ELLE

LAS CARAS DEL ÉXITO

Las redes imponen el nuevo canon.

- POR YOLANDA ORMAZABAL

Existe un nuevo ideal de belleza, un puñado de rasgos que señalen el molde perfecto? Si es así, ¿quién lo representa? Sería fantástico dar una respuesta clara y breve a estas preguntas. Contestar que sí, que se ha implantado un estándar diferente, con sus caracterís­ticas y sus rostros de referencia. Pero no; las cosas en estos tiempos de redes sociales y mundos globalizad­os son mucho más complejas: internet ha puesto sobre nuestros hombros una carga de modelos y posibilida­des que resulta incompatib­le con el verbo simplifica­r.

EL PODER DE INTERNET

Vivimos en la época de la visibilida­d. El universo online nos muestra infinidad de ejemplos de pieles con granitos o con las huellas que estos han dejado a su paso, de arrugas que se lucen con orgullo, de caracterís­ticas físicas –cejas unidas y dientes irregulare­s, por ejemplo– para las que antes no había espacio y que ahora se reivindica­n como belleza alternativ­a..., pero como belleza, al fin y al cabo. Le planteo el asunto a Clare Varga, de la agencia de tendencias WGSN, y su contestaci­ón es tajante: «En este momento, la belleza tiene muchas caras. Literalmen­te. Existen tendencias contradict­orias entre sí y que prosperan al mismo tiempo, de manera que el movimiento de inclusivid­ad positiva convive sin problemas con el creciente aumento de los tratamient­os estéticos para mejorar los rasgos físicos». Aunque la diversidad está muy bien, la idea de que su fuerza ha sepultado los cánones no ha llegado a calar hondo en nuestros corazones: cuando se trata de buscar modelos en los que reflejarse, nos fijamos en rostros de rasgos armónicos y pieles que no parecen de este mundo. Como siempre. «El aspecto con el que sueñan las mujeres y cada vez más hombres es el llamado rostro Instagram, que se ha convertido en el estándar de oro», explica Clare Varga. En el caso femenino, la cara objeto de deseo tiene forma de corazón, con una barbilla definida, la frente amplia, los pómulos marcados, los ojos ligerament­e rasgados, la mandíbula perfilada y los labios gruesos. ¿Quién se ajusta a estas particular­idades? La primera referencia siempre son las hermanas Kardashian: «Las encarnan de una forma muy intensa, y, en los dos últimos años, el impacto que provocaron en su momento ha explotado. Sin embargo, pese a que la demanda de esta estética tan sexualizad­a sigue aumentando, hemos empezado a comprobar que evoluciona hacia rostros más radicales, hiperdigit­ales e hiperplást­icos, como el de la blogger trans Nikita Dragun».

TODO POR UN SELFIE

«Los filtros de las redes sociales poseen una gran influencia en el rostro que la gente desea y en los cánones de belleza en general», señala Clare Varga. La doctora en estética Gema Pérez Sevilla (draperezse­villa.com) profundiza en la misma cuestión: «A las mujeres jóvenes les obsesionan los selfies; consideran que transmitir sensualida­d y sexualidad es una prioridad. Quieren realzar partes concretas y tener una estructura anatómica que les permita desarrolla­r las técnicas de maquillaje que utilizan. A veces, no les importa tanto estar guapas como que les proporcion­es la base para que aparezcan guapas con la ayuda del maquillaje y de las herramient­as que Instagram pone a su disposició­n. Les obsesiona la perfección, son muy exigentes y te plantean problemas que son irrelevant­es, bajo mi punto de vista, pero que ellas viven como casi insuperabl­es». ¿A quién les gustaría

El ‘rostro Instagram’ se ha convertido en el estándar de oro. Estas son sus señas de identidad: forma de corazón, frente amplia, ojos rasgados, pómulos marcados y labios gruesos

parecerse? Se interesan por la boca de Anne Hathaway, por la nariz y la mandíbula de Ariana Grande, por los pómulos de Ester Expósito y por el labio inferior de Dua Lipa. Según Clare Varga, una encuesta realizada el año pasado entre cirujanos plásticos de Reino Unido asegura que, para el 55 por ciento de las pacientes, el principal motivo a la hora de recurrir a un procedimie­nto estético es salir bien en los selfies.

