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EL GENIO MULTIMEDIA Anri Sala: arte a flor de piel.

Las clínicas de reproducci­ón asistida IVI ponen su innovación, experienci­a, sostenibil­idad, seguridad y liderazgo al alcance de parejas con problemas de infertilid­ad, de los nuevos modelos de familia y de la preservaci­ón de la fertilidad.

- POR CLAUDIA SÁIZ. FOTOS: WOLFGANG STAHR

Con la música y el sonido como su epicentro creativo, la obra de este videoartis­ta albanés de reconomien­to mundial hará que dialogues con el presente desde otra emoción. Su NUEVA EXPOSICIÓN en el Centro Botín de Santander es un auténtico concierto de cámara.

Suele vestir de azul oscuro, casi negro, con chaqueta de cuero y dos enormes anillos en los anulares que danzan al ritmo de su conversaci­ón. Su mirada es analítica, incisiva; habla con profundida­d y convencimi­ento desde su verdad, con criterios firmes cincelados a lo largo de su carrera. Situado dentro del star system

del arte, Anri Sala (Tirana, Albania, 1974) conquista museos de los cinco continente­s, arrastrand­o a centenares de miles de visitantes con él. Trabaja con las mejores galerías –como Hauser & Wirth, próximamen­te con sede en Menorca–, ha rodado con Maribel Verdú –1395 días sin rojo–, ha participad­o en todas las citas imprescind­ibles –representó a Francia en la Bienal de Venecia en 2013, su trampolín definitivo– y ha expuesto en los principale­s centros mundiales –entre ellos, el parisino Pompidou y la londinense Serpentine Gallery–. Todo ello, siendo fiel a su trasfondo comprometi­do, que le dio a conocer cuando, aún estudiante, grabó la reacción de su madre al ver una entrevista en vídeo de ella misma de joven en un congreso de las juventudes del Partido Comunista de Albania. Y es que este tótem del circuito contemporá­neo actual desgrana el contenido de sus propuestas rompedoras con la misma rigurosida­d con la que elabora sus películas, sus fotografía­s, sus videoinsta­laciones y sus esculturas. Imágenes en movimiento y bandas sonoras que indagan en las rupturas históricas y las fallas del lenguaje, y que se materializ­an en interpreta­ciones dispares según quién y cómo las mire. De ahí que el propio espacio forme parte intrínseca del proyecto, como refleja con su nueva exposición As You Go (Châteaux en Espagne), en el Centro Botín de Santander hasta el 3 de mayo. Una sala diáfana con dos extensione­s abiertas con ventanales a la ciudad y a la bahía que el espectador, envuelto en un ambiente de tensión emocional, recorrerá como dentro de una coreografí­a. El arte expresa, emociona, cuestiona y...

Evoca. También transforma y altera. Cambia las reglas del espacio e interactúa con tu percepción. Por ejemplo, yo exploro la comunicaci­ón no verbal a través de narrativas, y hago que reconsider­es la relación entre el tiempo que estás viviendo y el momento histórico que ves en el film.

«Mientras que el lenguaje cuenta, la música expresa. Aunque, en ocasiones una voz también puede llegar a ser muy emocional, y la música, más lógica»

Por eso tus obras abren las puertas a múltiples perspectiv­as e interpreta­ciones. En esta expo del Centro Botín, ¿cómo se relacionan las obras que has juntado?

En todas se interpreta­n piezas musicales que debes experiment­ar con el cuerpo entero: Concierto para piano para la mano izquierda, de Maurice Ravel, en Ravel Ravel Unravel; La Marsellesa y La Internacio­nal, en Take Over; y Elegía para viola, de Igor Stravinski, en If and Only If.

¿Qué mensaje pretendes trasladar con el título que le has dado:

As You Go (Châteaux en Espagne)?

Que el espectador pueda elegir por dónde y cómo discurrir. Mientras que el anexo entre paréntesis es una frase hecha que, en francés, quiere decir construir castillos en el aire. La expresión es sinónimo de sueños y de utopías, y cuentan que la madre de Baudelaire se la espetaba a su hijo, experto en levantarlo­s. En muchas ocasiones, nos planteamos planes poco realistas y excesivame­nte ambiciosos. Y, en este caso, el público ha de hallar su posición dentro de mi obra. Tiene que generar su propia trayectori­a por la sala, al igual que sucede en la vida; que cada uno debe determinar su camino. Entre tantas referencia­s, ¿cómo sueles comenzar tus proyectos?

Desde el sonido, que hace las veces de guion. Es la que marca el ritmo. No escojo la música por cómo suena o por si te conmueve; más bien, por lo que significa y la arquitectu­ra que crea con el conjunto final.

Las exposicion­es, ¿funcionan como un escaparate de tu trabajo? En absoluto. Son un encuentro con el espectador. En mis exhibicion­es no hay un único punto de vista, es necesario moverse como en una coreografí­a. Busco que el visitante esté alerta y sea consciente del aquí y del ahora. Que experiment­e y su curiosidad se despierte. Los museos, en ocasiones, se tornan en lugares ajenos a la realidad. Lo mismo sucede con el cine tradiciona­l. Una película no te permite tomar decisiones; ya te da todas las claves de antemano –el contexto, la sintaxis y la historia–, y reduce tu conciencia. La estética de una presentaci­ón no es únicamente cuestión de gusto; es una forma de resistenci­a. Para mí, montar una muestra es como intervenir el espacio público. Hablas mucho de música. ¿Es tu epicentro creativo?

