Maribel López
Su amor por la creación empezó como un espacio donde reflexionar y transformar el mundo. Experta comisaria, se estrena al frente de Arco, la feria internacional de arte actual más importante del país.
Maribel López (Barcelona, 1972), si tuviera que buscar un lema, se apropiaría de una frase del grupo Astrud. Si le preguntas por su bien más preciado, te responderá que el borrador de la carta que escribió en 1994 con la que logró entrar en un curso de comisariado que le cambió la vida. Y te dirá que una buena novela es su puerta paradisíaca a la desconexión. Esta mujer de acción y guardiana de artistas, galerías y lenguajes creativos, despliega su sabiduría como directora de una de las citas culturales más importantes: Arco (del 26 de febrero al 1 de marzo), certamen que conoce perfectamente desde que entró a formar parte de su familia en 2012. «Siempre he querido estar cerca de los contenidos y, mientras estudiaba Historia del Arte, supe que esta disciplina sería el espacio idóneo para aprender, reflexionar y transformar el mundo. Por eso, desde este cargo, ojalá sea capaz de compartir lo valiosa que es para tu presente y tu futuro».
¿Dirías que Arco es un punto de encuentro entre el arte y los ciudadanos?
Una feria es un mercado en el que, junto a emoción y cultura, se venden cuadros, esculturas... Y en esta plaza de abastos, además de que participan galerías prestigiosas, de que colaboramos con museos e instituciones públicas y privadas y de que contamos con un programa de coleccionistas muy potente, cumplimos una función social: la de acercar estas obras a quienes deseen descubrirlas, aun sin ser especialistas. Este año, ofrecemos al público tours guiados para que no tenga esa sensación de desconexión con las propuestas menos convencionales.
Entonces, ¿por qué hay ese alejamiento entre el espectador general y el arte contemporáneo?
Hacen falta más educación para derribar prejuicios absurdos, visitas a museos y estrategias que generen complicidad. Cuanto más podamos preparar a quienes contemplan una pieza, explicándola, mejor será. Adentrarse en el arte actual requiere un esfuerzo, como cualquier otro ejercicio complejo de nuestro presente.
¿Cómo será tu puesta en escena para esta edición?
No llego a la dirección con la idea de imponer una huella; no es un proyecto personalista. Más bien, es de continuidad. Mi objetivo es que la ilusión por la creación crezca entre la sociedad. Arco es un altavoz esencial y una oportunidad para impulsarlo. Las reflexiones de sus obras pueden ayudar, en tiempos complejos, a contar con una visión más abierta y a tratar de comprender más al otro.
¿Tu pasado como comisaria y galerista te ha sido útil últimamente?
Sin duda. Yo empecé desde abajo: buscándome la vida, trabajando en galerías y abriendo, en su día, la mía propia en Berlín. Nunca he intentado crear; tienes que ser muy valiente para ello. Amo lo que hacen los artistas: son quienes generan los lenguajes y nosotros somos sus traductores.
¿Los políticos entienden las demandas del sector?
Sólo sé que una nueva Ley de Mecenazgo resulta fundamental para suscitar un patrimonio para el mañana, proteger nuestro legado actual y proyectarlo. Hay que considerar el arte como un bien para que las próximas generaciones comprendan mejor de dónde vienen, y no únicamente como la compra de un objeto de lujo. ¿Cuál es tu gran miedo?
La deshumanización del mundo. Por eso el arte es esencial para el futuro: por su capacidad transformadora.
«Hay que considerar el arte actual como un patrimonio cultural necesario. No sólo como la compra de un objeto de lujo, sino como un bien para que las generaciones futuras puedan comprender mejor el lugar de donde vienen