MATT DAMON
Llevar agua limpia a todas las casas del mundo es el reto más personal de esta estrella. Tras cada una de las familias a las que ayuda a salir de la pobreza, él ve una historia.
respetado actor, productor, guionista y cofundador de Water.org, es un hombre del Renacimiento en pleno siglo XXI. Y está marcando la diferencia, tanto en la pantalla grande... como fuera. Hace ya 15 años, se impuso la tarea titánica de luchar contra la miseria y las malas condiciones de saneamiento que, además, están contaminando los países más desfavorecidos, después de haber comprobado de primera mano sus efectos en uno de sus rodajes. Y, desde el lanzamiento de esta ONG con nombre de líquido elemento, en 2009, pelea sin descanso por el suministro de agua para millones de excluidos. Sin más preámbulos, extiendan la alfombra roja ante Matt Damon.
¿Qué fue lo que te llevó a crear esta fundación?
Cuando estudiaba algunos de los problemas más acuciantes que padecemos en la actualidad, me di cuenta de que el acceso al agua limpia y la higiene era parte de la solución para muchas de esas cuestiones. Sin grifos ni retretes, la gente no sale de la pobreza. Mientras rodaba una película en el África subsahariana, pasé unos días con familias de un pueblo de Zambia. No disponían de esas cosas tan básicas y, al ver la lucha diaria que suponía para ellos encontrar pozos, me sentí inspirado y me comprometí a ayudar a resolver esta crisis a través de mi trabajo en Water.org.
¿Cuáles son vuestras metas en estos momentos?
La organización que yo fundé ya ha llegado a más de 25 millones de personas para proporcionarles agua segura y saneamiento, y no vamos a pararnos ahí. El propósito es seguir aumentando la financiación para que más y más habitantes del planeta vean cubiertas estas necesidades, y acercarnos así al objetivo que la ONU se ha fijado para 2030.
¿Qué es lo peor que has visto?
En 2014, en Haití, conocí a una chica de 13 años que empleaba entre tres y cuatro horas de su día en ir a llenar cántaros para su familia, porque no la tenían en casa. Los niños como ella deberían estar jugando o en la escuela, no caminando varios kilómetros hasta ríos o estanques y, luego, otra vez los mismos de vuelta cargando con contenedores muy pesados a la espalda.
¿Y lo más esperanzador?
Pues esa misma chica, ahora mismo, ya cuenta con un grifo en la vivienda. Fue uno de nuestros primeros proyectos en Water.org. Y, cuando le pregunté qué haría con ese tiempo libre, me respondió: «Jugar». Fue un instante emocionante para mí, porque volvió a tener la oportunidad de ser una niña. Nuestras acciones empoderan a los pequeños y sus familias a través de la salud y las posibilidades.
¿Cómo dirías que ha evolucionado el debate medioambiental en los últimos años?
Pienso que, por fin, el mundo se está despertando ante esta realidad. También creo que nos queda más trabajo por delante y, en lo que respecta a asuntos como el que a nosotros nos ocupa, estamos manteniendo conversaciones importantes con líderes globales sobre cómo vamos a alcanzar el sexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que exige garantizar la disponibilidad de agua y saneamiento. Según los últimos informes, no vamos por el buen camino para lograrlo. Sería imprescindible invertir aproximadamente 100.000 millones de euros entre hoy y 2030 para ello, y eso es el triple de lo que en estos momentos estamos destinando a solventar esta emergencia. Ahí es donde entra Water.org. Hemos dado con una solución para estrechar la brecha de financiación. Mediante mecanismos de préstamo asequibles, empoderamos a una gran cantidad de gente. Si estuvieras en la sala donde se toman las decisiones, ¿qué leyes aprobarías para hacer de la Tierra un lugar mejor? Opino que, para romper el ciclo de la pobreza, hay que empezar por el acceso al agua. Sin ella, no se sobrevive. Así que, si fuera presidente de la Tierra, esa sería mi prioridad.