Julia Roberts, en la intimidad
TIENE 52 AÑOS, TRES HIJOS Y MUCHAS RAZONES PARA SEGUIR LUCIENDO UNA SONRISA QUE DESARMA. IMAGEN DE LANCOME, NOS DEJA COLARNOS EN SU CASA, EN MALIBÚ, Y HABLAMOS CON ELLA DEL ÉXITO, EL ESTRÉS Y LAS PARTIDAS DE ‘MAHJONG’.
es posible que Julia Roberts (Georgia, Estados Unidos, 1967) salga mal en una foto? Escoltada por el peluquero Serge Normant (fiel amigo suyo desde hace tres décadas), la actriz brinca como una cabra frente a la cámara de Tom Munro y resplandece en las instantáneas. Sin excepción: da igual si su melena vuela de izquierda a derecha, si su mirada se pierde y si clava los ojos en el objetivo. Por no hablar de los retratos en los que despliega su incandescente sonrisa de 30 millones de dólares (la suma en la que están asegurados sus dientes). Nos citamos en Malibú, a las afueras de Los Ángeles, una ciudad salpicada de villas suntuosas, asomada al Pacífico y bañada por una luz dorada perpetua. Es el lugar que la actriz escogió 10 años atrás para instalarse con su marido (el cámara Daniel Moder, con quien se casó en 2002) y sus tres hijos adolescentes. Reacia a la idea de alejarse de los suyos, gestiona desde aquí la carrera de modelo que emprendió a los 40, cuando Lancôme le pidió que se convirtiese en uno de sus rostros. Gracias a dicha colaboración, Julia rueda «más bien poco» y puede dedicarse en cuerpo y alma a la familia. Precisamente, ahí reside el secreto de su equilibrio. Lleva una existencia de madre hincha a lo Big Little Lies (la serie de HBO), entre partidos de fútbol, meriendas de cumpleaños y plácidos desayunos con sus amigas. Un universo idílico amenazado por incendios como los que devastaron California durante el otoño de 2018.
¿Cuál es la clave de la felicidad, según Julia Roberts?
¡Empiezas por la pregunta de los 10 millones de dólares! (Se ríe). Creo que rodearse de los guías y mentores adecuados.
¿Quiénes ejercen ese rol en tu caso?
Mi marido, que es inteligente y un buen consejero. Y cuento con un grupo de amigos muy honestos, gente que me habla de manera franca cuando les pido opinión. No quiero que me digan lo que deseo oír: necesito saber qué piensan de verdad. Creo que he tenido suerte en ese sentido.
¿Son amigos de la infancia?
A ese grupo en concreto lo conocí cuando me vine a Malibú. Lo componen mujeres a las que veo con mucha frecuencia, a algunas incluso todos los días. Una vez por semana –los martes–, quedamos para echar una partida de mahjong. Si coincide que mi marido está en casa, me dice: «¡Qué suerte tienes! Me encanta cómo pasáis de las carcajadas a la calma, cómo sonáis cuando os ponéis serias...». Y la verdad es que, sí, es un lujo poder bromear o hablar de nuestros problemas alrededor de ese juego maravilloso.
¿Cómo mantienes a flote tu cuerpo y tu mente?
Me muevo a diario. Era una gran corredora, pero tuve que cambiar de actividad cuando me lesioné el tobillo. Con respecto a mi salud psicológica, intento diferentes cosas según la época, pero hay una que es constante: estar en contacto con las personas a las que quiero.
¿Hay algo que sientas que deberías hacer y no haces?
He leído que es muy recomendable adquirir una nueva habilidad cada 10 años para vivir más tiempo y con buena salud. Acabo de cumplir 52, así que a menudo me digo a mí misma que quizá me convenga buscar un curso para cumplir con mi deber como cincuentañera.
¿Qué te gustaría aprender?
Me pongo a pensar en ello en mitad de la noche y el abanico es tan amplio que me da la risa. Me apuntaría a clases de guitarra, a talleres de cestería, de cocina...
O sea que, cuando te desvelas por la noche, no miras el móvil...
¡Jamás en la vida! Leo o hago algo ligero. No quiero saber qué está pasando en el mundo a las tres de la mañana.
¿La actualidad te provoca ansiedad?
