Alagna, donde surge la magia
Es capital mundial del esquí fuera de pista y conserva un ENCANTO ANCESTRAL heredado de un clan misterioso. Deslízate al destino invernal más inesperado de Italia.
Los que mejor conocen las estaciones de esquí de las distintas vertientes de los Alpes suelen estar de acuerdo en que es difícil encontrar un lugar igual de especial que Alagna, en la comarca italiana de Valsesia. Es decir, que conjugue el glamour de la simplicidad sofisticada, un ambiente internacional y el encanto de un folclore centenario. Al pie del Monte Rosa (cumbre legendaria del alpinismo), este pueblecito ha sabido mantener sus tradiciones ancestrales y su espíritu genuino, pero, al mismo tiempo, cuenta con remontes modernos que llegan hasta los 3.000 metros de altitud y dan servicio a una red de pistas de 180 km, con 67 recorridos diferentes. Es, además, un paraíso para los amantes del esquí fuera de pista, que vienen de todo el mundo para disfrutar de descensos
mágicos sobre nieve virgen, con trazados que superan los 2.000 metros de desnivel entre paisajes asombrosos y barrancos inmersos en el silencio. Pero lo que hace único a este valle es una arquitectura extraordinaria. En estos parajes se asentaron, desde el año 1200, los walser, un pueblo germano que emigró desde Suiza, y Alagna cuenta con algunas de las casas más bellas construidas por ellos. Obras maestras de la ingeniería, demuestran que tenían un sentido estético y artístico muy original: sobre una base de piedra seca, se elevan estructuras realizadas íntegramente en madera, que, siglos después, siguen en pie gracias a sofisticados sistemas de ensamblaje. Su otro elemento distintivo son los loggiati (balcones similares a los corredores del norte de España), que antaño servían para pasar de una estancia a otra en invierno, cuando la nieve bloqueaba la puerta a nivel de calle.
ALREDEDOR DE 180 KILÓMETROS DE PISTAS Y TRAZADOS DE MÁS DE 2.000 METROS DE DESNIVEL. ASÍ ES ESTE PARAÍSO DEL ‘FREERIDE’
¿Cuáles son los rincones de la zona que no debes perderte? Más allá de sus maravillosas pistas, destaca el Museo Walser (frazione Pedemonte, 1), que ilustra las características únicas de este pueblo. Algo más inesperada es la Unione Alagnese (unionealagnese.com), una asociación cultural cuya sede alberga un delicioso teatro de 1900 recién restaurado; y lo que en otros tiempos fue salón de baile se ha convertido ahora en un prestigioso restaurante regional.
Y, aunque iglesias, oratorios y capillas salpican el valle, sin duda la más particular es la parroquia de Riva Valdobbia (la localidad de al lado, a sólo tres kilómetros), que impresiona al visitante con los frescos del Juicio Final que animan su fachada, pintados en 1597. Casi tan imprescindible como esos monumentos es la pastelería Mirella (residencemirella.com), lugar de culto para golosos cuya especialidad es el trabajo virtuoso del chocolate: crean
desde herramientas hasta postales. La Latteria (via dei Walser, 30-31) es otro de esos sitios que conquistan por su espíritu simple y genuino: una tienda consagrada al reino de los lácteos, desde leche fresca hasta unos quesos tipo toma espectaculares que acompañar allí mismo con embutidos; todo ello, claro, estrictamente local. Ah, y no olvides comprarte un par de scapin. ¿Qué son? Las zapatillas tradicionales de Valsesia, con suela de cáñamo. Para ello, acércate a Roccapietra, al principio del valle, donde se halla el taller de la artesana Annette (scapinannette.it). Y, tras hacer shopping, haz una parada gourmet más: el bar Da Mario, en Riva Valdobbia (piazza Quattro Novembre, 2), para tomarte un martini y picar algo en una atmósfera de pub británico. Sólo una cosa te resultará difícil aquí, y será elegir tu centro de operaciones... pero por exceso de opciones. El hotel más mítico es el Monterosa, con siglo y medio de historia –abrió en 1865–, aunque se ha renovado
con gusto. Luego, está Montagna di Luce (montagnadiluce.it), un refugio íntimo con ocho habitaciones y una excelente cocina. Eso sí, si deseas darte al wellness, retírate a Pietre Gemelle, en Riva Valdobbia, donde las antiguas cabañas se han convertido en apartamentos de lujo con un codiciadísimo spa. O bien dirígete montaña arriba, hasta el Relais Regina (relaisregina.it), que tiene sauna, baño turco, duchas emocionales... Porque una cura de calor es el remate perfecto a esas largas jornadas entre nieve y cultura que Alagna te regalará. ■
LA ALDEA DE PEDEMONTE, A UN KILÓMETRO DEL CENTRO, ES UN VIAJE EN EL TIEMPO: SUS CASAS DE MADERA SON LAS TÍPICAS DEL ANTIGUO PUEBLO ‘WALSER’