ELLE

TERESA HELBIG

Sus tejidos y sus bordados son los más deseados de Hollywood. Desde su taller barcelonés, Teresa Helbig nos cuenta cómo es esta AVENTURA DE PUNTADAS.

- POR CLAUDIA SÁIZ. FOTOS: BORJA DE LA LAMA. REALIZACIÓ­N: SYLVIA MONTOLIÚ

Entramos en el ‘atelier’ de la diseñadora.

Un taller fue su particular cueva de Alí Babá, el patio de recreo donde jugaba –y aprendía– rodeada de retales brillantes, hilos de algodón y pruebas sobre maniquíes. Allí observaba cómo caía cada vestido, cómo volaba cada falda. Igual que le sucede en la actualidad a su hija, Zinash, también criada entre patrones y agujas. Y es que Teresa Helbig (Barcelona, 1963) absorbió el sentido de la artesanía en el atelier de su madre, Teresa Blasco. Ahora su voz, adquirida a lo largo de muchos años de oficio, es una de las más experiment­adas de la moda española y sus creaciones joya son ya famosas en medio mundo: inauguró hace poco su tienda online, ha cumplido su sueño de desfilar en París, sus perfumes se venden en los almacenes ingleses de Harvey Nichols y acaba de desembarca­r por primera vez en Los Ángeles con un trunk show –una presentaci­ón sin modelos concebida para que la creadora explique personalme­nte los entresijos de su trabajo–. Logros que surgen en su estudio laboratori­o, ubicado en el Ensanche barcelonés y abierto 25 años atrás. En él, un discreto tropel de costureras borda y cose, con técnicas de hace más de 100 años, sus coleccione­s preciosist­as.

¿Qué dirías que cuenta cada uno de tus vestidos?

Un relato. Una historia narrada puntada a puntada. Piensa que un vestido es un aliado con el que mover el mundo. Un amuleto de la suerte con el que transmitir tu propia identidad. Con los años, se te graba a fuego que una mujer no debe amoldarse a una tendencia. Así que nuestro trabajo es destilar los rasgos de su carácter y de su cuerpo a través de un diseño. Saoirse Ronan, Zendaya, Halle Berry... Son las helbigang de la costa este norteameri­cana. ¿Cómo ha sido la llegada a Estados Unidos? Habiendo cumplido ya los 50, me he convertido en una de las diseñadora­s favoritas de las estrellas (se ríe mientras me muestra en su taller las costuras de su última propuesta: I Put a Spell On You,

que le da una vuelta de tuerca al concepto de brujería). Allí descubres que las estilistas están a la caza de cosas que sus clientas celebrity no han visto antes, de prendas con una silueta ágil y de etiquetas con una estética marcada. ¿Esta colección puede interpreta­rse como un embrujo femenino?

Fue terminar de leer el libro de Lisa Lister Witch: Unleashed. Untamed. Unapologet­ic y empezar a ver brujas buenas en cada rincón. Siempre señaladas con el dedo por ser diferentes, quise rendir homenaje a las mujeres fuera de lo común y a aquellas a las que se las bautiza con un apelativo sólo por minimizar su brillo o eliminarlo. Entonces, ¿despojas la palabra de sus connotacio­nes negativas?

La repienso y se la dedico con un nuevo significad­o a mujeres de

«TODOS MIS VESTIDOS CUENTAN HISTORIAS. LOS VEO COMO AMULETOS CON LOS QUE PUEDES TRANSMITIR TU PROPIA IDENTIDAD»

gran sabiduría, independie­ntes y creativas. Son listas, trabajador­as, buenas. ¡Somos brujas! Y a mucha honra.

Una curiosidad, ¿podrías desvelar cómo es tu relación con las plumas, siempre tan presentes?

De pasión. De amor. Cuando era pequeña, cada fin de semana mis tíos abuelos me llevaban al Paralelo barcelonés a ver funciones de music hall.

Las artistas nos conocían y nos dejaban quedarnos entre bastidores. Yo me probaba las boas de plumas, las pelucas, las medias de red...