Ahora mismo, en California la vida gira en torno a la meteorología y los incendios, lo que genera mucha inquietud porque son circunstancias imprevisibles. Unos meses atrás, los vientos fueron tan peligrosos que el colegio de mis hijos estuvo cerrado cuatro días. Y, hace alrededor de un año y medio, dos de mis
Mis amigos son gente honesta que me habla de manera franca cuando pido opinión. No me dicen lo que deseo oír, sino lo que piensan de verdad. Esa es una de las claves de la felicidad
amigas perdieron sus casas. Nosotros tuvimos que evacuar la nuestra, pero, por fortuna, no llegó a incendiarse.
¿Notas inquietos a tus hijos?
Hubo una noche en que los dos chicos vinieron a despertarnos varias veces porque les parecía que olía a quemado.
¿Cuáles son tus mecanismos contra el estrés?
Lo que hago es no permitir jamás que la ansiedad se acumule. La gestiono con cuentagotas para evitar que acabe explotando igual que una olla exprés. Por ejemplo: si veo que se ha desencadenado un conflicto con otra persona, trato de hablar con ella inmediatamente para que las cosas no vayan a más. Busco soluciones prácticas con el fin de desatascar las situaciones delicadas. Tampoco me gusta llegar tarde, y, puesto que los atascos son muy estresantes (sí, creo que en eso he elegido la ciudad equivocada), tiendo a salir de casa con tiempo de sobra. A principios del pasado mes de noviembre, cuando el viento activó otra vez las alarmas y se despertaron las amenazas de incendio, me propuse firmemente hacer todo lo posible para reducir mi carga de estrés. Recuerdo que llené el depósito por si había que salir corriendo, les pedí a mis hijos que preparasen sus maletas, dejé a mano los pasaportes, cogí una foto de mi madre y un álbum de la familia y cargué el coche con todo lo necesario. Y así estuvimos cuatro días, listos para cualquier emergencia.
¿Ha cambiado tu visión del éxito con el paso del tiempo?
Uf, sí. El éxito a los 20 consiste en pagar las facturas: es lo que te da la sensación de haberte convertido en un adulto realizado. Si tienes la suerte de hacerlo sin dificultades, de alguna manera, puedes darle un sentido más amplio a la idea del éxito añadiéndole, por ejemplo, nuevos desafíos. La serie Homecoming (en Amazon Prime Video, su último proyecto hasta la fecha), es uno de mis principales triunfos.
¿Por qué exactamente?
¡Había un montón de diálogos que memorizar...! Mis hijos volvían del colegio y yo del rodaje y nos sentábamos todos con nuestros deberes. ¡Pero parecía que los míos no iban a acabarse nunca! Y fue así durante varios meses. Era un proceso muy disciplinado. Sin embargo, trabajar así de duro, estar en el plató a las siete de la mañana, repetir una escena de 11 páginas y dar en el clavo, me ayudó a estar mejor que nunca. Además, jamás había sentido una carga de energía tan intensa en un set de rodaje. A veces encuentras esa magia en el corazón de la producción, allí mismo, con todo el equipo.
A los 50, un papel que te enriquezca suena bastante tranquilizador, porque es una edad a la que se supone que disminuyen las buenas propuestas...
Siempre digo que los papeles me encontraron en el momento justo.
Nos hemos centrado antes en el éxito profesional, pero ¿qué es el éxito personal para ti?
Una jornada con las tareas completadas, una cocina en orden y ningún percance.
Has cumplido ya una década siendo el rostro de Lancôme. ¿Te reconoces en la mujer que encarnas?
Sabe Dios que no soy así en mi vida cotidiana. Necesitaría aproximadamente entre 12 y 15 personas para ayudarme (risas). Sin embargo, sí que hay honestidad; es cierto que me beneficio de una excelente iluminación y de un vestuario maravilloso, pero la mujer que se ve no es una persona diferente a mí. Se trata de una versión de mí misma sublimada. Se lo planteé a Lancôme: «No quiero que me contratéis para borrar todo lo que me hace ser quien soy». Y aprecio que cumplan su palabra. Tener voz en nuestra colaboración seguramente haya contribuido a la estupenda relación que hemos construido a lo largo de todo este tiempo. ■
¿En qué consiste para mí el éxito en el terreno personal? En una jornada con las tareas completadas, una cocina en orden y ningún percance