ELLE

El regreso de Katie Holmes

Después de una larga temporada lejos de los focos, la actriz emerge como estrella del cine y la televisión, se convierte en ICONO de estilo y pulveriza todos los tópicos que se han construido a su alrededor.

- POR SAM BAKER. FOTOS: DANIEL CLAVERO. REALIZACIÓ­N: SASA THOMANN

Los 40 no han supuesto un antes y un después en mi vida: sigo dedicándom­e a actuar y los nuevos proyectos me hacen la misma ilusión que antes. Sí es verdad que llegar a esta edad es interesant­e; de niña piensas que queda lejísimos, y un día abres los ojos y te dices: ‘¡Pero si ya he llegado!... Y no está mal’

Veintiún años después de su estreno en la televisión, la serie Dawson crece aún tiene un ejército de fans. «Alucino con eso», admite Katie Holmes (Ohio, 1978), protagonis­ta de una de las series con más tirón del cambio de siglo (se emitió entre 1998 y 2003); «fue un proyecto enorme –continúa–, del que me siento orgullosa y que me abrió muchas puertas». Hablamos de cuánto han cambiado las cosas desde entonces, de cómo era la vida sin teléfonos móviles ni, sobre todo, redes sociales. «Apenas uso Instagram. Vemos fotos de personas que son extrañas y creemos que ya las conocemos a fondo. Lo olvidamos a veces, pero son sólo imágenes que ofrecen una versión de la gente y no cuentan nada sobre su pasado», advierte. La reflexión de la actriz es coherente con su resistenci­a a airear detalles sobre su esfera privada. Madre a los 27

–muy pronto, de acuerdo con el estándar actual–, esquiva las preguntas sobre su hija, Suri, de 13. «Me alegro de haberla tenido entonces –concede–. De alguna manera, hemos crecido juntas». Le pido que profundice en esa idea, pero me estrello contra un muro: ladea la cabeza, tuerce el gesto y deja caer un lacónico y educado «demasiado personal». Se relaja cuando le pregunto por su casa, en Nueva York. «Es superacoge­dora; está llena de cuadros y de piezas vintage que encontramo­s en mercadillo­s. La nuestra es una ciudad dura e intensa, de ahí que hayamos buscado construir un ambiente cálido y cómodo, con un montón de colores y música». ¿Y quién ejerce de DJ en el apartament­o, ella o Suri? De nuevo, el muro: «Demasiado personal». Recurre a la misma fórmula cada vez que la entrevista amaga con colarse en el territorio de lo íntimo, lo cual resulta frustrante. Porque Katie Holmes, en contra del tópico de celebrity gris que se han levantado en torno a su figura, es un encanto, una persona dulce, talentosa y con mucho que contar a sus 41 recién cumplidos. Me interesa saber si cruzar esa frontera, la de los 40, le supuso un antes y un después. «La verdad es que no –admite entre risas–. Ya había debutado como directora –con Todo lo que teníamos, estrenada en 2016– y estaba muy concentrad­a en mi trayectori­a dentro de la industria del cine. Aunque sí es cierto que llegar a esta edad es interesant­e; de niña piensas que queda lejísimos, pero un día abres los ojos y te dices: “¡Si ya he alcanzado los 40!... Y no están nada mal”. Soy la misma de antes y me dedico a aquello a lo que siempre me he dedicado. Me gusta cómo he conducido mi carrera y me ilusiona embarcarme en nuevos proyectos». Efectivame­nte, Holmes es una trabajador­a seria y entregada. Sin embargo, hasta hace poco su currículo ha permanecid­o en un segundo plano, a la sombra de los chismes acerca de su vida sentimenta­l. Hoy por hoy, emerge como un rostro imprescind­ible en la gran pantalla (y en la pequeña), con varios lanzamient­os en el horizonte: los dramas Coda y The Secret: Dare to Dream («es una película mágica que conseguirá que el público se sienta bien») y dos series de las que apenas ha trascendid­o informació­n. Además, se adentra en el universo del thriller de terror a bordo de Brahms: The Boy II, en el que una niña es poseída por una de sus muñecas. «La entiendo como una metáfora para las madres del siglo XXI –explica–: ninguna de nosotras quiere una mala inflencia para su hija, ¿verdad?». Le planteo si, en su caso, el miedo es mayor ahora que Suri es adolescent­e: «Me preocupo, por supuesto. Ves demasiadas noticias horribles, historias marcadas por el odio, sin sentido ninguno... La atmósfera que envuelve el mundo es aterradora » . La intérprete ha llegado a su encuentro con ELLE desde el front row de la colección de Fendi Primavera/Verano 2020. Cuando termina nuestra conversaci­ón y arranca el shooting, se desata una Katie espontánea, parlanchin­a y divertidís­ima, que saborea una libertad de la que no ha podido disfrutar plenamente durante un tiempo por culpa de los azotes y las cicatrices de la fama. P osa con elegancia, como una experta, con la magia de alguien que se ha convertido en un icono fashion a pie de calle. Nos sacamos un selfie y me propone que nos tumbemos en el suelo para retratarno­s en un plano cenital. Parece una mujer distinta de la que, unos minutos antes, ha estado esquivando preguntas demasiado personales. Ahora sí, el círculo se cierra y el retrato se completa: en Holmes conviven la Katie prudente e introverti­da y la Katie explosiva que influye con sus estilismos y que conquista la cámara. No es una celebrity gris, sino una profesiona­l inteligent­e que sabe mantener las distancias. ■

Alucino con que, 15 años después de su final, aún haya tanta gente que sea fan de ‘Dawson crece’. Fue un proyecto enorme, del que me siento orgullosa y al que le debemos mucho los que participam­os en ella: nos abrió las puertas del cine

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En la página de la izq., chaqueta y pantalones de Fendi. En ambas páginas, las joyas son ‘vintage’.
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Camiseta y botines de Fendi. Las joyas son ‘vintage’. En la otra página, vestido de Fendi.
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‘Trench’ en tono ‘nude’ de Fendi. Las joyas son ‘vintage’.

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