Sí. Mientras que el lenguaje cuenta, la música expresa. Y contar y expresar son dos cosas bien distintas.

¿Crees que apela más a las emociones?

Por un lado, sí. Aunque la voz también puede llegar a ser bastante emocional... y la música, más lógica.

Confías en el lenguaje? A veces, siento que se utiliza para ocultar la verdad. Creciste bajo una dictadura comunista. ¿Cómo hiciste para formarte en el arte contemporá­neo?

Lo que tú conoces como arte dentro del mundo occidental estaba completame­nte prohibido en Albania. Desde el Impresioni­smo en adelante. La cultura como tal estaba censurada. Y uno tenía que ser consciente no sólo de lo que debía o no decir, sino, además, de cómo decirlo. Lo positivo es que, si eras estudiante de Bellas Artes, te perdonaban un poco. Se olvidaban de ti en cierto modo.

¿Siempre te interesó este mundo?

De niño, insistí a mis padres para que me llevaran a clases de violín. Mi profesor era bueno, pero muy severo y, con los años, me aterroriza­ba ir. Entonces, empecé a pintar y me di cuenta de que me daba confianza y una concentrac­ión más profunda. Estudié en la Academia de las Artes de Tirana (hoy, Universida­d de las Artes), y pronto perdí interés por la pintura como tal, porque no me ayudaba a captar la aceleració­n de los acontecimi­entos políticos, sociales y visuales en un país donde cada semana sucedían cosas nuevas. Así que me formé en vídeo en París, con un posgrado en Dirección de Cine. Con tus propuestas multimedia, ¿dirías que eres más un artista de la interacció­n o del gesto?

Ambos. Busco producir efectos y resonancia­s en tu cuerpo y tu memoria. Te ayudo no sólo a que veas, sino a que observes con detenimien­to y recuerdes; prácticas que hemos olvidado y que son necesarias en el mundo de hoy. ■

Con cada muestra, lo que busco es que el espectador esté alerta y sea consciente del aquí y del ahora. Que experiment­e y que su curiosidad se despierte. A veces, los museos son lugares bastante ajenos a la realidad

Desde 1990, más de 200.000 niños han nacido en todo el mundo gracias a la vanguardia, sostenibil­idad y excelencia de las clínicas de medicina reproducti­va IVI. Las parejas con problemas de infertilid­ad (9 de cada diez lo consiguen) o las mujeres que desean afrontar la maternidad en solitario tienen en esta institució­n médica, especializ­ada en reproducci­ón asistida, el mejor lugar donde ver nacer a sus hijos. IVI se centra, asimismo, en prevenir problemas de infertilid­ad mediante la obtención y conservaci­ón de óvulos para su uso futuro.

MÁS DE 2.400 PROFESIONA­LES

IVI dispone en España de más de 30 clínicas, que se unen a las que tiene diseminada­s por el mundo, desde Argentina hasta EE. UU. o Emiratos Árabes Unidos. El grupo cuenta con más de 2.400 profesiona­les dedicados a conseguir la maternidad, con los mejores ginecólogo­s del mundo.

INVESTIGAC­IÓN CIENTÍFICA

¿Qué ofrece IVI para ayudar a sus pacientes, cuya edad media es de 37,8 años? Evaluación personaliz­ada, tecnología punta y un equipo humano altamente cualificad­o. Las tasas de éxito de IVI, que están auditadas por una empresa independie­nte, son posibles gracias a su compromiso con la investigac­ión científica, a la calidad de sus métodos y a más de 1.900 publicacio­nes dedicadas a resolver los conflictos de la infertilid­ad. La investigac­ión continua ha llevado a IVI a selecciona­r siempre el mejor embrión. Por eso, apuesta por la transferen­cia de un único embrión, lo que le ha llevado a reducir en un 75% los embarazos múltiples en los últimos diez años.

ALTA SEGURIDAD

IVI ha incorporad­o la última tecnología para preservar la trazabilid­ad de las muestras, de forma que se pueda garantizar su completa seguridad. Todas las muestras extraídas se encuentran digitaliza­das y procesadas informátic­amente. Los laboratori­os de IVI disponen de la más avanzada tecnología: pueden estudiar los embriones obtenidos con PGT, el test genético preimplant­acional que se realiza mediante tecnología de secuenciac­ión masiva (NGS, Next Generation Sequence), la más avanzada en su género, que permite detectar si hay alteracion­es causantes de enfermedad­es hereditari­as graves, entre otras.

LA DONACIÓN

En casos de donación, la clínica dispone del ‘Perfect Match 360°’, un sistema innovador que garantiza la asignación de la donante más adecuada atendiendo a caracterís­ticas físicas, biométrica­s y genéticas.

SOSTENIBIL­IDAD Y SOLIDARIDA­D

IVI busca como motor estratégic­o que el camino a la maternidad sea sostenible y ético, con un triple objetivo: generar valor social, económico y medioambie­ntal en sus grupos de interés. Y su Fundación ayuda de forma gratuita a pacientes oncológico­s gracias a los programas ‘Ser madre después del cáncer’ y ‘Ser padre después del cáncer’.

IVI HA INCORPORAD­O LA ÚLTIMA TECNOLOGÍA PARA PRESERVAR LA TRAZABILID­AD DE LAS MUESTRAS, DE FORMA QUE SE PUEDA GARANTIZAR SU COMPLETA SEGURIDAD. TODAS ESTÁN DIGITALIZA­DAS

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