¿Cómo es trabajar en familia?

Le ponemos mucha pasión. Incluido mi equipo, que es mi familia escogida. Es un proyecto en común que nos ayuda a estar en sintonía. Mi madre pone la excelencia y yo, el nervio.

¿Tu madre es la jefa real?

¡Es la jefaza! Desde el punto de vista profesiona­l, me ha aportado todo; en lo personal, estoy entregada a ella. Siempre dice que la belleza de las cosas reside en aquello que no podemos percibir de forma inmediata. Ahí radica la esencia de la artesanía, de lo que hacemos. Mi madre está atenta a cada costura y a cada pespunte. Ejerce el control de calidad más férreo que he visto en un taller. No pasa ni una. Soy afortunada de tenerla. El éxito es...

Comenzar algo no cuesta. Lo que cuesta es conservar la coherencia y el nivel de tu trabajo. Nosotros seguimos creyendo en lo mismo que cuando arrancamos: en el oficio artesano de la costura, en los tejidos hechos aquí, en la importanci­a del trabajo en equipo, en la necesidad constante de excelencia, en los retos para no aburrirse, en conocer a la clienta para entender qué necesita.

¿Qué les dices a los que empiezan?

Tres palabras: pasión, dedicación y tiempo. Que se olviden de las vacaciones por al menos diez años y que consigan el teléfono de un buen fisio.

Costurera y... ¿casi psicóloga?

Con un punto de maga. Lo apasionant­e de la aguja es que nunca dos más dos son cuatro. Esta es una profesión muy bonita, pero los jóvenes no quieren dedicarse a la artesanía. Ahora las máquinas lo asumen todo. Una pena.

¿Es importante invertir en manos?

Nosotros lo hacemos en conocimien­to humano. No somos una fábrica de producción masiva, sino, más bien, un taller atestado de mentes con talento. El reto consiste en superarse día a día, evoluciona­r. Ese es nuestro gran activo. Siempre hay que tirar para adelante. Y, cuando te caes, vuelves a levantarte y punto. La vida es un continuo aprendizaj­e. Eso sí, hay que desarrolla­r mucha paciencia: el éxito no llega de un día para otro. Debes pelear duro. Ser diseñador no es un oficio fácil.

Son todas las horas del mundo, y con partes muy poco románticas, por cierto. Porque la moda a veces es un excel.

Hay que intentar que esa parte pesada no te reste pasión ni energía para coger el tejido y el maniquí y ponerte a soñar. Queda mucho por hacer. A medida que pasa el tiempo, nos damos más libertad y margen para probar locuras. Mientras se trabaje con ilusión, ¿para qué quieres más? ■

«LA VIDA ES UN APRENDIZAJ­E. TIENES QUE DESARROLLA­R MUCHO LA PACIENCIA: EL ÉXITO NO LLEGA DE UN DÍA PARA OTRO»

 ??  ?? La modelo (izq.) lleva cuerpo bordado y falda con pedrería y plumas de Teresa Helbig y sandalias de Jimmy Choo. Teresa Helbig, blusa, pantalones y gargantill­a de Teresa Helbig y botines de Longchamp.
La modelo (izq.) lleva cuerpo bordado y falda con pedrería y plumas de Teresa Helbig y sandalias de Jimmy Choo. Teresa Helbig, blusa, pantalones y gargantill­a de Teresa Helbig y botines de Longchamp.
 ??  ?? Malla plateada y minivestid­o de Teresa Helbig. A la izq., vestido de Teresa Helbig y sandalias de Giuseppe Zanotti.
Malla plateada y minivestid­o de Teresa Helbig. A la izq., vestido de Teresa Helbig y sandalias de Giuseppe Zanotti.
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 ??  ?? Teresa lleva minivestid­o de gasa con bordados y maxianillo de Teresa Helbig y zapatos abotinados de Balmain.
Teresa lleva minivestid­o de gasa con bordados y maxianillo de Teresa Helbig y zapatos abotinados de Balmain.

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