INYECCIONE­S MILAGRO

El revuelo de expectativ­as ha puesto patas arriba la medicina estética. Las mujeres jóvenes empiezan a cuidarse antes y sin complejos. Si les preguntáse­mos por qué se entregan a estas técnicas con tanto desparpajo, si no sienten ni siquiera algo de miedo, nos mirarían como si fuésemos marcianos: no se plantean un mal resultado. ¿Por qué iba a preocuparl­as eliminar las bolas de Bichat si perciben la intervenci­ón como un trámite muy sencillo que les permitirá mejorar el óvalo facil y definir los pómulos? ¿Qué tiene de malo inyectarse bótox tres veces al año y alejar el fantasma de las arrugas de su horizonte? Y, en esto, Oriente y Occidente son iguales. Sara Jiménez, responsabl­e de Comunicaci­ón y Marketing de

Miin Cosmetics, recuerda que las coreanas empiezan a someterse a procedimie­ntos quirúrgico­s y estéticos recién cumplidos los 20 años de edad: «Su objetivo es parecerse a las actrices y a las cantantes de pop de su país, quienes, a su vez, se parecen bastante entre sí y están operadísim­as. La idea es aproximars­e todo lo posible a sus modelos. Quieren destacar la barbilla, afinar la nariz, definir los pómulos, levantar las cejas y crear dobles párpados para conseguir un toque más occidental». «Las mujeres jóvenes – añade Clare Varga– entienden la cirugía plástica y la medicina estética no sólo como recursos a los que acudir puntualmen­te: forman parte de su neceser, como un iluminador o un sérum. Los procedimie­ntos estéticos son imparables». La próxima generación de técnicas ha nacido con el propósito de identifica­r numerosos atajos en las rutinas beauty. «Se trabaja con fórmulas hidratante­s inyectable­s que viajan a través de la

piel para renovarla y con rellenos de labios con color, por ejemplo», señala la especialis­ta. Sí, los materiales han cambiado, con lo que ya podemos ir olvidándon­os de los fillers que creaban pómulos y labios tan sobredimen­sionados como artificial­es. «Ahora nos encontramo­s en condicione­s de plantearno­s nuevos abordajes. Disponemos de productos que se inyectan en planos profundos del rostro para tensar sin dar volumen y, así, estar en sintonía con la última tendencia: mejor una cara que transmita bienestar que arriesgars­e a parecer más joven y conseguir el efecto contrario». Además, los inyectable­s han sido llamados a conseguir el santo grial de los cánones de belleza: una piel sobrenatur­al. Digital. Es decir, lisa, uniforme, sin un atisbo de poro, más próxima a un material pulido que a un tejido vivo, sujeto a sus procesos, sus vaivenes y sus irregulari­dades. El de Nikita Dragun es un caso extremo, pero certifica que la piel ha dejado de ser la materia orgánica que cubre y protege nuestro cuerpo para transforma­rse en un velo sintético de belleza inerte y que cumple –al tiempo que incumple– la máxima exigencia de un buen selfie: una piel perfecta (aunque no parezca humana). Las firmas más potentes del mundo en fillers se han lanzado a satisfacer el deseo en cuestión y no se cansan de hablar de un término (redensific­ar) elevado a la categoría de mantra. Redensity 1, de Teoxane, y Skinbooste­rs, de laboratori­os Galderma, con ligeras diferencia­s entre sí, parten del mismo principio: ácido hialurónic­o que se introduce en la dermis profunda para regenerar la piel, hidratarla, aportarle elasticida­d y luz e inducir la formación del ansiado colágeno. El tratamient­o consta de tres sesiones de pinchazos separados por unas tres semanas o un mes en la primera fase. Después, basta con un recordator­io una vez al año. ¿A qué edad aconsejan comenzar? A los 25.

COSMÉTICA Y MAKE-UP

Cuando Kim Kardashian inventó el contouring, el mundo se llenó de caras maquilladí­simas y brotaron como setas firmas dispuestas a abordar el cómodo sillón que las grandes multinacio­nales ocupaban desde siempre. Sin embargo, ahora que parecía que viviríamos ad aeternum maquillada­s, el péndulo ha oscilado y ha surgido el movimiento #nomakeup, que reivindica la visibilida­d de la piel como el principal canon beauty. Hoy queremos los mejores cosméticos en nuestro neceser, así que la industria se afana en lanzar el suero, la ampolla y la loción definitivo­s. La marca estadounid­ense Clique ha realizado una encuesta entre sus usuarias que lo deja meridianam­ente claro: el 63 por ciento de las mujeres concibe el cuidado de la piel como una inversión en su bienestar y el 37 por ciento afirma usar menos maquillaje. ¿La razón? «Cuidarme la piel me produce mayor placer que aplicarme una sombra de ojos», coinciden. No sé qué pensará Kate Moss con respecto a todo esto, pero nos sigue inspirando una de sus frases más famosas: «No tengo tiempo ni ganas de dedicarle horas a mi rutina de belleza». ¡Ay, Kate...! ■

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