonardo: Conducir. Quedó plasmada mi violencia al respecto en la película Relatos salvajes. Pero después de ese rodaje me he relajado (risas). Aunque lo que más me irrita es cuando uno sólo se mira el ombligo y convierte al que tiene enfrente en un objeto. Si tratas bien a la gente, eres generoso y solidario y das un buen abrazo en el momento en el que sea necesario, seguramente no cambies el mundo, pero ayudarás.
Interpretáis a una policía y a un juez. ¿Creéis en la justicia? Marta: Sí, pero el porcentaje de veces que se consigue en el mundo es ínfimo con respecto a todos los conflictos.
Leonardo: En Argentina, por ejemplo, hay jueces maravillosos, pero todo el entramado de abogados, fiscales y demás está muy ensuciado por intereses económicos. Creo más en la justicia poética, la verdad. ■
«Si tratas bien a la gente, eres generoso y solidario y das un buen abrazo en el momento en el que sea necesario, seguramente no cambies el mundo, pero ayudarás» (Leonardo Sbaraglia)
Todos elegimos nuestra profesión por algo. Mi nuevo personaje es policía porque de pequeña nadie pudo defenderla y ahora quiere ella defender a los que sufren. Yo soy actriz porque crezco como persona a través de las historias (Marta Etura)