ELLE

MIRIAM GONZÁLEZ DURÁNTEZ

La voz de esta prestigios­a abogada, fundadora de Inspiring Girls, suena alta y contundent­e desde California hasta Londres, para apostar por las mujeres, por el futuro de las niñas y por una reforma liberal que cambie de arriba abajo nuestro país.

- POR CLAUDIA SÁIZ. FOTO: BORJA DE LA LAMA. REALIZACIÓ­N: BÁRBARA GARRALDA

La abogada que se propone cambiar el mundo.

Se ha convertido en una de las voces más respetadas del panorama sociopolít­ico. Vive en Silicon Valley con su marido Nick Clegg, exviceprim­er ministro británico, que acaba de fichar como director de Comunicaci­ón de Facebook. Abogada de prestigio internacio­nal experta en asuntos comunitari­os, la creciente popularida­d de Miriam González Durántez (Olmedo, Valladolid, 1968), impulsada por un discurso eléctrico y espontáneo, ha logrado eclipsar a grandes figuras mundiales. Es franca, nunca pierde la sonrisa y actúa con determinac­ión al reclamar los mismos derechos de los hombres para las mujeres; al enseñar a las niñas, a través su organizaci­ón Inspiring Girls, a que no pongan límites a sus sueños; y al denunciar, en su nuevo libro, Devuélveme el poder (Península), la inmensa concentrac­ión de influencia en los gobernante­s españoles.

La obra salió en campaña electoral. ¿Qué mensaje transmites con ella? Tenemos más del doble de políticos que de científico­s o de médicos. Hay arbitrarie­dad en la designació­n de puestos en todos los niveles de la Administra­ción. Se aprueban leyes de forma opaca y sin rigor. Existe una gran distancia entre los votantes y los mandatario­s, rodeados de asesores. Y las listas cerradas otorgan un poder desproporc­ionado a la cúspide de los partidos, ahuyentado así el talento.

¿Qué recomienda­s a los dirigentes?

No debemos permitirle­s la parafernal­ia que llevan. Les sobran palmeros y les falta mucha calle. Estar en contacto con la base.

¿Y qué valores les recordaría­s?

Sólo uno: la integridad. Si te metes en política, no estás por encima de los ciudadanos, sino a su servicio.

Los espacios de poder han sido ocupados por hombres. ¿Cómo ganaremos terreno nosotras?

Me parece estupendo que una persona (de cualquier sexo) se quede en casa si es lo que quiere y le es posible permitírse­lo. Lo tremendo es que no pueda acceder a algo por condiciona­miento social. Yo aspiro a decidir sobre mi vida del mismo modo que deciden ellos.

¿Por qué fundaste Inspiring Girls siendo madre de tres chicos?

Deseo que mis hijos crezcan en igualdad. Veo que ciertas cosas afectan a unos y otras, como la presión por la imagen. Sin embargo, la falta de confianza, de actitud, de ambición legítima... las sienten más ellas. Es por esa educación de agradar, de necesitar la aprobación de alguien.

¿Qué se preguntan las niñas de hoy?

A mí, me plantean: «¿Cómo conseguist­e la confianza en ti misma?». Y la segunda, más dura: «¿Podré hacer lo que me propongo y, además, formar una familia?». Debemos mostrarles que no existen límites a sus sueños, ni siquiera los que impone una sociedad a la que aún no ha llegado totalmente la igualdad. El talento no tiene género.

¿Y cómo lográis cambiar su visión?

Con referentes reales (arquitecta­s, deportista­s...) que van a sus aulas para hablarles de sus trabajos. Así, ven que no hay profesione­s masculinas ni femeninas. Estamos ya en 14 países.

Y, ahora, es posible acceder en sólo un clic, con vuestro nuevo video hub. Sí, es una plataforma online con microentre­vistas a mujeres brillantes de todas las carreras y posiciones: de becarias a directoras generales, y de ministras a artistas. Pueden entrar desde cualquier punto del mundo.

¿Un consejo para ellas?

Que elijan libremente. Y que apunten más alto de donde crean poder llegar; la vida se ocupa de bajarte por sí sola.

¿A ti quién te ha marcado?

Anna Lindh, exministra de Asuntos Exteriores sueca, tristement­e asesinada en 2003. Yo trabajaba como asesora de un comisario cuando ella vino a la UE, con su mochila y un estilo relajado y cercano. Una revolución frente al encorsetam­iento que imperaba. Tuvimos hijos casi al mismo tiempo, y ver cómo una profesiona­l de su talla ponía límites a su agenda... era inaudito. A veces, las mujeres no nos mostramos como somos porque nos parece un signo de debilidad. A ella, no.

¿Margaret Thatcher o Theresa May?

Ninguna de las dos. Representa­n líneas en las que no creo. La primera hizo mucho daño al poder; la segunda, más aún. Su gestión fue muy poco competente.

¿Qué querías ser de niña?

Médica... Hasta que me corté la rodilla y vi salir toda esa sangre. Luego, periodista, y después, política y escritora. Hay gente que ve la vida como un plan; yo, como una aventura, como una oportunida­d.

¿Y con qué sueñas ahora?

Con que los valores liberales en que creo (y a los que contribuyo) perduren. Conoces las mesas de Downing Street, Buckingham Palace y Silicon Valley. ¿Qué tal se come sobre esos manteles? En California, bien. En la del primer ministro, bueno... Es difícil superar la despensa de un país como España.

¿Eres de esas personas que llevan el jamón en la maleta?

Cuando vivía en Londres, sí. Ahora, no lo puedo pasar a Estados Unidos. El mundo es...

De las mujeres y de los hombres. ■

«Tenemos que mostrar a las niñas que no existen límites para sus sueños; ni siquiera los que impone una sociedad a la que todavía no ha llegado del todo la igualdad. El talento no tiene género»

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