El París más colorista
Entramos en el vitaminado, VIBRANTE Y AUDAZ apartamento de la Ciudad de la Luz en el que vive Colombe Campana, la nueva directora creativa de la firma de moda Tara Jarmon.
Si hay un ejemplo perfecto de cómo convertir un apartamento austero en un espacio lleno de excéntrica energía, ese es el hogar parisino de la joven diseñadora Colombe Campana. ¿Combinar lo pop con toques étnicos y clásicos a partes iguales sin caer en la estridencia? Ella lo ha conseguido. Desde luego, ese particular talento para lograr que todo lo que toca funcione es una de las razones por las que, el año pasado, fue nombrada directora creativa de la firma de moda Tara Jarmon (tarajarmon.com). Y es que la audacia es una de las piedras angulares del trabajo de Colombe, que usa con tal sabiduría el color-block que parece que un imán atrajera unos tonos hacia otros. «Cuando inicio un proyecto, siempre me tienta el minimalismo, pero, por el camino, me desvío hacia el color; no lo puedo evitar», cuenta ella, divertida. La vocación, por cierto, le viene de largo; a los 12 años, cuando en clase preguntaron a todos qué querían ser de mayores, ella respondió: «¡Estilista!». Diplomada en la escuela de moda Studio Berçot, la ecléctica creadora inició su carrera en la marca francesa Capucine Puerari y la continuó en
Sonia Rykiel y
«AMO PROFUNDAMENTE EL ARTE Y LA ARTESANÍA. Y, POR ESO, COLECCIONO OBJETOS ÚNICOS, QUE TIENEN ALMA»
Claudie Pierlot, antes de que H&M la fichara para el lanzamiento de su etiqueta & Other Stories. Y, ahora, es la responsable de aportar un aire fresco a la firma francocanadiense Tara Jarmon, que cuenta con más de 1.000 puntos de venta en todo el mundo; una de sus boutiques, por cierto, está ubicada desde hace siete años en la calle Claudio Coello de Madrid, en plena Milla de Oro. A Colombe, este cargo le viene como anillo al dedo; no en vano, esta rubia de melena digna de una Venus de Botticelli encarna a la perfección a esa parisina a la que todas deseamos emular. Y, si en su estudio tiene que jugar constantemente con los códigos clave de la marca, los colores vivos y los estampados, en su vida cotidiana no se queda corta, pues son dos cosas que adora. De hecho, podríamos decir que las combina con igual talento en sus colecciones que en su apartamento de Saint-Germain-des-Prés. Allí, donde vive junto a su marido y sus dos hijos, se entremezclan alegremente los azules intensos, los suaves rosados, los amarillos vibrantes de los extravagantes papeles de pared y las diferentes épocas en que se inspira, en un ambiente cien por cien boho chic.
Y no acaba ahí la cosa: la pintura contemporánea y el vintage estadounidense de los años 50 también están muy presentes en este lugar. Experta en el dificilísimo arte de la
«EL MINIMALISMO ME TIENTA CUANDO INICIO UN TRABAJO, AUNQUE, POR EL CAMINO, ME DESVÍO HACIA EL COLOR»
mezcla, Colombe es capaz de unir estéticas que, en teoría, parecen irreconciliables: los tonos pastel con los pop, la geometría más severa con los estampados étnicos, la uniformidad práctica y haussmanniana de una cajonera o unas puertas alineadas con el romanticismo de una butaca de principios del siglo XX o la algarabía de una pieza contemporánea... «Quiero crear atmósferas repletas de energía para mi familia», explica ella sobre este ecléctico estilo. «En el comedor, el azul de un cielo vibrante envuelve las paredes, mientras que la mesa, realizada por mi marido a partir de una plancha de madera cubierta con un viejo mapa geográfico de Air France, es una invitación al viaje, a soñar con nuevas metas para sentirnos siempre de vacaciones juntos».
Es más, aquí casi todo revela su carácter globetrotter: de las matrioskas rusas a la cerámica española, y desde las cestas y muebles orientales de ratán trenzado hasta las telas africanas bordadas a mano... La casa, además, se ha llenado de vida gracias a las fotos, bandejas de colores, jarrones con flores o piezas heredadas de la familia que ha ido colocando sobre la repisa de la antigua chimenea de mármol, el aparador o las mesas del salón. Así, ha creado su particular
moodboard tridimensional, que nace de sus momentos de inspiración o de sus recuerdos, como si de las páginas de un diario se tratara. «Amo el arte y la artesanía, y soy una ávida coleccionista de objetos únicos, que tienen alma. Me fascinan los hallazgos
vintage hechos en mercados, porque evocan nuestros viajes», suspira. En definitiva, esta joven diseñadora francesa apuesta por atreverse y dejarse ir, por no dar espacio al miedo a equivocarse... Por transformar emoción en decoración. ■
«NUESTRA MESA DE COMEDOR ES UNA INVITACIÓN AL VIAJE, A SOÑAR CON OTRAS METAS PARA SENTIRNOS PERPETUAMENTE DE VACACIONES»